A través de las ilustraciones de Juan Soto, dibujante de Malas Palabras, repasamos cuatro momentos y cuatro portadas de un año inmenso en su carga dramática política.
Por Emiliano Guido
La Universidad de Oxford eligió la expresión “brian rot” como la palabra del año, un término que alude a la fisura cerebral originada por el uso excesivo de internet. Parece una decisión acertada para un momento de la sociedad alienada con el consumo de dispositivos digitales.
Bajo esa búsqueda conceptual, ¿cuál sería la palabra que condensa la honda dramaticidad política del año uno mileísta? “Desmesura” podría ser una. El gobierno nacional intentó eclipsar la agenda pública con una impronta ideológica de alto voltaje y asumiendo objetivos maximalistas. “Soy una de las tres personas más importantes del planeta”, esa declaración del Jefe de Estado se halla inscripta en aquel vector narrativo. Gobierna una coalición política de dirigentes, a modo ejemplificativo de la palabra citada, la desmesura, se autorretratan en redes sociales haciendo ejercicios de disparo.
“Fundacional”, también parece una palabra adecuada. La Libertad Avanza anhela una refundación del orden económico y político. La pretensión implica una anomalía en la historia reciente del país. Hasta el momento, existieron períodos de dominio estatalista en Hacienda, y otros tramos de gobierno donde primó el interés del mercado, pero siempre bajo un consenso interpartidario de respeto a ciertas zonas pétreas, por ejemplo mantener un decoro en la cultura cívica y salvaguardar con recursos un núcleo duro de la maquinaria estatal. “Soy el topo que vengo a destruir el Estado desde adentro”, bramó Javier Milei para sincerar posiciones a inicios de su mandato. Sí, la revolución, ese sueño eterno y diezmado, retomó su sustancia, pero bajo un sentido inhumano y ultraconservador.
“Intenso”, quizás sea la palabra más acertada, porque encapsula a las anteriores, “desmesura” y “fundacional”. Los politólogos advierten que uno de los rasgos dominantes del sistema político actual a escala global, por lo pronto en occidente, es la decisión de los gobiernos por gestionar la diaria con el pulso febril de las campañas políticas. Un mínimo ejercicio introspectivo lo confirma, parecería que el round político iniciado en el último comicio nacional no cesó nunca. Vivimos bajo un asedio consignista permanente. No hay momentos calmos, se acabaron los días emotivos llanos en lo político. La guerra, ideológica o económica, funciona 24 x 7. Todo el orden político previo a Milei es, todos los días, sujeto a privatización, despidos o guillotinadas narrativas.
“Parecería que el round político iniciado en el último comicio nacional no cesó nunca. Vivimos bajo un asedio consignista permanente. No hay momentos calmos, se acabaron los días emotivos llanos en lo político. La guerra, ideológica o económica, funciona 24 x 7”.
A continuación, a modo de caleidoscopio visual, repasamos cinco momentos políticos ejemplificativos del calendario gracias al arte de Juan Soto, ilustrador de Malas Palabras. Soto es dibujante, y diseñador gráfico, egresado de la Universidad Nacional de La Plata. Publica en diversos medios nacionales e internacionales: Fierro, Anfibia, Le Monde diplomatique, Télam, Nueva Sociedad, BLAB! Fantagraphics Books (EE.UU.) y Zona de Obras (España). También ilustra tapas de discos y libros para editoriales como Planeta, Eudeba, Capital intelectual y Grupo Octubre. Podés encontrar más dibujos de Soto en: www.behance.net/jxsotob24a.
1- Marzo- La Batalla Cultural
Pasado el tercer mes del gobierno, los bordes programáticos del modelo libertario cobraron presencia. Lo prometido en campaña por la maquinaria oficialista, dolarización y disolución del Banco Central por caso, quedaba atrás como narrativa fake. Con el regreso a clases y la apertura legislativa, el mileísmo daba cuenta que se proponía taladrar el esqueleto económico recibido con viejas recetas: ajuste severo, despidos, y carry trade.
Pero, la novedad, en todo caso, era que el recetario añejo venía acompañado de la voluntad, esa palabra, oficialista de dar la batalla cultural. Quizás, para remediar lo dicho por el genocida Massera durante el juicio a las Juntas: “Ganamos la guerra militar a la subversión, pero perdimos la ideológica”.
“La novedad, en todo caso, era que el recetario añejo venía acompañado de la voluntad, esa palabra, oficialista de dar la batalla cultural. Quizás, para remediar lo dicho por el genocida Massera durante el juicio a las Juntas: Ganamos la guerra militar a la subversión, pero perdimos la ideológica”.
En aquel número dijimos: “Milei cita a Gramsci, se pelea con estrellas pop y hace del barro de las redes su zona de confort. Con la efusividad de un trotskista y el ímpetu de los activistas, el libertario da mecha a la batalla cultural corriendo las fronteras y rivalizando contra todos”. Fue un acierto editorial, la batalla por la hegemonía terminó siendo una bisagra firme del andamiaje del gobierno.
2- Mayo- Unidos y reformados
El publicista político Enrique Albistur bromeó a inicios de años sobre el futuro del gobierno de Milei, a quién comparó con las Fiestas Pascuas, porque, dijo, “no se sabe si cae en marzo, o abril”. A contrario de aquel vaticinio, cinco meses después del 10 de diciembre, el gobierno fortalecía el entramado de sus costuras con el impulso de políticas desregulatorias en el capítulo laboral.
Aquel impulso encontró un llamativo consenso en el resto de las fuerzas partidarias y buena recepción en el vértice de la central sindical CGT. Incluso, la dos veces ex presidenta Cristina Fernández consideró oportuno, durante un pronunciamiento público realizado a inicios de año, comenzar a desarmar los acuerdos preexistentes que ordenan las relaciones laborales. De esa manera, cuando el mileísmo tocó la botonera de la reforma laboral visibilizó que había más acuerdos que desacuerdos entre las élites representativas del país. Un año después, el gobierno promete ahondar la desregulación del trabajo y seguir licuando los salarios.
3- Octubre- La violencia narrativa
En el tramo final del año optamos como eje medular de la revista un apéndice temático de la denominada batalla cultural. La mencionada guerra ideológica a los proyectos colectivistas se fue estructurando con el correr de los meses con un denodado hostigamiento discursivo.
En el mes 10 del calendario, en la redacción percibimos que de forma diaria, el presidente, sus ministros, o la corte de de tuiteros violetas, se ensañaban con una furia muy descarnada contra la identidad sexual e ideológica de sus oponentes.
Para debatir ese tópico convocamos al periodista Franco Torchia, especialista en disidencias sexuales, y a la especialista en discurso político Sol Montero. Además, el reportaje lo producimos en forma conjunta con la plataforma periodística compañera Canal Abierto, de esa manera nuestra identidad gráfica pudo llegar a las huestes visuales de You Tube. Por último, hoy podemos afirmar que la violencia narrativa se consolidó como una marca de la gestión libertaria.
4- Noviembre- Gula libertaria
Un mes antes del fin de año, a pasos de comenzar el ritual de los balances periodísticos, Malas Palabras reparó en uno de los pecados capitales, la gula, como línea explicativa del momentum exitoso del gobierno. Previo a ese noviembre de buena cosecha oficialista en la mediciones de popularidad e inflación, la administración libertaria había tenido zozobras con la suba del dólar blue y algunos tropiezos legislativos.
Pero, la dispersión opositora, y el inusitado éxito de medidas económicas hiper elitistas, como el blanqueo de capitales, revirtió la tendencia previa. Se alinearon los planetas para el oficialismo, como suele decirse, y el presidente terminó borracho de optimismo, con un hambre político voraz. Un apetito destructor que, conjeturamos, apunta a comerse los consensos democráticos y de contención social construidos desde 1983 a la fecha. Esa hipótesis, lamentamos decirlo, hoy continúa firme.