El homenaje de Malas Palabras al cronista que mejor supo retratar el palacio y la calle en las últimas tres décadas de la convulsionada historia argentina.
La noticia cayó como un rayo el jueves 21 de septiembre pasado. A los 74 años había muerto Mario Wainfeld, el cronista que desde sus columnas de Página/12 supo retratar con una mirada sagaz, sensible y culta la convulsionada historia argentina de las últimas tres décadas.
“Mario de Palermo”, como le gustaba presentarse, llegó al periodismo de grande. Durante buena parte de su vida, fue abogado laboralista, profesión que ejerció durante 25 años, y militante del peronismo de izquierda. A fines de los ‘80, entró en una redacción por primera vez y ya nunca más dejó esa trinchera.
Escribió artículos de coyuntura para varias revistas: Crisis, Le Monde Diplomatique, Lezama, Página/30 y El Amante. Entre 1997 y 2004 fue jefe de Política de Página/12. En 2016 publicó su primer libro «Kirchner, el tipo que supo», al que tres años después le siguió «Estallidos argentinos: Cuando se desbarata el vago orden en que vivimos».
Wainfeld fue, entre muchas otras cosas, un enorme maestro del periodismo. Y a lo largo de los años construyó una suerte de decálogo del periodismo político compilado por la revista Anfibia que reproducimos en estas Malas Palabras del Mes como homenaje y despedida.
1. Los periodistas deportivos aman el fútbol. Los de espectáculos aman el cine, el teatro. Los de política, en su mayoría, desprecian a la política. Es imposible ser un buen periodista político si se desprecia la política.
2. La política son los grandes discursos, los grandes debates, pero también la rosca, el comentario de pasillo, el off con funcionarios, las campañas, las operaciones.
3. Antes de sentarse a escribir un análisis, una nota, hay que leer mucho, tener claro el contexto, hacer estudios comparados de datos y de información cualitativa, leer algunos artículos académicos. Hay que salir de la endogamia.
4.El periodista de política tiene que hacer “ejercicio ilegal de las ciencias sociales”: leer libros, artículos, hablar con académicos. Nadie es culto por leer diarios, tampoco por “picotear” en la academia. Pero siempre es bueno leer a los que estudian y saben.
5. El “palacio” (la Casa Rosada, el Congreso) emana poder, autoridad, suele ser un planeta paralelo. Hay que saber entrar a ese mundo pero salirse de esa lógica, para comprender cada noticia en su contexto.
6. A lo largo de su carrera, el periodista termina conociendo más ministros de educación que maestros, más ministros de salud que médicos de barrio. Escuchar al médico, al maestro, poner la oreja ahí, ayuda a salir del “frasco palaciego”.
7. Con los protagonistas no hay que tener compasión ni empatía, pero sí uno tiene el deber de reflejar la mirada de los otros.
8. No se debe patear al caído: el que perdió una elección, perdió. El que se va de un gobierno, se va. El periodista no tiene que ensañarse.
9. Podemos estar en las antípodas de un funcionario, detestar a un político, y aun así debemos entablar el diálogo, entrevistarlo, consultarlo y saber mirar los matices. Hacer el esfuerzo de entender.
10. No hay que ocultar hechos pero tampoco se está obligado a adscribir a las agendas de los demás.