La súbita amenaza electoral de Javier Milei aguijoneó la sensibilidad de actores sociales diversos. Curas de prédica en el territorio periférico, organizaciones feministas autoconvocadas, trabajadores con ingresos de siete cifras mensuales, protagonizan una resistencia que por el momento viene dispersa, holística y con aguante también.
Opinan: Eduardo de la Serna, Curas en Opción por los Pobres, y director pastoral de la parroquia San Juan Bautista en Quilmes; y Ana Natalucci, Investigadora del CONICET y Directora del Observatorio de Protesta Social.
Por Emiliano Guido
El ícono de Javier Milei en sus performances políticas es una motosierra, un instrumento de trabajo dúctil si se trata de tumbar equis objeto con celeridad y potencia. Para la audiencia electoral ávida de promesas rotundas, la gestualidad del economista ultraneoliberal tiene la potencia visual de un artista histriónico. Siguiendo la idea del gobernador bonaerense Axel Kicillof, que abogó por componer “una nueva partitura política”, pareciera que la sociedad hastiada de una vida económica parca y horizontes estrechos, encuentra en Milei la música punk que despabila sus sentidos.
El subtexto político de Milei dista de ser ambiguo. A bocajarro proclama que derribará los mitos populares argentinos porque, asegura, toda creencia o comunidad plebeya es un obstáculo para la doctrina libertaria. A ojos vistas, su herramienta más bien parece ser una topadora, porque pretende llevarse puesto el santuario del Papa Francisco y luego hacer una pira de pañuelos verdes. Lo sagrado y los derechos civiles, el cielo y la tierra, todo entra en la mira del talibán de mercado.
Si los rivales políticos de La Libertad Avanza actúan con mesura electoral y esquivan el tipo de pelea carnívora ansiada por Milei; por abajo, en el territorio social, donde el pulso es más sanguíneo y urgente, comienzan a verse movimientos de protesta. Por el momento, se tratan de actos espasmódicos, desacompasados. Una precuela de la resistencia que podría instituirse a partir del 10 de diciembre.
En guerra
Milei, disgustado porque el periodismo mainstream lo destrata, un rencor calcado al que existió en Brasil entre Jair Bolsonaro y un medio gigante en influencia como el Folha do Sao Paulo, pagó tickets aéreos a la estrella periodista trumpista Tucker Carlson para que lo entreviste en CABA y de esa manera poder seguir atendiendo en cercanía su campaña política e incipiente romance con Fátima Flórez. “El Papa juega políticamente, es un Papa con fuerte injerencia política. Ha demostrado además una fuerte afinidad con dictadores como Castro o con Maduro. Es decir, está del lado de dictaduras sangrientas”, bramó el economista.
Su guerra discursiva contra Francisco se remonta al kilómetro cero de LLA, cuando la criatura libertaria recién había sido estrenada. Fue su manera de advertir que estaba dispuesto a arremeter contra todo aquel que lo enfrente, ya esté revestido del aura celestial del Vaticano, o del brillo pop, porque a Lali Espósito también disparó con su verba.
Los curas de prédica territorial identificados con el Sumo Pontífice lograron una foto llamativa los primeros días de septiembre. Tras articular una masiva misa de repudio a los dichos de Milei obraron un milagro: vistieron con sotana y adosaron un rosario en el cuello al incipiente sujeto en resistencia. Malas Palabras habló con uno de sus referentes, Eduardo de la Serna, secretario del Grupo Curas en Opción por los Pobres, y director pastoral de la parroquia San Juan Bautista en Quilmes, para conocer qué mira del hoy y cuánto intuye del mañana en plena transición política argentina.
“En los barrios hay una red de contención muy fuerte que hace que el descontento no se manifieste de forma explosiva. Esa bronca, por ahora, se manifiesta en lo electoral, no yendo a votar, o haciéndolo por Milei. Retomando, en los barrios veo mucha tristeza, desgano, descontento, pero no veo que haya nuevos gritos sociales”, estima de la Serna.
En una segunda pregunta, el párroco desestima los planteos del frontman libertario, y profundiza lo dicho en el párrafo anterior, más que explosión social, lo que observa es implosión colectiva: “El planteo religioso de Milei es falso e ignorante, como profesor de la biblia le pondría un cero. En la parroquia el trato con la gente que viene a pedir comida es cordial. A ver, en el paisaje social lo que observo es una comprensión de que los reclamos no son atendidos, que la gente no importa”.
La otra estación del nuevo paisaje social en resistencia contra la avanzada libertaria se viste de verde. En un segmento muy diferente al constructo social relacionado con Cristo y la justicia social, el movimiento de mujeres, ya sea con grados de ligazón o no con las estructuras partidarias o sociales, decidió poner al tope de las consignas convocantes para su jornada movilizadora del 28 S, día de la acción global por la despenalización del aborto, su máximo enérgico repudio al economista devoto de sus mascotas.
«Tenemos que pararnos frente a esos candidatos de la derecha que nos dicen que los derechos que conquistamos están en riesgo», se lee en las convocatorias de la colectiva Ni Una Menos al cierre de la edición de esta revista.
A mediados de septiembre el anuncio del ministro de Economía y candidato presidencial Sergio Massa de retirar el gravamen del impuesto a las ganancias al conjunto de la clase trabajadora precipitó un acto político llamativo, por su desalineada composición -Massa llegó a la tarima forcejeando contra su seguridad personal en una gestualidad propia de Kirchner 03-, que además volvió a posicionar al oficialismo en el centro de la agenda informativa durante varias jornadas.
Cuesta encontrar un antecedente cercano donde el movimiento obrero organizado haya estrechado a pura sonrisa la mano del número uno de Economía en su despacho. Habrá que ver cómo se traduce en apoyo electoral la medida, pero es indudable que, además de sotana y pañuelo verde, la futura resistencia a un hipotético triunfo de Milei también vendrá de aquellos y aquellas que definen sus ingresos en una mesa paritaria.
Malas Palabras dialogó con Ana Natalucci, Investigadora del CONICET y Directora del Observatorio de Protesta Social, para conocer su opinión sobre las nuevas resistencias argentinas. “El nuevo paisaje de la protesta social se generó en la pandemia. A partir de ese momento, la dinámica de la protesta asumió rasgos de segmentación y comenzó a ser menos protagonizada por las organizaciones tradicionales como sindicatos. Las demandas son más sectoriales y específicas”, esgrime.
“Lo llamativo es que no emergen nuevos actores sociales a diferencia de otras crisis, como la del 2001, donde había una trama organizativa densa. En el contexto actual no observo una interpelación específica al régimen político. No veo a las organizaciones conduciendo el conflicto, la dirección política y las demandas son más difusas. Recapitulando, la crisis no es solo económica, sino social. Es una crisis muy honda, relacionada con los deterioros profundos de las condiciones de vida y laborales, por eso lo que subyace es que hay una demanda de cambios profundos”, concluye Natalucci.