Una aproximación del medio Perycia a cómo se vivió la decepción por el resultado de Javier Milei en las elecciones generales desde adentro de las redes y plataformas de comunicación, cuando sus afiebrados seguidores pensaban en ganar en primera vuelta y sepultar a “la casta”.
La remontada de Sergio Massa en las PASO no sólo dejó descolocadas a las cúpulas de La Libertad Avanza, si es que tal cosa existiera. Porque, además del propio Javier Milei y su alocada troupe, también sufrieron sus militantes, esa guardia pretoriana digital que el 22 de octubre se preparaba para cantar victoria en primera vuelta.
El medio digital Perycia, que hace periodismo judicial con una mirada que excede a la información que se brinda en los pasillos de tribunales, reconstruyó a través de un canal de Telegram cómo se vivió la decepción libertaria por ese triunfo que no fue.
Las advertencias de los libertarios enojados no dejaron lugar a matices. Desde “bombardear el conurbano” hasta “prender fuego a los negros”. Perycia lo presentó así: “Homofobia, violencia explícita contra los pobres y promesas de ‘venganza’ si el candidato peronista se impone en noviembre: el verdadero efecto ‘derrame’ que genera sobre sus votantes el odio contenido en cada discurso de La Libertad Avanza”.
El 22 de octubre, en el grupo de Telegram “Milei 2023: Viva la Libertad”, el administrador escribió: “Hoy puede ser el día más importante en la historia del país”, junto al envío de un instructivo en PDF para los fiscales del espacio, que se preparaban para contar los votos ganadores.
Esos mensajes entre simpatizantes, que citó el mencionado medio, eran del siguiente tenor: “El kirchnerismo no muere hasta que no quede ninguno”; “Muerte a toda peronia” y “Espero que hoy gane y cambie el rumbo de la Argentina”.
Después de una jornada electoral larga, y cuando empezaban a anunciarse los primeros resultados con Massa revirtiendo la tendencia y dejando a Milei en el segundo puesto, con un score de 36 a 30 por ciento, una de las encuestas que se lanzó en ese canal de Telegram fue: “¿Hay que bombardear el conurbano y las provincias del NEA?”. Sin sutilezas.
Los seguidores del “León” empezaron esa noche a anticiparse al acuerdo que se selló días después en el pacto de Acassuso entre el candidato libertario, Mauricio Macri y Patricia Bullrich. En esa cena, la cúpula del PRO desoyó a sus socios de Juntos por el Cambio (JxC) y prácticamente rompió esa alianza.
“Yo creo que Milei ya no debe atacar a JxC”, decían en ese grupo, con comentarios del tipo “Milei se tiene que acercar a Macri”. El discurso había cambiado. Y fue lo que terminó pasando.
Pero esa noche, cuando todavía no se había formalizado el acercamiento Macri-Milei, todo era bronca y dolor en el campamento digital libertario. “A los negros turros y chorritos hay que prenderlos fuego vivos y sacar de una buena puta vez la asignación familiar porque eso es una fábrica de negros turros a futuro sin dudas”, decía uno, que lejos de consolarse con el descargo agregó: “Va a llegar el día que los turros y los termos nos violen y va a ser legal para ellos, imagináte. Por sus derechos humanos, entendés”.
La confusión era total. Y seguían: “La única salida que tiene este país es una guerra civil o 40 años de dictadura. Para la primera tenés que hacer mierda medio país (en todo sentido) y para la segunda tenés que tener la suerte de encontrar un dictador que quiera hacer las cosas medianamente bien para poder cambiar la cabeza de dos o tres generaciones, o sea una lotería. O sea, no tenemos solución”.
Pero hubo otro usuario que quería acelerar los tiempos: “Hoy mato a un par de linyeras”, anunció. Otro de los libertarios propuso establecer un criterio. Compartió fotos de jóvenes con el pelo rapado a los costados y arengó: “A los que tienen este corte hay que bajarles el cargador porque son chorritos y hacerlos pija contra el paredón”. Pero, eso sí, excluyó a las personas en situación de calle: “Los que no tienen ese corte no”. Matices.
Un contraste de furia digital con lo que los libertarios habían vivido en la previa, sobre todo en el paréntesis que se abrió entre las PASO y las generales de octubre, cuando Milei recibió la mayoría de los votos del país y parecía que el país se teñía de violeta.
En la última semana antes de las elecciones generales, los jóvenes (y no tanto) de La Libertad Avanza colmaron el estadio Movistar Arena, en el barrio porteño de Villa Crespo, para el acto de cierre de Milei, y luego inundaron los lugares gastronómicos abiertos en kilómetros a la redonda.
Así, las pizzerías y los bares se vieron de golpe repletos de chicos y chicas uniformados de negro con la insignia amarilla del león. Como tropas. De cuando en cuando alguno de ellos interrumpía la cena para clamar “¡Viva la libertad carajo!”, a lo que el resto respondía: “¡Viva!”. Lo repetían tres veces, como hace su “líder”, y luego seguían comiendo.
En otra oportunidad, en la misma noche, alguna mesa iniciaba el cántico “¡La casta tiene miedo!” y contagiaba a todo el resto, que batía sus palmas y golpeaba la mesa como en una batucada. Se veía en sus caras la ansiedad. No hablaban de otra cosa que de la posibilidad de ganar en primera vuelta. Un claro contraste con lo que fue la noche del 22 de octubre.