El escenario de ajuste brutal, y deterioro de la calidad de vida de los sectores populares, expone con crudeza la desorientación política de una oposición que parece no poder articular una resistencia efectiva al gobierno de Javier Milei.
Opinan: Laura Testa, economista; y Pablo Touzón, politólogo y fundador de la Revista Panamá.
Por Mariana Portilla y Nicolás Poggi
La nueva postal del paro convocado por las centrales sindicales CGT, y las CTA Autónoma y de los Argentinos, del próximo 9 de mayo parecería buscar revertir la desorientación presente en las expresiones políticas formales de la oposición, que siguen sin encontrar la manera de articular un frente de disputa a la nueva experiencia libertaria.
Ante la brutalidad del ajuste, y la desregulación de la economía puesta en marcha por el presidente Javier Milei, los expulsados del sistema se organizan y muestran voluntad de ser actores protagónicos de la discusión política. Pero, cada lucha sectorial tiene su tiempo, y sus formas. Y los dilemas que enfrentan no son menores.
Los movimientos sociales miran el proceso en el espejo del 2001, y advierten que el malestar crece de la periferia al centro. A las intervenciones de los empleados públicos por los despidos masivos se suman también los jubilados, que vuelven a irrumpir en las calles, como en los años 90, ante el ajuste del 43% en sus haberes.
Sin embargo, con más de la mitad de la población económicamente activa precarizada, la quita total de alimentos para los casi 40 mil comedores comunitarios del país, los despidos a mansalva y los aumentos desorbitados de los servicios y los bienes esenciales, la lucha social encuentra límites para vehiculizar el “estallido” contra un gobierno que dice confrontar contra el status quo.
El peronismo parece estancado en una foto del pasado, sin atisbos de liderazgos e incapaz de encontrar una vía orgánica para resolver sus propias disputas. Mientras tanto, las organizaciones territoriales hacen lo que pueden, con recursos cada vez más escasos, para contener a sus bases en el territorio. Y el kirchnerismo, reducido tal vez a una expresión menor, aguarda señales de Cristina Kirchner que por ahora no pasan de publicaciones esporádicas en redes sociales.
¿Hay una fragmentación de la lucha social? Para Laura Testa, economista de la UBA, esa dispersión se debe a la “falta de ordenamiento de la política». Consultada por Malas Palabras, Testa explicó que las organizaciones sindicales fueron durante mucho tiempo la columna vertebral del peronismo por el lugar que ocupaban los trabajadores en la sociedad civil, pero hoy esa ecuación se invirtió. “Estamos cada vez más lejos de esa Argentina y más cerca de países como Perú o México en términos de dispersión social o de brecha económica”, apunta.
Entonces, ¿falta un sector sindical con la fuerza política que, en algún momento, supo tener sindicatos Camioneros o la Unión Obrera Metalúrgica para entrelazar las diferentes luchas? “Creo que Pablo Moyano lo está intentando”, aclara la fuente consultada, aunque advierte que la tradicional arenga peronista “Con los dirigentes a la cabeza o con la cabeza de los dirigentes” puede explicar la sensación térmica política del actual contexto.
“El tema es que si los dirigentes no se ponen a la altura de la demanda social deberá venir una nueva generación que tenga la capacidad de escuchar los reclamos, porque uno de los mayores problemas de la Argentina actual es la separación entre la política, la militancia de base y la población en general”, esgrime Testa.
Cómo rivalizar con Milei
Una de las dificultades de esta época política es que la crisis en la que está engarzada la experiencia política Milei es la de una “profunda desafección” de la sociedad de la política en general”. Así lo ve el politólogo Pablo Touzón, licenciado de la UBA y fundador de la revista electrónica Panamá.
En diálogo con Malas Palabras, Touzón advierte que “los políticos no saben cómo se hace política hoy, es como si les hubiesen cambiado las reglas”, a raíz de que el planteo libertario consistió en una “irrupción profunda de las reglas de la política”. Por eso, es común encontrar a referentes de la oposición, advierte, “convirtiéndose en memes”, lo que habla del auge de la cultura bait, un fenómeno que, de todos modos, según evalúa, “tiene un corto tranco”.
Touzón aclara que, así como las épocas marcan a sus dirigentes, razón por la que “los políticos del alfonsinismo eran todos parecidos entre sí, y los del primer kirchnerismo eran progres”, hoy el peronismo asoma como una expresión “de derecha”, con excepción del dirigente Juan Grabois.
Pero el problema de esa mímesis, apunta, es que para disputar con Milei: “ya hay Milei”. Por eso, insiste Touzón, la oposición debería “romper más el sistema y no menos”. El presidente libertario “se beneficia de que el sistema no se rompió para todos lados, y así las coaliciones como Juntos por el Cambio o el PJ viven como zombies”. En términos futbolísticos, Touzón avizora que la única manera de confrontar con Milei es “desbordándolo” para sobrepasarlo, más que aguantarlo.
El dilema de la lucha social encarnada en las organizaciones sociales es, para Touzón, que al haber estado imbricadas en un proceso político como el del kirchnerismo “ahora sufren el mismo deterioro”. Y pone un ejemplo: “La dirigencia promedio del Movimiento Evita, por ejemplo, ¿es considerada ‘lucha social’ o kirchnerismo por otros medios?”.
Así, si bien es necesaria una “profunda renovación en las organizaciones sociales y los sindicatos”, el analista admite que es “muy difícil plantarse en la lucha contra Milei” porque “es lo que le conviene” al nuevo presidente. La expresión política y social que articule la oposición “tiene que definirse si va más por lo social o por lo político” y, además, “revisar qué se hizo en estos años que deslegitima aparecer ahora con estas demandas”.
¿Se viene el estallido?
Testa apuesta por un ordenamiento del campo social desde la política porque, de otro modo, la resistencia al modelo libertario “no se logrará a los empujones”. “La única manera es por arriba, que alguien se anime a decir por dónde hay que ir, y afronte los costos que eso tiene, porque hoy nadie quiere tener un costo: un posteo en contra es una tragedia, si te critica un compañero es una ofensa tremenda”, opina Testa.
En el inicio de esta etapa, ¿podrá cumplir ese rol la CGT? Para Touzón, a la central obrera “no se le puede pedir más que lo que está haciendo ahora” porque “tiene que negociar sí o sí con el Gobierno”. “Ha funcionado como una contestación a Milei, pero no se va a poner al frente de una lucha porque sería un error”, dice el analista, que pone la lupa sobre el hecho de que esa organización debe “defender los derechos de sus trabajadores” y eso, en este caso, es “bajarle el voltaje” a la reforma laboral que busca Milei.
“Si sos dirigente político y tenés miedo, es un excelente momento para que te corras, y dejes avanzar a aquellos que no lo tengan”, advierte, Laura Testa, en un evidente llamado a todo el arco opositor. Milei, hasta ahora, no lo tuvo.