Por Julián Pilatti.- Las constantes medidas de ajuste del gobierno de Macri siguen haciendo crecer el conflicto social y la expresión del sector obrero organizado, con sus más y sus menos. Como queda expresado en la nota anterior, ahora van por la salud pública. Por eso aportamos más voces. Por eso, apostamos a que la grave cuestión no falte ni una sola vez en estas páginas.
Cuando el pasado 3 de agosto el Presidente anunció la devolución de los fondos retenidos a las obras sociales y la creación de un “Plan universal de salud”, el conjunto del pueblo lo vio como una buena noticia. Sin embargo detrás de aquellas progresistas y floridas palabras, se escondía nuevamente un intento de profundizar la comercialización de la salud pública.
Lo primero que hay que tener en cuenta es que se anuncia un plan universal de salud como si Argentina no tuviese ya un sistema público donde todas las personas pueden acceder a un hospital o una salita de prevención. La discusión de si este actual sistema de salud público funciona eficientemente y es de calidad es otro tema, pero esto no es lo que viene a proponer transformar el gobierno del cambio.
En un segundo punto, el Plan universal de salud no habla de financiar nuevos hospitales, infraestructura, tecnología o mejores salarios para los trabajadores de la salud, sino de una cobertura médica para aquellos que hoy no tienen obra social. Es decir que este Plan ignora de que ya exista un sistema de salud universal y gratuito.
“Desde CICOP fuimos muy rápidos en salir al cruce sobre este anuncio, haciendo una lectura política de este decreto, porque nosotros defendemos a la salud como derecho universal y no como un servicio”, nos cuenta María “Kuky” Sassiaín, fundadora de la Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de Provincia de Buenos Aires (CICOP).
Una de las pocas advertencias sobre el flamante Plan universal de salud vino de este joven sindicato, que nació en a mediados de los 80´, reuniendo asociaciones de profesionales que funcionaban aislados en diferentes hospitales de la Provincia, en la búsqueda por defender sus derechos como trabajadores de la salud.
Las consecuencias que podrían tener la implementación de este Plan no fueron advertidas por los grandes medios de comunicación, como se esperaba. Ante esta situación, la organización del pueblo parece ser nuevamente la única alternativa.
Como les va a otros
Para comprender mejor con qué objetivos se quiere implementar este modelo de salud, hay que saber en qué otros países se aplica y cuáles son sus resultados. Estados Unidos, México, Colombia y Chile son alguno de los países que desarrollan un Plan universal de salud, alentados por el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y otras corporaciones.
“En ninguno de estos casos se ha demostrado que se bajen problemáticas de salud, como mortalidad infantil, por ejemplo”, cuenta Mariano Salerno, un joven médico del Hospital Gutiérrez y también miembro de CICOP.
Estos países, además, son miembros de la “Alianza del Pacífico”, un ambicioso proyecto comercial que viene apuntalando Estados Unidos, país que presenta graves problemas en salud y donde la población que no tiene cobertura médica “se muere en la puerta de los hospitales”. Nuestro país ya entró a este acuerdo comercial como país observador y además reestructuró su relación comercial y política con el gobierno norteamericano, lo que hace pensar que el anuncio del Plan no pueda mostrarse aislado ante estas decisiones del gobierno de Macri.
La batalla de las palabras
“Hay una pelea que estamos perdiendo que es la del lenguaje”, dice “Kuky” de CICOP, mientras toma un mate interminable en una pequeña oficina que el sindicato tiene en el Hospital Rossi de La Plata. “Les llaman cobertura universal pero lo que terminan produciendo son verdaderos paquetes de servicios, donde según tu aporte, vas a acceder a determinado nivel de atención médica. Eso no es universal de ninguna manera”.
“Kuky”, como la conocen en los pasillos del Hospital, lleva más de treinta años como trabajadora de la salud y comprende la gravedad del asunto. Afirma que siempre hay que preguntarse quién dice las palabras y para dónde las apunta: “Este plan se puede insertar por el discurso. Tenemos que hacer mucha difusión de lo que realmente significa un plan universal de salud”, sostiene.
Lo que está en disputa son dos sistemas de salud completamente distintos. El primero es un sistema de salud único, donde el Estado es quien financia y provee las herramientas necesarias. Mientras que en el segundo, la financiación y las herramientas de la salud se proveen bajo la lógica de competitividad. De esta forma el objetivo central no termina siendo el paciente sino el negocio.
Por su parte Mariano, que recién comienza a insertarse en el mundo de la salud como profesional, transmite la indignación de los que creen que este Plan universal pueda perjudicar aún más el acceso de la población a una salud de calidad: “Por qué no usar todo ese dinero para la cobertura médica en mejorar los Hospitales, las salitas públicas y el sueldo de los profesionales. Si la gente no necesita un carnet para atenderse, la gente necesite que la atención de la salud sea de calidad”.
La resistencia y la propuesta
“Desde CICOP proponemos lo contrario, que se financie y se invierta en el sector público, para no caer en este plan de aseguramiento, que es mercantilizar la salud”, dice clara y enfáticamente, Sassiaín.
La Argentina tiene una particular historia de lucha de la clase obrera, que a lo largo del tiempo ha conquistado derechos laborales que en otros países del mundo fueron impensados en su momento, o que incluso hoy mismo serían un avance. Sin embargo, los nuevos gobiernos neoliberales buscan aplicar sus intereses detrás de un discurso agradable para el oído del pueblo. Poco a poco se intentará volver a instalar la noción de lo estatal como algo ineficiente y de esta manera también se apuntarán los cañones hacia la salud pública.
Respecto a esto, no hay que olvidar que el Ministro de Salud de la Nación es Jorge Lemus, salido de la escuela formadora de cuadros sanitarios neoliberales como Isalud. Ni tampoco a Mario Quintana, actual Secretario de Coordinación Interministerial y gerente de la empresa farmaceútica “Farmacity”. Claros ejemplos de que el pensamiento de la salud del gobierno está dirigido hacia el comercio y no hacia un derecho.
“La salud es el resultado de un proceso social, histórico y político. No podemos hablar de salud sin condiciones básicas satisfechas, como lo es el trabajo digno, la vivienda digna, la educación. No es lo mismo de lo que se puede enfermar una persona de un barrio popular al de uno que vive en el centro. Si se deja tantas personas en la pobreza es imposible mejorar la salud de un país”, explica Mariano de CICOP.
“La tarea es formarse, concientizar a los trabajadores de la salud y a las personas. Y después la unidad de distintos sectores, desde los sindicatos hasta los movimientos sociales, no solo para quedar en etapa de resistencia sino para proponer otro modelo de salud pública”, finaliza Mariano.
La lucha por la salud pública es otra de las pequeñas o grandes peleas dentro de la gran batalla popular. La Asociación Sindical de Profesionales de la Salud de la Provincia de Buenos Aires es una de las trincheras que algunos trabajadores de la salud han tomado para hacerlo.
Son tiempos para estar despiertos y dudar de aquellos que históricamente atentaron contra el pueblo. Para arrebatarle las palabras al poder y para hacerlas nuestra. Pero también son tiempos para juntarse y confiar mucho, sobretodo, en los y las compañeras de esta lucha.