A modo de festejo, tres extractos de textos que desbordan lo deportivo: reflexiones sobre el triunfo en el norte, el tobillo de Messi, la despedida de Ángel Di María y la hermosa costumbre de salir campeón.
Otro drama más
Por Juan José Becerra. Publicado originalmente en el DiarioAR
El llanto de Messi podría haber sido un instante terminal, pero fue el momento fundacional de la nueva gloria. Una Selección zorra y campestre le ganó a Colombia subiendo escalones de poca altura que fueron, esta vez, picos de elevación anímica.
Mientras sucedía el drama de Ángel Di María, que jugaba mientras se despedía (algo similar a que alguien juegue una final durante su partido homenaje), falló la mecánica de ese artefacto de otro mundo llamado Lionel Messi. El tobillo se le dislocó de una manera monstruosa; y el siguió, para peor. Otro drama más. Mejor todavía. El aura de esta Selección sólo aparece luego de alimentarse de toneladas de sufrimiento, así como se achancha en las buenas.
Ya habíamos visto el llanto de Messi en las pantallas, después de desplomarse en ese retroceso para recuperar una pérdida. Podría haber sido un instante terminal, el primero de un porvenir de incertidumbre, que ya va a llegar. Pero fue el momento fundacional de la nueva gloria. La tendencia al padecimiento como causa principal de sus proezas, fue otra vez lo que operó en favor de un nuevo imposible realizado. Así se mueve en la vida el Equipo del Goce.
La Scaloneta renovó la VTV de cara al futuro
Por Juan Ignacio Provéndola. Publicado originalmente en Página/12
Estados Unidos organizó la peor Copa América de la que se tenga recuerdo, al cabo de un fin de semana en el que -además- el proclamado país del fin del mundo le rompió el corazón a todo aquel que lo blande como ejemplo a seguir, especialmente después del confuso atentado al ex presidente y candidato Donald Trump.
La economía de mercado explotó a la altura del tobillo de Lionel Messi, quien pagó con una lesión extremadamente sensible el costo de jugar en canchas improvisadas. El circo construido alrededor de la pelota contempló DJs en los partidos, hotdogs a la carta en las tribunas, fancams para que los hinchas se vean enfocados en la pantalla gigante de los estadios, el show de Shakira (que por primera vez en la historia obligó a duplicar la duración de un entretiempo) y un sinfín de artilugios. Aunque ninguno de ellos contempló el activo más importante de esta industria: la comodidad de los jugadores para poder hacer lo suyo en un campo más pertrecho que la peor de las canchitas de un papi fútbol.
Una selección de época
Por Alejandro Wall. Publicado originalmente en Tiempo Argentino.
Aunque sea por televisión, o gracias a un link de Fútbol Libre, cada partido de la selección fue un viaje, unas pequeñas vacaciones, la hora y media en la que te olvidás que hay que pagar cuentas y que el sueldo no alcanza. Que no cambia nada en el fondo, pero te lo cambia todo por un rato.
Hace tres años, en el Maracaná, la Argentina terminó con 28 años de frustraciones. Fue una selección campeona en tiempos de coronavirus. La Copa América de 2021 se jugó en estadios vacíos. El equipo vivió en su burbuja, entre protocolos sanitarios y testeos. No había banderazos ni canciones en las tribunas. Con el gol de Ángel Di María, el festejo en las calles decretó el final simbólico de la pandemia. El pueblo futbolero, aún de forma fallida, con un velorio que no fue, había tirado abajo el aislamiento social para despedir a Diego Maradona golpeado por la tristeza. Pero la noche del domingo 10 julio de 2021 volvió a salir para celebrar su felicidad. La selección fue el rescate de un duelo colectivo. También un desahogo.