En una Argentina sacudida por una crisis que parece interminable, el eco de la esperanza aún resuena en las voces de aquellos que se aferran al liderazgo de Javier Milei. Las personas consultadas confían en que el sacrificio de hoy traerá un mejor mañana.
Por Mariana Portilla
Ilustración: Adictos Gráficos
Claudio Velázquez se despierta a las 6 de la mañana, antes de que asomen los primeros rayos del sol por su ventana. Mientras repasa mentalmente las obligaciones de la jornada, se viste, toma unos mates y sale rumbo a la parada de colectivo. Hace una década que trabaja en la Municipalidad de Mendoza como empleado público, tiene 39 años y comparte alquiler con su hermano mayor para dividir gastos. Aunque la economía no le sonríe, hay algo en la gestión de Javier Milei que le infunde una confianza inquebrantable.
«Desde que asumió como presidente mi situación económica no mejoró: los aumentos de las tarifas se hicieron sentir y me tuve que ajustar para poder llegar a fin de mes y no tener deudas. También postergué compras de ropa, salidas y asados con la familia y los amigos. Pero, a pesar de todo, Milei me da esperanzas. Sinceramente, nunca tuve esta confianza en otro gobierno», confiesa a Malas Palabras.
Milei ya superó los 230 días en el gobierno, y en ese tiempo, el país ha sido testigo de un aumento del desempleo del 32,4%, con más de 1.088.000 personas afectadas, según un informe del Centro de Estudios para la Recuperación Argentina (Centro RA), de la Facultad de Económicas de la UBA.
A pesar de los números desalentadores de su día a día, Claudio sigue confiando en el programa de gobierno: «Veo que desenmascaró muchos curros y eso me hace sentir que hay cosas que se hacen bien, además de que el superávit se ha mantenido en alza”.
Sobrevivir al ajuste
Para Claudio y muchos otros, la esperanza es el pilar que sostiene su dificultosa cotidianidad frente a una crisis que parece no tener fin. Proyectan en Milei una figura capaz de revertir la situación. Un líder polémico, excéntrico, que sigue siendo su faro en medio de la tormenta.
Es el caso de la ciudadana bahiense Susana Bachetto, de 59 años, que trabaja como secretaria en un instituto médico desde hace 17 años y vive con su esposo recientemente jubilado y un hijo soltero. En diálogo con Malas Palabras asegura que económicamente no están mal, pero que viven al día, sin gastar de más: “Trabajamos los tres y sacrificando algunas cosas si queremos ahorrar».
«Decidí votar a Milei porque quería algo nuevo. Sus propuestas me parecían arriesgadas, pero necesitábamos un cambio, y para salir adelante hay que arriesgar. No vamos a recuperar de un día para el otro lo que se perdió, lo que los kirchneristas se robaron, pero me parece que estamos encaminados y por eso lo sigo apoyando», afirma con determinación. Su expectativa es tan firme como la esperanza de que el cambio, aunque lento, finalmente llegue.
Lo mismo siente Hugo Ferreira, operario en una empresa del Polo Petroquímico de Ingeniero White (sur de la provincia de Buenos Aires), aunque adopta una postura más pragmática. Reconoce que los cambios propuestos por el libertario no han sido fáciles de asimilar, pero los considera necesarios: «No sé si es lo que esperaba, quizás sus medidas fueron muy abruptas, me refiero a los aumentos de servicios, a la baja de contratos en el Estado, a la quita de subsidios al transporte público, pero era una mentira lo que estábamos viviendo, no podemos estar subsidiados toda la vida».
A sus 46 años, observa cómo las políticas del gobierno impactan con crudeza en su entorno: «Yo tengo la espalda más ancha para aguantar los cimbronazos, pero noto cómo afectan a mi familia y a mis amigos. Igualmente, sigo apoyando a Milei porque estos eran cambios necesarios que había que hacer».
Flavia Barreiro, auxiliar docente en un jardín de infantes de Bahía Blanca, lleva 32 años trabajando incansablemente para mantener a su familia. Vive con su esposo jubilado hace dos años y su hijo universitario. Aunque su situación económica es «limitada», su convicción política se mantiene firme.
«El año pasado elegí a Milei porque no había otra propuesta para sacar al kirchnerismo del poder, que tan mal nos hizo y nos hace, aunque hoy en día me pregunto si hice bien porque no veo un buen camino para salir adelante. Nos está costando mucho solamente vivir. Este gobierno me genera preocupación, pero después de tantos años de corrupción, estafas, mentiras, me gustaría ver a mucha gente tras las rejas devolviendo todo lo que se robaron”, enfatiza.
Cuando Flavia habla de la oposición, no oculta su indignación. Para ella, el kirchnerismo representa lo peor que le ha sucedido al país. «Son los responsables de la vagancia que impera en nuestra sociedad, de la cultura del no trabajo y del conformismo que se ha instalado por unos pocos pesos», sentencia con firmeza.
“Milei o el abismo”
“Somos Libres” es la agrupación de derecha liberal de la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) que nació a fines de 2019 y se consolidó en pandemia, detrás de figuras del liberalismo como Javier Milei, Ricardo López Murphy y José Luis Espert. En su plataforma se presenta como un espacio para “transformar el modelo de gestión universitaria argentina manteniendo su carácter público, buscando eficiencia, modernidad y transparencia para brindar acceso basado en méritos académicos”.
Rocío Gómez, estudiante de Ciencias Económicas y militante de la agrupación, habla con Malas Palabras en un parate de la campaña para las elecciones universitarias que se desarrollarán del 2 al 6 de septiembre. A sus 22 años, combina los estudios con un pequeño negocio familiar de cosmética y bijouterie. Apuesta a Milei porque está cansada de la inseguridad y de la frustración de sus amigos “por no poder salir al mundo liberal”.
«La inflación de Sergio Massa para nosotros, los comerciantes, fue de terror», recuerda y, aunque reconoce que los tiempos siguen siendo difíciles, pudo estabilizarse en precios y stock, e incrementó sus ventas.
Rocío asegura que al militar en una agrupación libertaria, uno de los principales cuestionamientos que recibe por parte del estudiantado es por el magro salario de los trabajadores universitarios. Según Piera Fernández, presidenta de la Federación Universitaria Argentina, desde que gobierna La Libertad Avanza los docentes perdieron la mitad del poder adquisitivo: “Es el deterioro salarial más grave en 40 años”.
“Entiendo que hay un atraso en los sueldos, que el aumento no es suficiente, pero es de igual manera para todos los trabajadores del Estado y hay un consenso social de ajuste: el gobierno ganó diciendo que iba a hacer lo que está haciendo y la gente lo entiende como tal, pero también porque no hay una figura fuerte del otro lado, no hay otro líder, es Javier o el abismo, porque los que están del otro lado son diez veces peor”, sintetiza la estudiante.
En medio de la crisis, la fe en Milei sigue siendo una constante para muchos argentinos. Aferrados a la esperanza de un futuro mejor, estos seguidores están dispuestos a enfrentar los desafíos que se presenten, convencidos de que el cambio, aunque doloroso, es necesario para salir adelante.