Aunque no la única, el golpe de Estado dado a Dilma Rousseff es una muestra contundente de la ofensiva conservadora en el continente de la que venimos hablando desde hace varios números. Cuando no se pudo con votos populares, una acusación de mal manejo de números pero con respaldo suficiente de manos alzadas, posibilitó la alteración del orden institucional. Reflexiones de todo tipo se alzaron contra esa trampa, que se diferencia solo con matices de ejecución respecto de las que observan ahora, por ejemplo, en Venezuela.
El Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, fue una de las voces que irrumpieron críticamente por la situación brasileña: “Un puñado de parlamentarios acusados de corrupción han condenado con discursos y mediaticamente a un presidente – elegido por voto de la mayoría de su gente – por actos de corrupción que no han sido probados. Ya que no podían retirarlo de su cargo por esta razón, penalizaron actos de gobierno, que han sido utilizados por los gobiernos anteriores y de otros países, estableciendo un precedente legal serio para los actos de las administraciones actuales y futuras en la región. Si Rousseff ya no es presidente de Brasil, es porque hubo un golpe parlamentario”.
“Hablé en la reunión del 28 de abril en el Senado de Brasil, dije a los senadores que el país se dirigía a un «golpe». No es casualidad que después de mis palabras, senadores de la oposición exigieron censurar mi sentencia en el registro taquigráfico”, relató.
Añadió que “con este golpe para el país más grande de América del Sur, ni siquiera está garantizada la democracia representativa. Es decir, si 51 senadores puede votar en contra de 54 millones, la democracia está de luto”.
Mientras tanto, el pueblo brasileño tiene nuestro apoyo en esta fase de la resistencia por la defensa de nuestras democracias. No es el primer golpe leve este siglo y no será el último, ya que hay muchos trabajando para eso. Esta es una operación regional ahora para el gigante del sur y, a continuación, va a Venezuela, Ecuador, o Bolivia. O sea para el futuro de todas las alternativas de política que no quieren bajar la cabeza. La esperanza esta siempre en las personas que son los garantes de la democratización de las democracias para convertir la pena en vida y el dolor en lucha”, finalizó.
Chomsky: la elite se deshizo del PT
Tras recordar situaciones de golpes blandos en otras regiones del continente americano, como Venezuela en 2002, Haití en 2004, u Honduras y Paraguay, en años recientes, el filósofo y activista social Noam Chomsky, consideró que “lo que está sucediendo en Brasil es lamentable de muchas maneras. En primer lugar, se ha producido un nivel masivo de corrupción. Lamentablemente, el PT, el partido de Lula, que tenía una oportunidad real de lograr algo muy importante, se unió a una elite tradicional, y lo pagó caro. La élite detestaba Partido de los Trabajadores y ahora utiliza esta oportunidad para deshacerse del partido que ganó las elecciones. No estaban a la espera de elecciones, que probablemente iban a perder. El propio New York Times reconoció que Dilma Rousseff, no era un líder político que hubiera robado para beneficiarse a sí misma. Pero fue acusada de manipulaciones en el presupuesto, tomando de un rubro y poniéndolo en otro. Tal vez sea una mala acción de algún tipo, pero ciertamente no justifica el juicio político, ni menos su destitución”.
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¡Fuera Temer, aunque tarde!
por João Pedro Stedile * Economista, es miembro de la coordinación nacional del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST) y de Vía Campesina Brasil.
El golpe parlamentario/ judicial/ mediático está consumado después de largos capítulos de una novela de la que ya se sabía el final, porque la mayoría de los actores ya habían cobrado para ejercer apenas aquel script.
El problema no era de DILMA, que hasta se esforzó para adoptar el ajuste fiscal exigido por la burguesía y entregó la política económica a Bradesco, en el 2015. No hubo crimen, al final de cuentas, el Sr. Temer también firmó decretos de pedaleadas fiscales y más de 17 gobernadores, entre ellos el relator Sr. Anastasia. Ninguno de ellos fue castigado.
La farsa fue tan grande que no tuvieron coraje de quitarle los derechos políticos y apenas le robaron el mandato.
La burguesía precisa de un gobierno totalmente suyo para poder implementar su plan neoliberal, y así recuperar sus lucros y acumulación de capital frente a la grave crisis económica que vivimos, aquí en Brasil, en América Latina y en todo el mundo. O sea, precisan cargar sobre las espaldas del pueblo, los costos de la crisis. Y para eso es necesario tener el control absoluto de todos los poderes de la República: ejecutivo, legislativo, judicial y los medios.
Ahora, cabe a las fuerzas populares, iglesias, intelectuales, artistas y medios de comunicación, analizar nuestros errores, corregirlos y seguir firmes, unidos para enfrentar las próximas batallas que serán tan importantes cuanto las batallas contra el golpe.
La batalla a seguir será defender los derechos sociales y laborales, frente a la avalancha neoliberal que vendrá desde el congreso, ¡de desmonte de todos los derechos conquistados en el último siglo!
Después. Sin seguir el orden cronológico, está la batalla por la defensa de los recursos naturales que la burguesía quiere privatizar para recuperar su patrón de acumulación, como el petróleo del pré-sal, las tierras, la biodiversidad, los minerales, el agua, etc..
Tenemos la batalla por garantizar los recursos públicos, que nuestros impuestos sean destinados a las necesidad de la población, en la salud (se avecina el desmonte del Sistema Único de Salud), en la educación, en vivienda popular y en reforma agraria.
No podemos callarnos frente a las denuncias de la Operación Lava Jato [que investiga corrupción en la Petrobras], que incrimina al vicepresidente impostor y varios ministros. Debemos exigir el justo castigo de esos dirigentes del PSDB, DEM, PP y PMDB, que ahora posan como si no se debiesen nada y se esconden atrás de la clara persecución a dirigentes del PT.
Precisamos derrotar a este gobierno golpista. Él no tiene ninguna legitimidad. No fue electo por el pueblo. Muchos senadores que lo eligieron, responden a procesos de corrupción, de todo orden. El programa que está adoptando, de ataque a los derechos del pueblo, no fue elegido por las urnas.
Por eso FUERA TEMER, es una necesidad para recomponer el proceso democrático brasileño.
Todas esas batallas exigen luchas de masas y grandes movilizaciones populares. La salida más rápida que las calles pueden conquistar es exigir la realización de un plebiscito popular, que devuelva al pueblo el derecho a decidir, sobre el pré-sal; sobre la anticipación de las elecciones, sobre la convocatoria a una asamblea constituyente.
Muchas luchas nos esperan por delante.
A los golpistas, sólo les restan las burlas que el basurero de la historia les reservó.