Trabajadores, estudiantes y jubilados anudan la protesta social en un proceso de unidad iniciático. ¿Cómo se construye confianza política y un plan de acción común entre sectores sociales y etarios disímiles?
Opinan Hugo Godoy (central sindical CTA-A), Isabel González Puente (movimiento estudiantil UBA) y Olivia Ruiz (secretaria de Previsión Social de la CTA-A)
Por Nicolás Poggi
Ilustración: Juan Soto
Veto al aumento a los jubilados, veto a la actualización del presupuesto universitario, reforma laboral “de hecho” gracias a la promulgación de la ley Bases. El gobierno de Javier Milei profundiza su ataque a los sectores populares y de los trabajadores, y un sector del sindicalismo busca amalgamar las partes de ese mosaico roto para darle forma a una estrategia de resistencia colectiva con la posibilidad de un tercer paro general en el horizonte.
Las multitudinarias marchas universitarias, las protestas por los derechos de las mujeres y diversidades, las marchas de los miércoles de los jubilados, la atención full time en los comedores populares son apenas muestras de una organización dispersa. ¿Se puede pensar en una estrategia común de unidad contra el ajuste?
Las centrales sindicales CTA Autónoma y de los Trabajadores iniciaron el proceso formal para la reunificación de ambas organizaciones en una sola escudería, en busca de representar y contener a los distintos sectores afectados por las políticas del gobierno: jubilados, trabajadores, estudiantes, desocupados. “Hemos diseñado una serie de acciones camino a la construcción de condiciones para un paro general, y que en octubre significará una marcha al Congreso el miércoles 23 para reclamar que se derogue y anule el decreto 70/23”, indicó ante Malas Palabras Hugo “Cachorro” Godoy, secretario general de la CTA-A.
“Hemos diseñado una serie de acciones camino a la construcción de condiciones para un paro general, y que en octubre significará una marcha al Congreso el miércoles 23 para reclamar que se derogue y anule el decreto 70/23”
Hugo Godoy, secretario general de la CTA-A
Godoy destacó que, en ese trayecto, los trabajadores organizados han empezado a articular acciones comunes con distintos sectores de la sociedad: “La convocatoria a la marcha para rechazar el veto al financiamiento universitario la hicimos en conjunto con varios movimientos estudiantiles y centros de estudiantes, y también unificamos la lucha con los diversos movimientos sociales que están planteando al Ministerio de Capital Humano que atienda la urgencia del hambre. Además, nos vamos a reunir con pequeños y medianos empresarios, tanto de la ciudad como del sector agrario”, completó.
La lección universitaria
Con las dos marchas multitudinarias del 23 de abril y el 2 de octubre, los estudiantes universitarios dieron una lección de resistencia al Gobierno y se constituyeron como un actor político de peso en la era libertaria. Lo explica Isabel González Puente, militante de la agrupación La Mella y copresidenta del centro de estudiantes de Filosofía y Letras: “El ajuste al presupuesto universitario logró volver a construir al movimiento estudiantil. En los últimos años se había diluido ese rol, y la situación nos obligó a tener que volver a organizarnos y pensar estrategias de resistencia”.
“Fuimos gestando distintas formas de organización vinculadas las clases públicas, ruidazos y otras medidas para visibilizar el conflicto, primero, y llegar luego a las movilizaciones gigantes que tuvimos, con miembros de la comunidad educativa, y gente movilizada por la universidad más allá de que estuviera estudiando o no”, destacó González Puente desde una de las tomas en la UBA.
¿Hay una intención de pensar la resistencia universitaria dentro de un plan mayor de oposición a Milei? “Queremos que este conflicto le implique un costo político al gobierno y que no sea sólo una victoria del movimiento estudiantil, sino una puerta de entrada para todos los sectores de un campo popular que viene muy desmoralizado”, respondió la dirigente estudiantil.
“Queremos que este conflicto le implique un costo político al gobierno y que no sea sólo una victoria del movimiento estudiantil, sino una puerta de entrada para todos los sectores de un campo popular que viene muy desmoralizado”
Isabel González Puente, militante de la agrupación La Mella
Las tomas de las facultades, que se profundizaron en la UBA y en otras ciudades del país después de la ratificación legislativa del veto a la ley de financiamiento universitario, son una muestra concreta de esa lucha. “Si el Presidente eligió vetar la ley al día siguiente de que hayamos llenado la Plaza del Congreso con más de un millón de personas, hay una necesidad de escalar el conflicto. Vamos a profundizar estas medidas de lucha. Nosotros ya elegimos de qué lados estamos, y si ellos eligen estar del lado de la entrega de nuestros derechos, estaremos ahí resistiendo”, advierte González Puente.
En busca de una salida política
Ante la diversidad de acciones del campo popular contra las medidas de ajuste se impone, claro, la pregunta por la necesidad de una representación política que pueda sintetizar la multiplicidad de demandas. En las tomas universitarias tienen claro que todavía es prematuro hablar de esa conformación. “Hay algo de lo sectorial que excede lo electoral. Nosotros estamos en las tomas con compañeros de organizaciones muy diversas, con los que no compartimos lo electoral. Sí, sería importante que puedan haber expresiones electorales que sinteticen a los sectores que vienen organizándose y resistiendo estas políticas pero para proponer una alternativa, para explicar por qué la universidad pública es importante, por qué la salud pública es necesaria y por qué los jubilados tienen que cobrar bien. Hay que contraponer modelos de país”, explica González Puente, representante de La Mella, la agrupación estudiantil que, en alianza con La Cámpora, recuperó el centro de estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA, y que en las tomas convive con otras expresiones políticas como la izquierda.
“Cachorro” Godoy también apuesta a un proceso que se cocine a fuego medio. “Hay quienes creen que hay que esperar a las elecciones del 2025 para expresar el rechazo a las políticas del Gobierno. Nosotros decimos que es imprescindible que la rebelión de nuestro pueblo vaya tomando cuerpo y capacidad para impedir que este Gobierno siga adelante como lo está haciendo, y eso requiere también recrear liderazgos”. Para el referente de la CTA-A: “la única posibilidad es que, al calor de las luchas, resistencia y generación de propuestas alternativas, se generen nuevos liderazgos”.
Los herederos de Norma Plá
La foto actual tiene conexiones con los ‘90 y la posterior crisis de 2001, cuando clase media y sectores populares se unieron bajo una misma demanda. También los jubilados, ayer como hoy, estuvieron entre los que le pusieron rostro en la calle a ese reclamo, ayer con la dirigente Norma Plá, y hoy con distintas organizaciones que los representan y que buscan sumarse a una confluencia mayor. “Necesariamente va a pasar. Ahora, muchas de las organizaciones de jubilados vamos al Encuentro de Mujeres (segundo fin de semana de octubre en Jujuy). También hemos construido lazos con los jóvenes, a partir de la situación y de su solidaridad, pero también a partir de las charlas para entender que el sistema previsional que defendemos no es nuestro, sino también el futuro de ellos”, aseguró ante Malas Palabras Olivia Ruiz, secretaria de Previsión Social de la CTA-A.
«También hemos construido lazos con los jóvenes, a partir de la situación y de su solidaridad, pero también a partir de las charlas para entender que el sistema previsional que defendemos no es nuestro, sino también el futuro de ellos”
Olivia Ruiz, secretaria de Previsión Social de la CTA-A
Ruiz identifica esta etapa del país como un revival atroz de los ‘90. “Después del 2001 hubo reparación de derechos en todos los ámbitos, y todo lo que se está atacando ahora fue lo que se construyó después de esa crisis, porque lo que en aquella época se llamaban planes sociales, hoy se llama Asignación Universal por Hijo (AUH) o Potenciar Trabajo”, advierte Ruiz.