¿Qué expresa el beso torpe y cringe entre Milei y “Yuyito” González? ¿El homo economicus libertario está imposibilitado para el amor? ¿La Patria es el follower?
Por Emiliano Guido
“Todo el día estás pensando en Argentina”, confesó “Yuyito” González en el inicio de la entrevista a su novio, el presidente Javier Milei, realizada días atrás en el canal Ciudad Magazine. Evidentemente, por su rostro fulgurante al momento de compartir el secreto de alcoba, no reparó en la autolesión afectiva infringida. Si el macho alfa libertario tiene un solo tema en la cabeza, ¿en qué momento piensa en ella? “Yuyito” buscó de forma denodada imprimir calidez emotiva a la charla. Pero, el mandatario, registrado siempre desde un ángulo cenital algo inclinado, se aferró a enumerar datos económicos de la gestión.
A pesar de la evidente escasez de recursos, Ciudad Magazine es una señal de escaso share, la producción de la nave televisiva tuvo el acierto de decorar el set con una pantalla/wallpaper rebosante de tulipanes. Por momentos, esa imagen, quizás hallada por los productores en una rápida búsqueda por Google de flores holandesas, funcionó como contrapunto cromático de un diálogo amoroso y político gris.
Hasta que la meseta emocional llegó a su fin con un hilado de picos narrativos propios de una sitcom clase B. Milei utilizó la palabra “profilaxis” para contar que habían decidido con su amada practicar un ayuno sexual la noche previa con el fin de llegar a la cita periodística con la mente fresca. Y también llegó el momento esperado, de pie, ya despojados de la tarea del reportaje, se dieron un beso. Para ser justos con los hechos, más bien chocaron sus bocas con labios congelados. Un beso de piedra.
Y también llegó el momento esperado, de pie, ya despojados de la tarea del reportaje, Milei y “Yuyito” González se dieron un beso. Para ser justos con los hechos, más bien chocaron sus bocas con labios congelados. Un beso de piedra.
El momento narrado sirvió, quizás, para evidenciar que el homo economicus libertario tiene más prestancia física para tomar con sus manos el rectángulo metálico con piel de vidrio que mueve el mundo, el teléfono celular, que para rozar con sus dedos la cara de su ser amado.
La vida es un emoji
El tecnofeudalismo es un concepto nuevo, fresco, de poco kilometraje. Pero, ya encandiló a buena parte de la comunidad académica nacional, popular y de izquierda. La categoría analítica hace anclaje en hechos fácticos: producto de la irrupción de internet en el ecosistema económico y social, el mundo cambió demasiado. Hay menos fábricas con chimenea, prevalece el capitalismo de plataformas. Hay menos juntada con los amigos en la esquina del barrio, prevalece la conversación por WhatsApp. El economista griego Yanis Varoufakis, que fue ministro en el breve gobierno heleno de izquierda de Syriza, hizo muchos dobles clicks sobre el término en su reciente libro “Tecnofeudalismo- el sigiloso sucesor del capitalismo”.
Mucho más cerca de Atenas, el escritor y ensayista Nicolás Mavrakis inició en noviembre un seminario sobre el tópico en cuestión en un centro de estudios de ciudad de Buenos Aires, así que Malas Palabras lo consultó para que amplíe la explicación sobre un término adherido a otra palabra total, el neoliberalismo. “El tecnofeudalismo describe un rediseño de las relaciones de poder alrededor del capitalismo neoliberal y su relación con la infraestructura técnico-digital globalizada. Además, concita un llamado de atención ideológico muy puntual. Lo que suele experimentarse como un libre juego del individuo no es otra cosa que un marco muy limitado de sujeción a un proceso controlado de usura financiera e improductividad económica real”, respondió el autor de novelas como El recurso humano y Una historia de la noche y otras técnicas.
Besos de piedra
Evidentemente, la nueva etapa del capitalismo, más concentrado y digital, tiene como exponentes empresariales al dueño del Tesla Elon Musk, y a la variante outlet criolla, el dueño de Mercado Libre Marcos Galperin. Y en el plano político, el gran frontman del tecnofeudalismo, por lo pronto en el sur global, es el novio de “Yuyito” González. Este gran rediseño de las relaciones económicas y sociales, tienen un común denominador: la precarización de las condiciones laborales, y afectivas también.
La nueva etapa del capitalismo, más concentrado y digital, tiene como exponentes empresariales al dueño del Tesla Elon Musk, y a la variante outlet criolla, el dueño de Mercado Libre Marcos Galperin. Y en el plano político, el gran frontman del tecnofeudalismo, por lo pronto en el sur global, es el novio de “Yuyito” González.
Dice Mavrakis a Malas Palabras: “la atomización de las personas bajo sus respectivas fantasías de autosuficiencia, de lo cual deriva en última instancia la sospecha ante entidades colectivas como el Estado, encontraron en las plataformas del tecnofeudalismo una realización plena. Es por eso que percibimos la disgregación del ciudadano en consumidor, de la pareja estable en el permanente donjuanismo, del amigo que busca compartir algo con alguien en el exhibicionista sin pudor que convierte su propia intimidad en mercancía para recolectar reconocimiento vano en las redes, y un largo etcétera”.
La investigadora y especialista en discurso político Sol Montero acaba de publicar el libro Avatares en el poder- claves del discurso político en redes, un texto editado por la universidad Unsam que describe con buen pulso narrativo cómo las redes sociales, donde el novio de “Yuyito” González y sus perros guardianes se muestran como los mejores del condado, concentran la discusión pública. “Los estudios sobre audiencias muestran hasta qué punto los ciudadanos vivimos inmersos en un entorno digital que envuelve e informa nuestras vidas cotidianas. Sería vano anhelar con nostalgia aquellos tiempos en los que la palabra política era esporádica, pero contundente, argumentada, plena de contenido. Hoy los usuarios comparten por minuto alrededor de 1,7 millones de piezas de contenido en Facebook, 66 mil fotografías en Instagram y 347.200 tuits, pero, paradójicamente, tenemos la sensación de que la información es vacua, falsa o superficial, incluso cuando sus fuentes son confiables”, advierte Montero en las primeras páginas de Avatares en el poder.
«Es por eso que percibimos la disgregación del ciudadano en consumidor, de la pareja estable en el permanente donjuanismo, del amigo que busca compartir algo con alguien en el exhibicionista sin pudor que convierte su propia intimidad en mercancía”
Nicolás Mavrakis, escritor y ensayista
Es la era de la crueldad, dijo recientemente el escritor Martín Kohan. Buena parte de esa crueldad, afectiva y económica, se vehiculiza sobre la ciudadanía de forma permanente con la persistencia de un zumbido mediante los teléfonos celulares. La imantación que genera el brillo zombie de esos artefactos sobre la mente y los corazones es abrumador.
En la era del tecnofeudalismo ganan, por ahora, los crueles. Hombres y mujeres despojados de empatía, adictos al dinero, incapaces de darse un beso pleno de amor.