El Frente Amplio ganó las elecciones presidenciales. Es la cuarta vez que lo hace en los últimos cinco comicios. Sin embargo, sin mayoría en el Congreso, pero con el dominio del Senado, no se anticipan grandes sobresaltos, más bien un “cambio controlado”. A nivel regional, el Mercosur respira un poco. Hablan la politóloga uruguaya Tamara Samudio y la internacionalista Julieta Zelicovich.
Por Dacil Lanza, analista internacional
El domingo 25 de noviembre, pero de 1984, Uruguay concurría a las urnas para dejar atrás la dictadura cívico-militar que controló el país entre 1973 y 1985. También un 25 de noviembre, pero cuatro décadas después, el país oriental volvió a las urnas y eligió a Yamandú Orsi con 1.196.798 votos (49,8%), quien se impuso al oficialista Álvaro Delgado, quien se quedó con 1.101.296 (45,9%). Una vitalidad democrática rozagante, así como la transición de poder y gobernabilidad.
«Larga vida a los partidos políticos del Uruguay. Larga vida a nuestro sistema republicano democrático», dijo Orsi en los festejos. Y a eso se suma que la democracia uruguaya sigue movilizando a su electorado, este año la participación ciudadana a las urnas rondó el 90%, tanto en primera como segunda vuelta. Orsi, de hecho, fue definido como candidato en una interna del Frente Amplio (FA) que fue histórica en términos de participación, mostrando la vitalidad de los partidos tradicionales. Blancos y colorados también siguen siendo sellos partidarios competitivos.
“Uruguay tiene algunas trayectorias muy particulares en lo que tiene que ver con la ‘partidocracia’, la existencia de partidos fuertemente institucionalizados y que logran generar la adhesión de la mayoría de la ciudadanía. Eso quedó plasmado en octubre, cuando más del 85% de la población había optado por partidos tradicionales. Los partidos son una suerte de barrera o un obstáculo para crear una opción electoral desde un lugar outsider o del antipartido”, dijo a Malas Palabras la politóloga uruguaya Tamara Samudio.
Sin embargo, desde algunas tribunas, como la del conservador diario uruguayo El País, se clama por dar una “batalla cultural”, como sí se está haciendo, advierten, en “Argentina, en Estados Unidos, en Alemania y Francia”. Nombrar a esos países es en realidad una sinécdoque, un intento de nombrar el todo por la parte, ya que en realidad quieren decir que los ejemplos a seguir son Javier Milei, Donald Trump, los neonazis de Alternativa para Alemania y la francesa Marine Le Pen. Desde allí se reprochó que el actual oficialismo, a pesar de haber hecho -según el criterio del matutino- una buena gestión en términos económicos y políticos, terminó debatiendo minucias que no entusiasman a nadie.
Desde algunas tribunas, como la del conservador diario uruguayo El País, se clama por dar una batalla cultural, como sí se está haciendo, advierten, en Argentina, en Estados Unidos, en Alemania y Francia. Nombrar a esos países es en realidad una sinécdoque, un intento de nombrar el todo por la parte, ya que en realidad quieren decir que los ejemplos a seguir son Javier Milei, Donald Trump.
Un congreso que salta la polarización (por ahora)
Por ahora, no solo a nivel presidencial, sino también en el Congreso, los partidos también dominan la escena. El 27 de octubre, en la primera vuelta, ya se había definido la representación de ese poder. El legislativo renovó la totalidad de las bancas y el FA se quedó con la mayoría en el Senado, pero ni este espacio ni la Coalición Republicana -actual oficialismo en retirada, integrado por los partidos Nacional (PN), Colorado (PC), Independiente (PI), y Cabildo Abierto (CA) sumado su escisión el Constitucional Ambientalista (PCA)- tendrá el control de la Cámara de Representantes. En concreto, el frenteamplismo obtuvo 16 de los 30 asientos de la Cámara Alta, y 48 de las 99 de la de Representantes, mientras que la coalición antes conocida como “multicolor” quedaría con 49.
De todos modos, según Samudio, hay algunos dirigentes de partidos tradicionales, como los senadores del Partido Nacional, Sebastián Da Silva y Graciela Bianchi, que han desarrollado una “estrategia en Twitter de acusaciones constantes, ridículas, de noticias falsas, y de la reproducción de discursos de odio. Es preocupante, y además el PN no ha tenido una reacción ejemplificante y califican sus declaraciones como a título individual, pero es sumamente violento y nocivo”.
Si se habla de polarización a partir de las extremas derechas, hay que recordar que es de forma asimétrica, porque del lado de la izquierda y el progresismo “a la Orsi”, la centroizquierda uruguaya está lejos de radicalizarse. Hay moderación y esto es parte de un malestar interno al FA, pero sin riesgos de que estos deriven en un desmembramiento. La disciplina partidaria -o frentista- seguirá en pie.
“Las prioridades de gobierno que estableció el Frente Amplio en su programa no ofrece cambios estructurales o innovadores en materia de política pública. Sí establece la necesidad de orientar el gasto público a garantizar determinados derechos como educación, salud, cooperativas de vivienda, pero en algunas otras cuestiones ha sido más tibio”, dijo la politóloga.
“Las prioridades de gobierno que estableció el Frente Amplio en su programa no ofrece cambios estructurales. Sí establece la necesidad de orientar el gasto público a garantizar determinados derechos como educación, salud, cooperativas de vivienda, pero en algunas otras cuestiones ha sido más tibio”.
Tamara Samudio, politóloga uruguaya
Orsi, la región y el Mercosur
Desde estas latitudes, se sigue con atención un plano de la política exterior de Orsi: su relación con el Mercosur. Lacalle Pou insistió en flexibilizar el bloque para lograr acuerdos unilaterales, en este caso con China, pero sus socios lo resistieron. Algo que el presidente argentino Javier Milei sigue con atención para avanzar, según comentó el último mes, con un acuerdo similar con Estados Unidos.
“La victoria de Orsi, si bien puede marcar un cambio respecto de las preferencias que Uruguay venía manifestando en el Mercosur para negociar con terceros países de manera unilateral, en realidad no tiene un impacto muy significativo en la dinámica del bloque regional porque este viene hace casi una década funcionando con bajos niveles de sintonía ideológica entre los presidentes. Ya desde la presidencia de Jair Bolsonaro el Mercosur ha tenido vaivenes en las dinámicas de la diplomacia presidencial que corresponden a la polarización cada vez más marcada entre los países que integran el bloque regional”, explicó a Malas Palabras la internacionalista Julieta Zelicovich.
“El Mercosur actual es uno de baja intensidad, más técnico y en donde cada vez inciden menos las diferencias entre los presidentes, porque el bajo alineamiento ideológico entre los presidentes ya es un elemento corriente”.
Julieta Zelicovich, analista internacional
Para la analista, la integración regional “ha tenido que centrar sus dinámicas de funcionamiento en aspectos que trascienden ese cambio en los liderazgos políticos” y por eso, el Mercosur actual es uno “de baja intensidad, más técnico y en donde cada vez inciden menos las diferencias entre los presidentes, porque el bajo alineamiento ideológico entre los presidentes ya es un elemento corriente”. Orsi podría llegar a chocar con Milei más de lo que lo hacía Lacalle Pou. En ese escenario, el liderazgo del mandatario brasileño Lula da Silva será central.
Esta debilidad del bloque regional puede ser un escenario de flexibilización. Según Zelicovich: “Argentina presentó una propuesta en el grupo de Relacionamiento Externo del Mercosur para flexibilizar el bloque. Una moción que, de alguna manera, levanta la propuesta que ya había llevado a Uruguay unos años antes. Y hace algunas semanas Milei anunció su intención de buscar un acuerdo de libre comercio con Estados Unidos. Ese pacto implicaría una ruptura de los marcos regulatorios del Mercosur”.
En las primeras horas de la victoria del Frente Amplio ya se prefiguraron algunas distancias respecto a Orsi en el tablero sudamericano. Mientras que al presidente electo uruguayo le llegaron felicitaciones de todos los mandatarios de la región, Milei se limitó a replicar un comunicado de la Cancillería.