Por Carlos Fanjul.- Durante los tiempos del kirchnerismo nos fuimos acostumbrando a los tropezones a que, aunque nos mostraran un delicioso flan mixto, nosotros íbamos a terminar comiéndonos una modesta galletita de salvado.
Eso, claro, mientras personalidades de la clase media intelectual ponían en debate paralelo las bondades de la crema o el sentido patriótico de consumir una invención nacional como el dulce de leche…
Pero al final, ese cuadradito marrón y con gusto a nada era lo único real en el plato.
Y eso si no era que vos, con mejores argumentos, ganabas alguna discusión y entonces recibías aquello de “¿pero no estamos mejor que con Menem?”. Algo así como ‘conformate con menos de lo que mereces, y no jodas’.
La llegada de Mauricio, rodeado de caras sonrientes e invitaciones a construir juntos, trajo sí de la mano una sorpresa dialéctica: la meta de Pobreza Cero como prioridad absoluta de su propuesta.
Nadie podría haber imaginado que una figurita surgida de las entrañas de los sectores económicos, que vienen expoliando el bienestar popular en dictadura o en democracia, te desafiara a que él iba a ser quien cumpliera tus propios sueños más profundos.
Ahora bien, ¿alguno le creyó una sola palabra? ¿Supuso, aunque dudando, que la gestión macrista iba a tener como objetivo central alguna forma de igualdad social?
Definitivamente, NO.
La vuelta de las cifras oficiales del INDEC, midiendo la pobreza en la Argentina, tampoco resultó una sorpresa para quienes, estando cerca de los hostigados trabajadores del organismo, no dejamos ni un solo mes de saber que aquel cuento K de que estábamos mejor que Alemania era apenas un juego hipócrita de mentirosos obscenos.
Mucho menos poder comprobar que los primeros meses de gestión amarilla aumentó en más de un millón y medio la cifra de argentinos hundiéndose en el oprobio de no tener lo necesario.
Al cierre de esta edición, el propio INDEC reconoció que en los últimos tiempos ya se destruyeron 118.079 empleos y que desaparecieron 6.129 empresas privadas.
También que los sectores de mayor caída en la generación de trabajo fueron los de la construcción, la explotación minera –¿no era que la megaminería generaba empleo?- y la agroganadería, que tanto exporta y a la que Macri le transfirió una fortuna al sentarse por primera vez en el sillón presidencial.
Más claro que el agua que Mauricio dobló al revés en la esquina de la extinción de la pobreza.
Enfrente –bah, en realidad al lado- quienes se supone representan a la mayor cantidad de trabajadores, se pasaron estas últimas semanas amagando con que le iban a hacer tronar el escarmiento a las medidas conservadoras de Macri, pero, al final con un pan dulce y una sidra, resolvieron que era mejor priorizar sus negocios y no hacer nada de ruido.
Al igual que con el ‘progresismo macrista’, ¿alguien puede sentirse sorprendido por este giro de la CGT?
Nosotros NO. Desde hace tiempo, sabemos que hay que construir una fuerza propia, que represente a la clase en lo gremial y, pero sobre todo, en lo político.
En eso andamos…….