El tercer paro general en la era Milei tuvo diversas conjugaciones políticas. Los trabajadores en sus diferentes modos de articulación política -organizada, dispersa, callejera- lograron detener el pulso comercial, administrativo y científico del país para demostrar que nada avanza sin ellos
Por Emiliano Guido
Fotos: CTA
* Acompañar. El movimiento obrero organizado, sus distintas centrales sindicales, participaron de la marcha de los miércoles que, todas las semanas, de forma persistente, las y los jubilados protagonizan frente al Congreso para reclamar, centralmente, aumento de salarios y cobertura de medicamentos.
Desplegar banderas y hacer sonar bombos para acompañar a uno de los sectores sociales más castigados por el modelo mileísta fue la manera acordada por gremios y organizaciones sociales de hacer presencia callejera en la huelga XL, de día y medio de duración. Al día siguiente, cuando la parálisis del ritmo urbano era más que evidente, se inició otro ajedrez político, el de los balances de la medida de protesta.

“La adhesión es muy alta, esto es un dato objetivo; inclusive, los micros que han circulado durante el día muestran que transportan muy poca gente. Después hay un dato de la realidad económica argentina más relevante para explicar la contundencia del paro: casi el 60 por ciento de la clase trabajadora afronta hoy una precariedad contractual”, dijo, por caso, el secretario general de la CTA- Autónoma Hugo Godoy en declaraciones al canal de noticias IP pasado el mediodía.
“La adhesión es muy alta; inclusive, los micros que han circulado durante el día muestran que transportan muy poca gente. Después hay un dato de la realidad económica argentina más relevante para explicar la contundencia del paro: casi el 60% de la clase trabajadora afronta hoy una precariedad contractual”
Hugo Godoy, secretario general de la CTA- Autónoma.
* Replegar. La CGT carece, hace tiempo, de un dirigente que pueda aglutinar la conducción de todo su entramado político. La interna cegetista fue resuelta hace nueve años por sus dirigentes con un movimiento atípico que logró institucionalizarse: constituir un vértice tripartito, algo así como una primera junta de overoles.
Ese esquema extraordinario llegó a su fin. Fue anunciado, casualmente, en el inicio del paro de 36 horas por uno de los principales referentes de la CGT, el dirigente de Sanidad Héctor Daer. “Hace un tiempo le he dicho a mis compañeros del consejo directivo que se había cumplido un ciclo de nueve años al frente de la CGT y, por lo tanto, les dije que voy a trabajar para la unidad y no voy a reelegir”, advirtió.
Con la salida de Daer del cetro tripartito, la CGT retornaría a fin de año a su tradicional formato de liderazgo centralizado. Según el periodista Mariano Martin, uno de los cronistas mejor informados sobre el ruido interno de la central, el próximo secretario general sería su actual portavoz Jorge Sola, un dirigente dúctil con la palabra y adepto al deporte, tanto que es triatleta.

* Acordar. Previo al inicio del paro general de 36 horas, la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines, usualmente denominados “trabajadores aceiteros” en la narrativa de los medios, estampó su firma en la mesa paritaria. “Minutos antes del paro general, Aceiteros cerró su paritaria. ¡Llevó el inicial de la actividad a casi 1.9 millones de pesos y marcó un incremento del 20%! Primer caso en el que le tuercen el brazo a la política salarial de Milei en 2025”, tuiteó Jorge Duarte, periodista del portal InfoGremiales, en la mañana del miércoles 9 de abril.
Una vez más, el mencionado sindicato consiguió un aumento salarial superior a la media nacional. Dos elementos explican, al menos parcialmente, los consecutivos éxitos de la Federación en la mesa de arena que pauta la puja distributiva entre el capital aceitero y los trabajadores: la voluntad política del sindicato por elevar los “techos” impuestos por los gobiernos de turno y el hecho de que, al intervenir en un segmento de la economía pujante en dólares, el sindicato tiene posibilidad de generar cuantiosas pérdidas a los empresarios, de ahí la cautela de las cámaras privadas por acordar.
“Al intervenir en un segmento de la economía pujante en dólares, el sindicato de Aceiteros tiene posibilidad de generar cuantiosas pérdidas a los empresarios, de ahí la cautela de las cámaras privadas por acordar”

* Silenciar. Las huelgas nacionales imprimen un efecto apabullante sobre el transcurrir cotidiano. Al retirarse de los escritorios de trabajo, al no ocupar sus asientos de conductor, al omitir abrir el negocio, los laburantes hacen sentir a la sociedad toda que, sin su presencia detrás del cortinado, nada se mueve, vende ni produce.
El segundo jueves de abril fue atípico en sus fotogramas urbanos: avenidas calmas, persianas selladas, la posibilidad de una caminata tranquila, deshacer la rutina de los horarios de hierro. Si los domingos fueron creados por Dios, según el relato bíblico, hay otros domingos, de carácter proletario, que fueron y son posibles gracias al don colectivo de la protesta.
La quietud productiva también lo es informativa. En la planicie dominguera de los medios, la noticia pasó por conocer la opinión de la gente sobre el paro de las tres centrales sindicales. “Esto no da para más, el presidente es un papelón con patas. La parte social es un desastre, hay que tener tres laburos para sobrevivir, no se puede vivir así”, opinó una mujer de unos 50 años a un periodista de la señal C5N apostado en Avenida Lacroze.
“El segundo jueves de abril fue atípico en sus fotogramas urbanos: avenidas calmas, persianas selladas, la posibilidad de una caminata tranquila, deshacer la rutina de los horarios de hierro”.