Tras la apertura cambiaria, los grandes actores económicos establecieron el actual valor de la divisa durante un breve cónclave de fin de semana. La baja cotización, tan fake como funcional al oficialismo, parece elaborada con un diseño informático por su artificiosidad.
Por Emiliano Guido
Habló con mesura y diplomacia, rarísimo. El presidente Javier Milei escribió en equis un obituario sobrio y diligente sobre la muerte de Jorge Bergoglio. El infrecuente carácter del mandatario manifestó, quizás, el hecho de haber recuperado tranquilidad política tras meses de zozobra. Es que, casi en simultáneo al fallecimiento del Papa Francisco, el gobierno logró ungir un dólar delgado, barato y de mentiritas, pero sumamente funcional a sus intereses.
Deceso del Sumo Pontífice, y apreciación del peso para que la ciudadanía pueda acceder más fácil al Dios verde en tiempos electorales. Religión y dinero, una línea de tiempo corta donde se condensaron tramas narrativas disímiles, o tal vez no tanto.
La coronación del dólar rozando el piso bajo de las nuevas bandas de flotación llegó tras un inicio de año difícil para la Casa Rosada. Recordemos algunos de los recientes traspiés oficialistas más notorios: el discurso homofóbico presidencial en el Foro de Davos gatilló una impactante y autogestiva movilización de la comunidad sexual disidente, la enorme repercusión pública alcanzada por la promoción de la moneda electrónica Libra, el retroceso en el dominio de la calle porque el reclamo de los jubilados tocó el corazón de otros sectores.
Es evidente que la cotización del nuevo dólar, muy por debajo de lo estimado por la principal dirigencia opositora y los economistas mainstream del cuadrante nacional y popular, modificó el ánimo del gobierno, y le permitió recuperar la autoestima política. Tras la oficialización del dólar liviano, el oficialismo retomó impulso de su tradicional violencia narrativa -en equis Milei utilizó una vez más la figura del sometimiento sexual para mofarse de sus rivales- y además volvió con fuerza al redil de internet con nuevos bríos comunicativos.
Es evidente que la cotización del nuevo dólar, muy por debajo de lo estimado por la principal dirigencia opositora y los economistas mainstream del cuadrante nacional y popular, modificó el ánimo del gobierno, y le permitió recuperar la autoestima política.
Recapitulando, el presidente permaneció cinco horas en un set con Alejandro Fantino a modo de festejo “por la salida del cepo”. En la entrevista, la más prolongada de las otorgadas por Milei durante su gestión, el Jefe de Estado retomó la impronta de sus tiempos de campaña, cuando contaba con más tiempo y euforia; además, el house organ de los libertarios en stream -el canal Carajo- sumó nuevos programas. “Para nuestra base electoral tener más ventanas en Internet equivale a realizar una marcha gigantesca”, explicó un entornista del influencer Gordo Dan a una cronista del diario La Nación.
En el Fondo son buitres
El primero de abril, días antes de la conferencia de prensa de Luis Caputo que fijó el nuevo esquema cambiario, el directorio del FMI analizó el caso argentino. Entre los presentes, primó una opinión contraria a que el organismo otorgará un nuevo crédito al país a pesar de que la titular del Fondo, en los hechos la dueña de la cancha, buscó convencer al board de establecer un criterio amistoso.
El áspero clima interno de la mencionada reunión fue revelada en un artículo de la agencia económica Bloomberg firmado por los periodistas Manuela Tobías y Eric Martin: “Según dos fuentes, algunos de los presidentes consideraron que el almuerzo era un intento de la dirección de convencerlos de que aceptaran dar un crédito a Argentina. El apoyo de Estados Unidos al préstamo tuvo un carácter excepcional ya que la delegación norteamericana se había abstenido sistemáticamente en otras deliberaciones similares alegando razones de procedimiento”.

Es evidente que el apoyo exterior a Milei para que el gobierno pueda promocionar este dólar de fantasía, barato y atractivo como las mercaderías envueltas en falso oro de Ciudad del Este, está encarnado en dos personas: Donald Trump y Kristalina Gueorguieva.
Al momento de una votación crucial en el FMI, el mandamás de pelo naranja tiene un peso mayor en la deliberación porque cada Estado integrante del Fondo posee un rango porcentual atado a su cuota accionaria. Capitalismo puro, si el país en cuestión aporta al organismo un flujo de dinero no relevante, su voz en la votación tendrá menos incidencia.
La segunda persona que jugó fuerte a favor de Milei en la arena global es la economista búlgara Kristalina Gueorguieva. Su apoyo al gobierno libertario es tan explícito que incorporó a su prendas el uso de un sutil pin con forma de motosierra, ofrenda de regalo del ministro Sturzenegger durante un reciente mitin compartido. En paralelo, Gueorguieva fue convertida en consigna dicotómica de campaña por la organización La Cámpora – “Cristina o Kristalina” – tras el apoyo electoral de la titular del FMI, inédito y explícito, al presidente argentino.
Kristalina se adapta bien al clima de época. Previo a la asunción de Trump, y durante el gobierno de Alberto Fernández, supo tener buen diálogo con el ministro de Economía Martín Guzman y hasta con el Papa Francisco, que patrocinaba líneas de entendimientos entre el centro y la periferia global en temas de reestructuración de la deuda. Kristalina demuestra, una vez más, que la burocracia no tiene memoria ni sangre, de alguna manera la burocracia es como el agua, toma la forma de quien la contiene.
Previo a la asunción de Trump, y durante el gobierno de Alberto Fernández, supo tener buen diálogo con el ministro de Economía Martín Guzman y hasta con el Papa Francisco, que patrocinaba líneas de entendimientos entre el centro y la periferia global
“Kristalina sale a apoyar a Milei porque, en general, ella es oficialista. También es miedosa y quiere mantener su trabajo que, en el mundo de organismos multilaterales, es privilegiado”, reveló el periodista especializado Alfredo Zaiat tras hablar con una voz de peso del FMI, que pidió estricto anonimato para hacer la relevación.