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Nota publicada el 15 / 05 / 2025

Todos unidos triunfaremos

Mientras la dirigencia opositora se fragmenta, la unidad se manifiesta en la calle y aumenta la confluencia para enfrentar un ajuste de carácter inédito. Opinan Hugo Godoy, Hugo Yasky y Héctor Amichetti.

Por Redacción Malas Palabras

Ilustración: Juan Soto

En la víspera del Día del Trabajador, la avenida Independencia en capital federal se transformó en un río humano que desembocó en el Monumento al Trabajo. Aquel día, la CGT y las dos CTA, marcharon en una misma columna para rechazar las políticas de ajuste del gobierno de Javier Milei. El operativo antipiquetes desplegado por el Ministerio de Seguridad buscó contener la marea de trabajadores pero no logró opacar la imagen de un sindicalismo que, a pesar de la fragmentación política, comienza a trazar un camino de unidad.

La praxis furibunda del gobierno libertario, un caso inédito en la política argentina, aceleró el proceso de acercamiento entre las dos CTA y la CGT. La tríada sindical busca rechazar las políticas de ajuste que buscan imponer un techo del 1% a las paritarias e incrementar el desguace del empleo público.

Con una economía doméstica en rojo (el índice de inflación fue de 3,7% en marzo y 2,8 en abril, según el Indec), el movimiento obrero puso en marcha un entendimiento entre sus distintas terminales que ya venía tomando forma hacia el final del ciclo político anterior. Las tres centrales sindicales planifican un cabildo abierto multisectorial para el próximo 22 de mayo con el objetivo de debatir un proyecto nacional basado en el “trabajo, la producción y el uso soberano de los recursos energéticos”.

La situación motorizada por el gobierno de Milei empuja a las diferentes esquinas sindicales a dejar atrás viejas rencillas y acercar posiciones a la hora de definir medidas comunes. Si bien la CGT es una organización más aferrada a un viejo manual de la representación sindical, hoy son muchos los sectores de esa central obrera que pugnan por extender los alcances de la acción política para ampliar las fronteras.

La situación motorizada por el gobierno de Milei empuja a las diferentes esquinas sindicales a dejar atrás viejas rencillas y acercar posiciones a la hora de definir medidas comunes. Si bien la CGT es una organización más aferrada a un viejo manual de la representación sindical, hoy son muchos los sectores de esa central obrera que pugnan por extender los alcances de la acción política para ampliar las fronteras.

La pata más “combativa” de la organización, que desde hace dos años viene confluyendo en la calle con las dos CTA, está representada por gremios de perfil confrontativo como Camioneros, a cargo de Hugo y Pablo Moyano; La Bancaria, que conduce Sergio Palazzo; la UOM, que abandonó ciertos sesgos burocráticos con la llegada de Abel Furlán a la conducción; SMATA, bajo el mando de Mario “Paco” Manrique, y Aceiteros, de Daniel Yofra, un gremio que si bien orbita en la mesa grande cegetista tiene una identidad más aguerrida en la representación de los intereses de sus afiliados.

Ese puñado de gremios conformó una suerte de polo de sindicalistas que fueron promoviendo un acercamiento no solo con las dos CTA sino con organizaciones sociales como el Movimiento Evita y Barrios de Pie, dos sectores que hoy tienen representación sindical en la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular (UTEP), la organización que representa a los trabajadores de la economía popular y que hoy se sienta a la mesa en la histórica sede de la calle Azopardo.

Esa sintonía entre gremios tradicionalistas de la CGT con las organizaciones que componen las dos CTA y espacios de referencia nuevos como la UTEP conformó una suerte de frente político y social que funcionó “de hecho” en las calles pese a no tener denominación ni categoría oficial, en un proceso que podría tener puntos de contacto con la etapa de resistencia sindical de los ‘90.

La CGT, las dos CTA y la UTEP confluyeron en los tres paros generales contra el gobierno de Milei y en la marcha de los jubilados del 9 de abril, un día antes de la última huelga de trabajadores. A medida que las organizaciones sindicales consolidan una coordinación cada vez más firme frente al ajuste del gobierno, empieza a abrirse una discusión de mayor calado: ¿la unidad alcanzada es sólo táctica o puede transformarse en una articulación política y programática más profunda?

De la fragmentación a la unidad

Si bien la CTA fue fundada en 1992 como alternativa a la CGT de aquellos años, una central alineada con las políticas de privatización y flexibilización laboral del menemismo, más de 30 años después los caminos de las tres organizaciones vuelven a cruzarse, aunque esta vez desde la coincidencia en el diagnóstico y la voluntad de articular una resistencia unificada.

Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense.

“Hay una conciencia generalizada en cuanto a unir a todos los sectores que representan al mundo del trabajo. Hay sectores de la CGT que hemos hecho experiencias internas, como la Corriente Federal de los Trabajadores, conformada por el núcleo del Movimiento de Trabajadores Argentinos, la Corriente Político Sindical Federal y la Asociación Bancaria. Es decir, estamos convencidos de que hay que unificar a toda la clase trabajadora y, por lo tanto, tender puentes hacia las organizaciones sociales como la UTEP”, dijo a Malas Palabras Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense, uno de los gremios que integran la central obrera. 

«Hay sectores de la CGT que hemos hecho experiencias internas, como la Corriente Federal de los Trabajadores, conformada por el núcleo del Movimiento de Trabajadores Argentinos, la Corriente Político Sindical Federal y la Asociación Bancaria. Es decir, estamos convencidos de que hay que unificar a toda la clase trabajadora y, por lo tanto, tender puentes hacia las organizaciones sociales como la UTEP”

Héctor Amichetti, secretario general de la Federación Gráfica Bonaerense.

El dirigente destacó que, aunque existe un intenso diálogo entre los diferentes sectores sindicales, la clave es convertir esa conversación en una estrategia compartida de mediano y largo plazo. “No se trata solo de coincidir en un paro o una movilización, sino de una construcción que nos dé la fuerza necesaria para ponerle un freno al proyecto de Milei. La definición de una estrategia común es la gran tarea pendiente”, agregó.

Una discusión abierta

Mientras tanto, la confluencia entre la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores parece avanzar por un carril de coincidencias ideológicas. Hugo Godoy, secretario general de la CTA Autónoma, lo plantea con claridad: “Éramos conscientes de que no había posibilidad de diálogo alguno con este gobierno neofascista, y eso alentó un camino de profundizar la unidad y avanzar en un proceso de reunificación sindical que contenga también a los sectores precarizados y excluidos del sistema tradicional”, señaló el referente en diálogo con Malas Palabras.

«Éramos conscientes de que no había posibilidad de diálogo alguno con este gobierno neofascista, y eso alentó un camino de profundizar la unidad y avanzar en un proceso de reunificación sindical que contenga también a los sectores precarizados y excluidos del sistema tradicional”

Hugo Godoy, secretario general de la CTA Autónoma.
Hugo Godoy, secretario general de la CTA Autónoma. (Foto: Leo Vaca)

Para Godoy, el fracaso del modelo económico —marcado por el endeudamiento con el FMI, la especulación financiera y el deterioro social— refuerza la necesidad de reconstituir una central obrera “de nuevo tipo” con capacidad de responder a un país en emergencia.

Esa mirada se alinea con la de Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores, quien también destacó ante este medio que la unidad entre ambos espacios no se limita a la calle, sino que apunta a construir un consenso estratégico de más largo plazo. “Estamos avanzando en la perspectiva de que la unidad en la acción sirva de base para la unidad en definiciones estratégicas y programáticas”, dijo, con la mirada puesta en el cabildo abierto del 22.

“Estamos avanzando en la perspectiva de que la unidad en la acción sirva de base para la unidad en definiciones estratégicas y programáticas. Es un diálogo que se va enriqueciendo, es más intenso a medida que se acrecienta la ofensiva del gobierno”

Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores.

En contraste, el vínculo con la CGT sigue siendo, por ahora, más táctico que ideológico. Aunque el diálogo se intensificó en los últimos meses —como reconoció el propio Yasky—, las coincidencias se centran más en la respuesta a la ofensiva del gobierno que en un proyecto común a futuro. “Es un diálogo que se va enriqueciendo, es más intenso a medida que se acrecienta la ofensiva del gobierno”, señaló el también diputado nacional.

Hugo Yasky, secretario general de la CTA de los Trabajadores.

Para dirigentes como Amichetti, en cambio, el desafío central no pasa tanto por unificar maquinarias sindicales como por construir una estrategia común que represente las necesidades de los trabajadores bajo un paraguas amplio. “No es tan urgente unificar las estructuras como sí lo es definir una estrategia común desde un proyecto de mayoría, reinstalando esa idea de resistencia con programa como proponía Saúl Ubaldini”, afirmó. Una apuesta por un sindicalismo comprometido con sus mandatos históricos pero atento a las necesidades del nuevo tiempo. 

Un salario mínimo e inmóvil

El gobierno de Javier Milei fijó por decreto el salario mínimo, vital y móvil (SMVM) al no haber alcanzado un acuerdo con las centrales sindicales y dejó el piso salarial en $308.200 para mayo. El último aumento estipulado en el decreto es para el 1° de agosto, cuando el salario mínimo ascenderá a $322.000 para mensualizados y $1.610 por hora para jornalizados.

En esa discusión la CGT y las dos CTA también actuaron de forma mancomunada al reclamar un salario mínimo de 657.703 para mayo. El empresariado, por su parte, ofreció una cifra mucho menor, por debajo de la mitad con respecto a lo exigido. La última reunión tripartita de la Secretaría de Trabajo, las cámaras empresarias y las centrales sindicales habían tenido lugar el 29 de abril último y finalizó estrepitosamente cuando las partes no llegaron a un acuerdo.

Según un informe del Centro de Investigación y Formación (CIFRA) de la CTA Autónoma, el salario mínimo tiene un poder de compra 32,1% menor con respecto al que tenía en noviembre del año pasado. “Los aumentos nominales sumaron 60,5% respecto de noviembre de 2023, cuando en el mismo período se proyecta acumular una inflación superior al 136%”, indicó la central que conduce Hugo “Cachorro” Godoy.

El SMVM es la pauta que se utiliza no solo para ordenar las paritarias de distintos gremios sino también para establecer los montos de la Asignación Universal por Hijo, la jubilación mínima,el  Programa Volver al Trabajo y Acompañamiento Social (ex Potenciar Trabajo), las Becas Progresar y hasta para la actualización del salario de referencia de los trabajadores no registrados, entre otros puntos.

UTA: acuerdos paritarios e internas calientes

Con su dinámica particular de marchas y contramarchas, la UTA firmó su último acuerdo paritario tras concretar un paro general que el 6 de mayo último dejó al país sin colectivos por 24 horas. Esa medida de fuerza no se condijo con el carácter componedor del gremio manifestado el 10 de abril durante la huelga general de la CGT,  donde acató una conciliación obligatoria establecida.

Después de la medida de fuerza sectorial, que tuvo un impacto especial en el AMBA y afectó el traslado de grandes proporciones de trabajadores, el gremio conducido por Roberto Fernández acordó un aumento del 7,7% en los sueldos de los choferes, en un incremento que quedó por encima de la pauta del 1% mensual que el Gobierno busca aplicar en las paritarias. Así, el sueldo básico de los choferes de colectivos será de $1.270.000 en mayo y $1.300.000 en junio, con una cláusula de revisión en ese mismo mes.

El acuerdo salarial desactivó la posibilidad de un nuevo paro pero desnudó como pocas veces la interna que afecta a este gremio de transporte, uno de los más importantes de Argentina. Mientras transcurría la huelga del 6 de mayo, un sector interno disidente de la conducción motorizó un reclamo por la profundización de las medidas de fuerza y la convocatoria a un paro por “tiempo indeterminado”.

Se trata de la Agrupación Verde, una facción interna que resiste la conducción de Fernández y reclama una radicalización en las protestas, además de un salario básico de 1.500.000. A ese sector pertenece el dirigente Gabriel Gusso, que se presenta como secretario gremial de la UTA y quien durante el día del paro tomó notoriedad por su presencia en los medios, desde donde llegó a amenazar con que, si no habría acuerdo, la UTA aplicaría un paro por “tiempo indeterminado”.

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