El politólogo Matías Mora acuñó una innovadora categoría análitica – “manteros digitales”- para pensar y entender mejor a la nueva informalidad laboral. ¿Se trata de un nuevo sujeto político? ¿Es un nicho sociólogo del mileísmo? ¿Qué lugar les da el peronismo en su doctrina?
Por Nicolás Poggi (@pogginico)
Fotos: Ariel Valeri
Matías Mora creció en un asentamiento popular de Villa Fiorito, a menos de 15 cuadras de la casa natal de Diego Maradona. Sin servicios, asfalto, luminarias ni cloacas. Incluso, en los años de la “década ganada”. Hoy es licenciado en Ciencias Políticas de la UBA y a los 30 años está cursando Derecho, su segunda carrera, en la misma universidad. Fue el primer universitario de su familia y milita en la organización de base La Patria Vencerá.
Mora acuñó la categoría social ‘manteros digitales’ para referirse a la gente que vende distintos productos a través de herramientas virtuales como los estados de WhatsApp y redes sociales. Un hecho que modifica de forma radical la relación con el trabajo en un contexto de ajuste y de fuertes restricciones económicas.
¿Se puede pensar a los ‘manteros digitales’ como nuevo sujeto político? ¿Son hijos directos del mileísmo? ¿Puede tener hoy el peronismo llegada a estos sectores? Algunos de los temas analizados con Matías Mora en esta entrevista con Malas Palabras.
– ¿Qué son los ‘manteros digitales’?
– Es una suerte de categoría analítica para definir a un grupo de trabajadores que desarrollan su trabajo desde las nuevas tecnologías y las plataformas, redes sociales como Instagram, Facebook o Mercado Libre.
Son laburantes que se las tienen que rebuscar en este contexto en que no alcanza el mango para llegar a fin de mes. Subsisten en el pluriempleo, en el marco de la informalidad. Como segundo o tercer trabajo revenden productos que consiguen a bajo costo, viajando a Formosa, Misiones, o comprando acá a intermediarios que traen la mercadería de allá. Se puede tratar de indumentaria, zapatillas, ropa, celulares, computadoras, productos de bazarería, muebles, o lo que puedan conseguir barato, y lo revenden a través de los estados de Whatsapp.
Subsisten en el pluriempleo, en el marco de la informalidad. Como segundo o tercer trabajo revenden productos que consiguen a bajo costo, viajando a Formosa, Misiones, o comprando acá a intermediarios que traen la mercadería de allá.
Por ejemplo, mis amigos que son albañiles o laburan de delivery en Rappi van a trabajar durante la mañana o a la tarde y, en paralelo, van ofreciendo ropa en Whatsapp o en Instagram a través de las historias o los estados.

Lo que es preocupante es que para eso utilizan su tiempo de ocio o descanso. Le meten mucho más a la venta personal o al spam de los productos en los horarios en que deberían estar descansando, tomándose una cerveza después del estrés y el cansancio. Y el otro problema es la conexión constante con el celular, porque tenés que estar atento y todo el tiempo sumergido dentro de estas plataformas que se empiezan a convertir en dañinas.
Y el otro problema es la conexión constante con el celular, porque tenés que estar atento y todo el tiempo sumergido dentro de estas plataformas que se empiezan a convertir en dañinas.
– ¿Esta forma de trabajo tiene puntos en común con la virtualidad a la que nos obligó la pandemia?
– La pandemia y la virtualidad sembraron los cimientos para estas nuevas formas de trabajo que también se relacionan con esta idea de la meritocracia, ser tu propio jefe, salvarse a uno mismo. Eso para los sectores populares, o con menos recursos, terminó deviniendo en esta forma que es la reventa de productos de grandes marcas o fábricas. No es un fenómeno que se da únicamente en el conurbano, sino a nivel nacional.
– ¿Se puede pensar en los ‘manteros digitales’ como un nuevo sujeto político o es demasiado apresurado?
– Es un sujeto que está emergiendo en el país. Tiene que ver con un contexto muy complejo que hace que todos los trabajadores tengamos que tener dos fuentes de ingresos. Muchas veces, quizás, los sectores más profesionales y la clase media tienen esos dos ingresos formales y en condiciones dignas.
En los sectores populares eso no pasa, porque la informalidad avanza sobre su fuente de trabajo, y se informalizan las condiciones de vida a nivel transversal: salud, educación, trabajo. Es un problema que viene creciendo en Argentina pero que es consecuencia de un sistema económico a nivel mundial, un capitalismo financiero deshumanizado y que se ve atravesado por la tecnología y la individualidad tecnócrata.
El ‘mantero digital’ es una expresión de algo más globalizante. El trabajo aislado a través de plataformas rompe los lazos de solidaridad del trabajo. Después el laburante tiende igual a organizarse, pero en un principio el sistema te va llevando a que te aisles y necesites estar únicamente pensando en vos mismo y en resolver tus problema más urgentes y necesarios. No es azaroso.
El trabajo aislado a través de plataformas rompe los lazos de solidaridad del trabajo. Después el laburante tiende igual a organizarse, pero en un principio el sistema te va llevando a que te aisles y necesites estar únicamente pensando en vos mismo y en resolver tus problema más urgentes y necesarios. No es azaroso.
– ¿Hiciste algún estudio cualitativo o cuantitativo de este fenómeno?
– Lo estoy haciendo. Estoy trabajando en un relevamiento de familias que tienen esta forma de trabajo como fuente de ingreso. Hasta ahora, veo que son segundas o terceras fuentes de ingreso. Por lo general está hecho por mujeres, principalmente jóvenes, entre 18 y 30 años, que necesitan salir rápidamente al mercado laboral para tener una fuente de ingreso. También pueden ser cajeros de una plataforma de juego: para inscribirte y registrarte en una plataforma de juego legal, necesitás tener registrada tu dirección, código postal, la altura de tu domicilio y un servicio.
Hasta ahora, veo que son segundas o terceras fuentes de ingreso. Por lo general está hecho por mujeres, principalmente jóvenes, entre 18 y 30 años, que necesitan salir rápidamente al mercado laboral para tener una fuente de ingreso.
En los barrios populares, las villas y los asentamientos, por el grado de informalidad en que están y por no tener una dirección exacta, no pueden registrarse en las plataformas legales; entonces, van a las plataformas ilegales que están dando vueltas, y eso se hace a través de la carga de fichas que realizan los ‘cajeros’, que son intermediarios, vecinos del mismo barrio que se registran a través de una dirección que tiene otra persona y le cargan la plata en esa plataforma. No hay nadie que esté hablando sobre estos temas, que se relacionan directamente con la ludopatía, los problemas de salud mental, el estrés, los niveles de violencia que vienen atravesando los trabajadores, el cansancio, el agotamiento y el poco tiempo de ocio.

– ¿El peronismo interpela a los nuevos sujetos del campo popular?
– Hoy la política en general, y el peronismo en particular, le habla a una Argentina que no existe más. Lo digo siendo parte del peronismo, haciendo autocrítica. Quedó atascado en categorías y formas que son viejas, del siglo XX, y no puede determinar de reconstruirse en otra cosa, no solo en términos discursivos sino prácticos y en términos de resolución de problemas.
Una expresión de eso fue el agotamiento que tuvo el gobierno de Cristina Kirchner en 2015, y después el gobierno de Alberto Fernández que no supo qué hacer con el voto de confianza que le dio el pueblo en 2019. Muchos dirigentes del peronismo no lo terminan de comprender e interpretar. En eso el sector libertairo lo hizo mucho mejor, hablándole a los pibes jóvenes. Le habló a la sociedad en general porque tocó temas que son problemas existentes en nuestro país, aunque lo que hizo con eso fue mucho peor.
El gobierno de Milei hizo un diagnóstico correcto con respecto a algunos temas, como puede ser el de la casta política, que no se pueden desconocer, y de los que el peronismo tiene que hacerse eco. Además, tiene que reconocer el agotamiento del modelo económico productivo que tuvimos en el 2015, de no haber podido poner en agenda ni resolver las nuevas demandas de la sociedad que tuvimos de 2019 a 2023, y también hacerse responsable de no haber podido generar un discurso atractivo para los que están descontentos con la política.
El gobierno de Milei profundizó los problemas existentes, las desigualdades, está destruyendo la industria nacional, los lazos sociales, el salario, las políticas públicas y el Estado, que son problemas cuyas consecuencias las vamos a ver a mediano y largo plazo. El tema es por qué hoy sigue habiendo una suerte de voto de confianza al gobierno de Milei y no hay un rotundo apoyo a la oposición.