Por Carlos Fanjul.- Emiliano Hueravilo, dirigente del Departamento de Derechos Humanos de la Asociación Trabajadores del Estado de la provincia de Buenos Airesno es un compañero más a la hora de mensurar el contexto que hoy se observa en derredor del nuevo aniversario del golpe de Estado cívico-militar del 24 de marzo de 1976.
Emiliano, quien también fuera por años militante de la agrupación HIJOS La Plata, conoce del tema desde antes de ver la luz a una vida que le resultó más que difícil a partir de aquellos primeros momentos del 11 de agosto de 1977. Su mamá, -con un embarazo de seis meses-, y su papá, habían sido secuestrados el 19 de marzo de ese mismo año, y hoy permanecen desaparecidos.
El Emiliano bebé, de apenas cuatro meses de vida, fue dejado en diciembre de ese año en las puertas de la ex Casa Cuna (hoy Hospital Pedro Elizalde) de la capital federal y poco tiempo después entregado a sus abuelos paternos, mediante una decisión (vaya paradoja de la vida) de la por entonces jueza de Menores, María Servini de Cubría.
Al llegar al regazo de su abuela, muchos pueden pensar que Emiliano tuvo más suerte que otros bebes. Y es cierto.
Pero también podemos asegurar que en ese mismo instante casi que recibió un mandato de lucha por la verdad, que aún sostiene en cada minuto de su militancia en el gremio o de sus diarias tareas en el Hospital de Niños de la ciudad de La Plata.
Nada es casual, y desde ese recorrido hasta el presente, no hace falta razonar mucho para saber que no le cayeron para nada bien varias de las batallas mucho más que dialécticas lanzadas durante el verano desde las entrañas del gobierno nacional, tratando de minimizar lo ocurrido durante la noche más negra de la historia argentina.
–Todos los aniversarios tienen algo especial. En esta ocasión, la de cumplirse 41 años de aquel golpe cívico-militar, se da en el marco de esa coyuntura nacional en la que el gobierno esta dando una disputa de sentidos y, por ejemplo, pretende poner en duda la cifra de compañeros desaparecidos y cuestionar incluso lo ya sentenciado por la justicia.
Nosotros a eso solo le contestamos que son 30 mil los desaparecidos y que aquello fue un genocidio.
Las luchas que hemos dado a lo largo de estos 41 años planteando el juicio y castigo a los responsables políticos, militares y económicos de aquel genocidio, hoy nos encuentra peleando por la continuidad de los juicios, que están parados y que no sabemos cuando van a reanudarse. Las secretarías de Derechos Humanos de las esferas nacional o provinciales dejaron de activarlos, en el mismo tiempo en que se repiten amenazas que han venido sufriendo los testigos, como las ocurridas en Junín y otros sitios.
Por eso este 24 de marzo le demostramos a quienes hoy ocupan el gobierno, que el pueblo no regala la identidad cultural que construyó, que no olvida y que sigue su lucha por memoria, verdad y justicia respecto de aquel salvaje plan criminal sistemático que se ejecutó contra sus integrantes
En el anterior número de Malas Palabras decíamos que el gobierno salió a disputar diversos sentidos, pero que, cuando en esa dirección trató de cambiar la fecha del feriado del 24 de marzo, se encontró con esa identidad cultural a la que te referís, tan en alto como siempre…. ¿lo ves así?
–Este pueblo, a más de cuatro décadas del golpe del ’76, dice fuerte memoria, verdad y justicia. Y no es cualquier frase, porque entiende que el 24 de marzo es un día de memoria para que nada igual vuelva a ocurrir. Por eso cuando el gobierno quiso correr ese día de memoria, el pueblo rápidamente le hizo sentir que ese día igual iba a llenar las calles en las plazas de todo el país insistiendo con lo siempre denunciado, y ya probado tantas veces en el estrado judicial, de que existieron centros clandestinos de detención, que hubo un plan criminal sistemático para la desaparición de personas, que se robaron bebes casi de las panzas de sus madres, robándoles también la identidad y el futuro, y que son 30 mil los desaparecidos como producto de la ejecución de un genocidio, como también ya lo ha dicho la justicia. Las luchas han generado esa conciencia y no lo iba a cambiar un corrimiento del feriado. El gobierno quiso meter la cola del diablo, pero el pueblo reaccionó más allá de sus pertenencias políticas, y por eso semejante movilización.
Que crees que salieron a disputar puntualmente con ese intento de cambio de fecha?
–La memoria colectiva del pueblo. Mirá, por ejemplo andan queriendo destruir los archivos del 41 al 76 (¿razones de espacio o presupuestarias?). Argumentan cualquier cosa, pero lo que buscan es borrar el pasado. Nosotros decimos NO. A las nuevas generaciones, nuestros pibes, les decimos que hace 41 años atrás hubo un genocidio en todo el territorio nacional, donde hubieron centros clandestinos, secuestros en fábricas, casas y universidades, y robaron bebes. Muchos de éstos últimos se han recuperado, pero aún buscamos a más de 400, que hoy no saben su identidad. Por eso seguimos teniendo la tarea de buscar y defender esas raíces, y la tarea se hace, no solamente movilizándonos los 24 de marzo, sino contándoles a esos pibes y jóvenes lo que ocurrió en nuestro país, lo que ha generado el terrorismo de Estado. Esa debe ser nuestra respuesta frente a la estrategia de borrar el pasado. Y es la que no paramos de llevar adelante las organizaciones políticas, gremiales, estudiantiles o sociales que seguimos diciendo que Nunca Más, que son 30 mil los compañeros desaparecidos, la mayoría trabajadores y estudiantes, y que la dictadura cívico-militar ejecutó un genocidio, en el que se perdieron no una, sino dos generaciones mediante el terrorismo de Estado principalmente, pero también con la Guerra de Malvinas.
Además de borrar el pasado, no crees que también buscaron ‘borrar’ parte del presente? Lo digo porque la cuenta pendiente en la lucha por verdad y justicia es que aún no tienen castigo quienes financiaron la dictadura, muchos de ellos, incluso hoy, gobernando el país gracias a esa impunidad…..
–Claro que sí!!! Las disputas de hoy no son inocentes, o solamente ideológicas, van más allá. Hoy defienden la conducción del país para seguir generando políticas que beneficien a los mismos sectores responsables directos y cómplices de lo que pasó en el ’76 y los años posteriores.