Con su estilo, profundo y contundente, Jorge Valdano reseñaba aquella memorable tarde de Diego Maradona frente a los ingleses, asegurando que nada como esos dos goles pueden resultar una metáfora más acabada de la argentinidad. Porque, reflexionaba, el potrero argentino premia al pícaro tanto como al genio, “y en esos cuatro minutos Diego fue el más pícaro de todos y también el más talentoso de la historia”.
El sabio atacante, quien de no ser por Diego -y muy en paridad de rendimientos junto a Ricardo Giusti y Jorge Burruchaga- hubiera sido tal vez el jugador más destacado de aquel Mundial del ’86, se metía así no solo en lo más genuino del sentir futbolero de estos lares, sino en la forma de ser de cualquier criollo contemporáneo.
Talento para desarrollar la actividad que sea, pero también picardía para encontrar el huequito que nos deje cualquier situación, bien podría ser una caracterización ajustada de cada uno de los tataranietos de Martín Fierro.
Charlando semanas atrás con algunos caminantes de las leyes y las jurisprudencias, decían que el increíble fallo de la Corte, que pretendió favorecer también a los delincuentes de casos de lesa humanidad con el turbio beneficio del 2 x 1, tenía dos aspectos muy interesantes para observar.
Por un lado, el respaldo desde los estrados de una clara estrategia de Cambiemos para tirarnos de la cuerda con el tema de los Derechos Humanos. Y por el otro, la ratificación también en el seno de la Corte de lo que ya es costumbre en los malos abogados, para saber encontrar algún agujerito en la letra de una ley, o en la articulación de varias de ellas, y así forzar un razonamiento hasta opuesto de lo que el espíritu de la norma quiso decir.
Hoy, pasados los días, podemos concluir que es cierto que tal huequito estuvo abierto hasta la sanción de la reciente ley del Congreso -que taxativamente ahora excluye a aquellos casos de tan polémico beneficio-, pero que no es menos veraz que, de no ser por esa estrategia de correr hacia la derecha la mirada que hoy se tiene sobre lo ocurrido durante la dictadura, a nadie podría habérsele ocurrido forzar de tal manera la legitimidad cultural que la temática tiene en la población.
En algunos números anteriores dijimos que el gobierno tironeaba de varios de los sentidos para tratar de ir avanzando en ellos con sus miradas conservadoras.
Pero también advertimos que con los relacionados a los derechos humanos no iban a poder pasar.
La conmocionante movilización popular generada por el fallo de la Corte lo demostró con contundencia.
‘Te metés por ese hueco y te vamos a tapar de pañuelos’, podría ser desde ahora una buena simbología.
De todas formas, hay que seguir atentos.
No solo por algunas acciones que seguirán promoviendo personajes como Michetti, Avruj o Garavano, sino porque ya con hechos se detectan rumbos decididos. Sobran por ejemplo denuncias sobre el estancamiento de muchas causas o basta con estudiar un poco las estadísticas que, por ejemplo, señalan que los casos de prisión domiciliaria pasaron de 439 a 518 en un año y medio, lo que hoy constituye el 44 por ciento de los 1040 detenidos en total.
Igual no jodan.
No pasarán…..y los seguiremos tapando de pañuelos.