Los escritores Raúl Zibechi y Decio Machado presentaron su libro «Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo», en el que analizan la reconfiguración social que produjeron los procesos progresistas en América Latina, sus desaciertos y su futuro. Como ejemplo, aseguran que el kirchnerismo se apoyó en “los planes para el consumo” y que trazó una estrategia para debilitar la organización popular.
(Canal Abierto.- El escritor y periodista uruguayo Raúl Zibechi y el periodista español e investigador en políticas públicas Decio Machado son autores del libro Cambiar el mundo desde arriba. Los límites del progresismo, en que narran, en clave de debate, las disyuntivas, sinsabores y desafíos que se nos presentan frente al ocaso de los procesos estatistas-progresistas en América Latina.
En el libro sostienen que frente a un comienzo de siglo efervescente en luchas sociales, la salida posible vía recomposición de partidos y Estados fue, necesariamente, un retroceso. “La emancipación no puede detenerse allí”, argumentan desde sus páginas luego de trazada una primera hipótesis que, desde su óptica, no es tan desalentadora.
“Para nosotros la hipótesis central es que el ciclo progresista se terminó -afirma Zibechi-, y se terminó porque las dos patas en las que se apoyó se quebraron. Una pata fue la exportación de materias primas a precios muy altos. Y la segunda pata que fue la paz social, que permitió la conciliación de clases durante un tiempo, también se quebró. Los de abajo ya no son más pasivos. Y eso se quebró en un momento muy concreto, en Brasil: junio de 2013, con las millones de personas que irrumpieron en las calles. Ahí se quebró la gobernabilidad lulista, que era la gobernabilidad de la mitad de Sudamérica”.
Casi como una provocación, ambos autores, entrevistados por Pablo Hupert, historiador y editor del libro desde el sello “Pie de los hechos”, lanzan algunas afirmaciones incómodas para las opiniones de izquierda más benévolas con los procesos latinoamericanos.
A continuación, algunas de ellas.
Desigualdad e inclusión
“El progresismo consiguió disminuir la pobreza pero no realizar cambios estructurales ni disminuir la desigualdad. La inclusión se generó a través del consumo. No de un cambio estructural como lo hicieron el desarrollismo y el peronismo en Argentina, que incluía a través de un trabajo digno, bien pago, con ascenso social a lo largo de una generación o dos. La integración a través del consumo despolitiza, desorganiza, aplana las diferencias sociales y permite este contraataque de las derechas que juegan en el mismo plano del consumo, del imaginario que el progresismo no entró a modificar, a combatir, a disputar”, sostiene Zibechi.
Dependencia
“Todos los países han incrementado sus tasas de dependencia con respecto al mercado global de commodities. No sólo eso, sino que incluso países que han hecho procesos constitucionales post neoliberales de la magnitud de Bolivia y Ecuador son los que estadísticamente más se han reprimarizado en esta fase. Y cito esos países porque son los que tienen esta visión vanguardista de reconocer los derechos de la naturaleza –sostiene Machado, quien fue durante los dos primeros años de su presidencia, asesor de Rafael Correa–. El factor de dependencia está agudizado y lo único que pasa es que cambió de patrón”.
China
“Lo que tenemos son niveles de complicidad enormes con nuevas corporaciones trasnacionales que cambian los nombres en inglés por los nombres en chino. No es casualidad que los conflictos que están generando los procesos extractivos tengan respuestas estatales de carácter represivo”.
Integración regional
“Llegada la caída del precio de los commodities, se para el proceso de integración regional. Los que paran o son incapaces de poder mantenerlo cuando comienzan a bajar los flujos económicos a estos países son los gobiernos progresistas. Y después lo continúan las tendencias hacia la restauración conservadora. La incapacidad para poder el proceso de integración, un mecanismo de inserción inteligente en el sistema mundo de carácter regional es un déficit de los gobiernos progresistas terminada la economía fácil”.
Imaginario y organización popular
“El progresismo bloquea el imaginario de otro mundo posible. ¿Qué imaginario está en el centro del kirchnerismo? El consumo y los planes. Los planes para el consumo. Esto para mí es una degradación política. Implica un retroceso en el imaginario. En paralelo, el kirchnerismo, como todos los progresismos, debilitó la organización popular. El movimiento piquetero y el movimiento popular que en 2001 había emergido con una fuerza enorme organizada, con cientos de asambleas que después se convierten en centros culturales y sociales. Todo eso el kirchnerismo lo coopta, lo divide y lo aniquila. Acá hay como el revés de lo que generó el peronismo. No hay sujeto bien organizado, sujeto potente. No hay dignidad alterna a la del sistema. Por esa regresión política y de conciencia es por donde entra el macrismo. Hay que ver las continuidades, hay que ver cómo el kirchnerismo alfombró el camino del macrismo”.
Las nuevas derechas
“El macrismo entiende que hay tres o cuatro sectores productivos nacionales con capacidad de beneficio en Argentina. Los demás generan crisis cíclicas cada vez que tienen un momento de expansión, por lo tanto es muy probable que nos encontremos con esas redefiniciones de la economía nacional con todo lo que eso conllevará de crisis por parte de los trabajadores”.
Intelectualidad limitada
Decio sintetiza sobre el trabajo: “Es un libro de urgencia, escrito a cuatro manos, y donde nos planteamos una reflexión de lo que popularmente se dio en llamar ciclo progresista, con sus diferencias entre los gobiernos pero marcando los límites, los techos, que estos procesos tuvieron. Es una década de progresismo en política, pero al mismo tiempo una década de grandes flujos económicos al continente y la conformación de una serie de nuevas elites que conviven con las viejas”.
“Es un libro crítico que plantea entre otras cosas los límites de la intelectualidad progresista. Nos encontramos que el nivel debate intelectual que estaba entorno a estos procesos de reformas, pretendidamente revolucionarios, dejaban mucho que desear con debates que habíamos tenido en los años ’60 y ’70”, finaliza.