Un viajero, una resistencia mapuche, una nueva represión y una desaparición a manos del Estado. El silencio de Macri y las mentiras de Bullrich. Los derechos que se van recortando en un gobierno neoliberal y de ricos. Las mentiras sobre el RAM y la memoria viva en parte del pueblo.
Por Julian Pilatti
La expresión detenido-desaparecido vuelve a resonar en la Argentina.
La memoria subconsciente, a veces dormida, que tiene el pueblo acerca de un genocidio pasado, siempre vuelve a despertarse cada vez que las palabras denuncian otra vida robada por los poderes oscuros del Estado.
Ayer Jorge Julio López, cuando nos creíamos vivir en democracia. Hoy Santiago Maldonado, cuando nos volvemos a convencer de que la democracia sigue siendo un horizonte todavía no alcanzado.
Pero también Miguel Brú, Iván Eladio Torres, Luciano Arruga y tantos otros y otras más. Por qué no también, las cientos de mujeres que cada año son víctimas de femicidios, donde un Estado no las protege y después no las busca.
Un brujo viajero
Santiago es un joven viajero, así se lo puede definir sencillamente. De rastas, barba, con una sensibilidad distinta a la naturaleza que lo rodea. Con un alma demasiado inquieta dentro de un solo cuerpo, casi con la necesidad de expandirse en el recorrido hacia esos distintos cielos y personas.
“El Brujo”, “lechuga” o el “ardilla” para otros. El joven cosechó amistades por todo el país y también por Chile, uno de los lugares que visitó con regularidad.
Pero de su último viaje, Santiago no volvió.
Pensaba hacerlo en agosto, tal como le había confesado a su amigo Gastón, con la idea de regresar a sus pagos natales, en el pueblo de 25 de Mayo (provincia de Buenos Aires).
Días antes al regreso, visitó la comunidad mapuche en resistencia Puf Lof de Cushamen, un territorio que desde hace mucho se encuentra en permanente agresión del Estado y las fuerzas de seguridad, debido a su histórica defensa de la tierra.
El conflicto se entiende bien cuando se explica que ese pedazo de tierra también es codiciado por el empresario y multimillonario Benetton, quien en la Patagonia posee más de 900 mil hectáreas, una superficie tan grande como algunos países de Europa, o casi equivalente a la provincia de Chaco.
Santiago había ido allí, según indican algunas personas cercanas, para saludar y solidarizarse con la lucha mapuche. Además, característico en él, buscaba ampliar su conocimiento sobre las plantas medicinales.
Llegó a la comunidad el 31 de julio, un día antes de la represión de Gendarmería.
La mañana de ese 1° de agosto -día de la Pachamama para las comunidades andinas y también respetada por varios pueblos originarios y campesinos de Argentina- un grupo de gendarmes se dirigió hacia las inmediaciones de la comunidad con una orden del Juez Federal Otranto para desalojar una supuesta protesta en la ruta 40. Sin embargo, cuando llegaron allí, la ruta estaba despejada.
La dudosa versión de la fuerza de seguridad dice que ante algunos piedrazos que habrían recibido desde el interior de la comunidad, los gendarmes actuaron “en oficio” e ingresaron violentamente al territorio mapuche, disparando balas de goma y plomo. Una vez dentro, quemaron las rucas (casas) de los pobladores e incluso juguetes de los niños.
Allí fue cuando Santiago, que estaba presente, comenzó a correr como todos los demás, pero quedó atrás del resto cuando regresó por su mochila. Una de las cosas más preciadas para un viajero. El terror ante la bestialidad de la Gendarmería lo hizo escapar hasta llegar a un límite natural de esta comunidad, en donde atraviesa un río. Varios de los presentes pudieron cruzarlo, pero Santiago prefirió esconderse entre los árboles, porque según indican familiares y amigos, siempre le temió al agua. Fue entonces cuando varios testigos afirman que un grupo de gendarmes al grito de “acá tenemos a uno” rodearon al joven, lo llevaron de los pelos hasta subirlo a una de sus camionetas –todavía algunos intentan tapar el secuestro-, y se marcharon.
Con Santiago.
Vivo.
Las (no) respuestas del Estado
Al día siguiente la Comisión Provincial por la Memoria fue uno de los pocos organismos de derechos humanos que tomó nota del gravísimo hecho y presentó un habeas corpus en la Justicia para dar como “desaparecido” y no “extraviado” a Santiago Maldonado.
Sin embargo, transcurrió un tiempo valioso para que se autorizara un peritaje en el territorio donde sucedió la represión, así como también otras irregularidades evidentes, como el hallazgo de una faja de seguridad rota en uno de los vehículos retenidos, sospechados de tener evidencia que comprobaran que Santiago estuvo allí. De hecho, según se pudo corroborar, los vehículos habían sido lavados a pesar de ser un elemento que la Justicia había separado para investigar.
Mientras tanto, el gobierno nacional en las apariciones de la ministra de Seguridad de la Nación, Patricia Bullrich, ha intentado instalar la posibilidad de que Santiago no haya estado en el momento que la Gendarmería irrumpió en el territorio mapuche, a pesar de las demasiadas pruebas que lo desmienten.
La estrategia de Macri y Bullrich fue la de poner en tela de juicio a la comunidad mapuche, tergiversando su cosmovisión con una supuesta “falta de colaboración”. Esto particularmente referido a la resistencia que han tenido algunos testigos que vieron por última vez a Santiago, para declarar ante la Justicia, argumentando que no confiaban en los poderes del Estado y que además podía significarles la muerte, teniendo en cuenta que se trata de una población que viene siendo constantemente hostigada por las fuerzas de seguridad de la zona.
De todas formas, recientemente los testigos pudieron hacerlo bajo una identidad reservada, y de esta manera ya se confirmó que Maldonado fue realmente detenido por Gendarmería.
Solo les queda la mentira
Para romper el ensordecedor silencio frente a la desaparición de Santiago, tanto el presidente como la ministra de Seguridad se excusaron de que esta comunidad “se declare con lineamientos bastante poco democráticos y bastante violentos”, y se sumaron a la visión sesgada y poco seria que un informe por Canal 13 emitió, criminalizando a la comunidad mapuche.
En este documental, dirigido por uno de los periodistas “militantes” que tiene Cambiemos –Jorge Lanata-, se miente descaradamente sobre la organización “Resistencia Ancestral Mapuche” (RAM). Prácticamente se la tilda como una agrupación armada que busca liberar las tierras mapuches a través de la violencia, una explicación falsa, ya que nunca desde el RAM se ha hablado de tomar las armas como estrategia de lucha.
Un dato más aporta mayores certezas sobre la responsabilidad de la Gendarmería en la desaparición de Santiago: durante el operativo que se llevó a cabo salvajemente en la comunidad mapuche de Chubut, estuvo presente el Jefe de Gabinete de Patricia Bullrich, Pablo Noceti, un abogado que es socio de defensores de genocidas durante los juicios de lesa humanidad, y uno de los que sostiene en la gestión de Cambiemos que el genocidio de los 70’ se trató de una “guerra”.
Además, el mismo personaje había afirmado que intentarían “individualizar” a cada uno de los miembros de la comunidad para encarcelarlos, pero bien se puede pensar que este procedimiento también ponía en riesgo sus vidas.
Los que más sufren
Santiago sigue desaparecido. Quienes más sufren por estas horas son sus padres y también sus amigos cercanos. Entre ellos, Gaston Fernández, un joven de la localidad de 25 de Mayo, donde nació Santiago.
“Nos conocemos desde los 11 años. Por amigos de común. Compartimos un año de escuela”, comienza a contar Gastón, que desde hace más de una semana no puede dormir pensando en Santiago.
Son muchos los recuerdos. Gastón cuenta que de chicos los unió la música: una etapa punk y sobretodo el conjunto musical “Sumo”, fueron la banda sonora predilecta de la adolescencia. Después, al terminar la escuela, Santiago se inclinó por el arte, incursionando en el dibujo, la ilustración y la pintura.
“Es un pibe que desde chico tuvo mucha curiosidad con el arte. Maneja bien las técnicas de elementos. Ha hecho muchos murales acá (en 25 de Mayo)”, explica Gastón.
Finalmente, el rol en el que se consolidó Santiago fue el de tatuador, siendo una de las herramientas con la que trabajaba en su pueblo.
Pero una de las cosas que más caracteriza a Santiago es su pasión por el viaje. Desde muy joven comenzó a recorrer diferentes puntos del país, llegando a culminar un viaje en bici hasta Chile, donde pasó un año.
“Santiago tiene instinto de búsqueda, él busca basarse en la experiencia misma, relacionarse con otras culturas”, narra Gastón.
Consultado sobre si fue allí cuando se acercó a la causa Mapuche, Gastón dice que no puede afirmarlo, pero se inclina por descartarlo, ya que durante su viaje no estuvo en contacto con las comunidades, sino que visitó los lugares turísticos del país trasandino, como Valparaíso.
“Santiago no pertenece a ningún tipo de movimiento ni organización. Si tiene admiración por la cultura mapuche, como por tantas otras”, aclara, lo que ya han afirmado sus hermanos.
A pesar de que a partir de sus estudios en la ciudad de La Plata, Santiago tomó contacto con un grupo anarquista que lo nutrió de una mirada crítica y ante todo denunciante de las distintas opresiones que el sistema capitalista sirve a diario. Mirada que lo llevo a refugiarse aún más en sus viajes, en donde la naturaleza sanaba parcialmente los infiernos humanos.
Luego de volver a su tierra natal, Santiago partió nuevamente hacia el sur en marzo de este año, pasando primero por Mendoza y volviendo a recorrer brevemente el país limítrofe de Chile.
“La idea era volverse a 25 de Mayo en agosto”, dice Gastón, con algunos hilos de silencio. Esa fue una de las últimas comunicaciones que tuvo con su amigo de la infancia, antes de que se lo viera por última vez en la comunidad mapuche, el pasado 1 de agosto.
Según Gastón, el joven habría pasado a saludar a la comunidad, cuando sucedió todo.
“Es un pibe muy íntegro, muy sano, muy directo. No es un pibe conflictivo. Es una persona con temple muy tranquilo, divertido. Realmente solidario. No se fija que es lo que tenés puesto. Si tenés empatía, está”, describe perfectamente Gastón.
La “curiosidad de descubrir y conectarse con la naturaleza” de Santiago –como explica Gastón- lo llevó a recorrer de mochilero varias provincias del interior. Camino que iba sustentando con su tarea de tatuador y artesano.
Pero Santiago volvió de su último recorrido, y ahora el país se pregunta dónde está, y quién se lo llevó. Ya que como confirma su familia, él no tenía ninguna razón para escaparse, más que el terror por esconderse de las balas de la gendarmería.
En todos los pizarrones del país
El pasado viernes 11 de agosto, distintas organizaciones sociales y de Derechos Humanos llamaron a realizar una gran marcha en la Plaza de Mayo para pedir por la aparición con vida de Santiago Maldonado. Una frase que no debería utilizarse jamás, pero que sin embargo se repite, lastima, corroe en la memoria del pueblo.
Las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y demás organismos encabezan el acto. No hay banderas políticas, solo miles de fotos –donde se ve un joven de barba en primera plana y en blanco y negro-, sostenidas por cientos y cientos de manos a lo largo y ancho de la plaza histórica.
La plaza que ha enfrentado dictaduras, gobiernos cipayos y desapariciones en democracia.
El domingo 13 de agosto se celebró la primera vuelta de las elecciones legislativas, allí muchos votantes anónimos dejaron su huella en los pizarrones de muchas escuelas. “Aparición con vida de Santiago Maldonado: el Estado es responsable”, decían.
Cada día que pasa sin Santiago nos golpea y hace temblar las conquistas que tanto tiempo llevó conseguir.
Cada día sin Santiago nos hace ver que no hay elección que valga, no hay resultado que pueda contrarrestar una ausencia como esta.
Exigimos la aparición con vida de Santiago.
Ahora, ya, resulta indispensable.
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Desaparición y preexistencia
Por Silvana Melo (para la agencia Pelota de Trapo)
(APe).- El 1 de agosto la Pachamama no alcanzó a arder el primer trago de ruda y caña cuando en la Patagonia de tobillos mapuches la Ñuke Mapu volvió a beber sangre de los suyos y suela milica. Ese día cien gendarmes toparon el territorio de la comunidad Lof en Resistencia Cushamen, en Chubut. Tenían armas negras y obesas, golpearon a niños y mujeres, quemaron las rucas. Santiago Maldonado compartía el acampe que mantenían los mapuches desde la detención del lonko Facundo Jones Huala. Cosía sus pulseras de hilo y piedra cuando la Gendarmería irrumpió sin papeles ni órdenes judiciales, que así es como llegan las instituciones a los pueblos empujados al borde del mundo.
Santiago está desaparecido en un país donde desaparecer no es esfumarse bajo el arte de la magia. En un país donde el Estado, con rueda, motor y sangre, desapareció para siempre decenas de miles de cuerpos, de historias, de futuros.
Es un símbolo Santiago Maldonado porque es un desaparecido en nombre de la criminalización de los pueblos preexistentes. Es decir, los pueblos que preexisten a los que gobiernan, a los que legislan, a los que pontifican en los medios, a las empresas que llegan a extraer, al poder político cómplice, a la Justicia sectorial, a los ricos que llegan a quedarse con la Pacha, la Mapu, la tierra o como se le quiera llamar desde la cabeza qom hasta las rodillas mapuches. Desde Salta a Chubut, desde Formosa a Neuquén, donde los preexistentes, los que están aquí desde el mismísimo origen, mueren por desnutrición, por falta de agua pura, por tierras yermas que les dejaron como migajas donde no crecen las semillas ni la esperanza, donde los espíritus no se quedan entre los árboles porque el desmonte los dejó desnudos en medio de la nada.
Dice Darío Aranda: “Su comunidad cometió el pecado en 2015 de recuperar tierras en la estancia Leleque, propiedad de la multinacional Benetton, el mayor terrateniente de Argentina con un millón de hectáreas”.
A esa insolencia de los preexistentes que vienen resistiendo cinco siglos y mil vidas “sobrevinieron denuncias, juicios, represiones hasta que en 2016 Jones Huala fue enjuiciado por un antiguo pedido de extradición a Chile. El juez confirmó la existencia de tortura a testigos, liberó a Huala y la causa tramitaba en la Corte Suprema.
El 27 de junio, luego de una reunión entre los presidentes Mauricio Macri y Michelle Bachelet, el lonko mapuche fue detenido en un retén de Gendarmería por el mismo pedido de extradición, y trasladado a Esquel”.
Ese contexto implica los desalojos sistemáticos en cada embestida de los capitales internacionales que compran las tierras de la Patagonia como inversión futura. Son los Bennetton, los Turner, los Joe Lewis, hasta los intocables como Emanuel Ginobili. El ídolo dorado que compró veinte hectáreas en Villa la Angostura sin interés en la preexistencia que un día acampó en las tierras para recuperarlas. Y el hombre que en 2016 ganó 14 millones de dólares en la NBA les inició un juicio de desalojo.
Los gobiernos no avistan a los pueblos preexistentes. No los ven hasta que deben mandar la Gendarmería al desalojo. Cuando resisten los llaman terroristas.
Bullrich y Nocetti como escudos del macrismo aplican a los mapuches la ley antiterrorista que impulsó y votó el kirchnerismo.