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Nota publicada el 13 / 03 / 2019

“Si Triaca quiere una Central que la busque en otro lado”

 

Ricardo Peidro (AAPM), junto a Claudia Baigorria (CONADU Histórica) y Hugo «Cachorro» Godoy (ATE), como secretarios adjuntos, es el nuevo conductor de la CTA A. Una masiva concurrencia de afiliados le respondió a un intento intervencionista del ministro de Trabajo, que pretendió frenar lo que terminó siendo un aluvión de trabajadores y trabajadoras que concurrieron a las urnas en todo el país

Por C.F.

Dejando en claro, una vez más, que en la Central de Trabajadores de la Argentina Autónoma (CTA A) deciden los trabajadores y no los patrones, la masiva afluencia de más de 240 mil votantes le dio un verdadero cachetazo a la injerencia gubernamental, que, a través del ministro de Trabajo, Jorge Triaca, pretendió impedir su renovación de autoridades.

A 24 horas del acto eleccionario, que se desarrolló en cada ciudad de todo el país, el ministro apostó a su estrategia intervencionista, pretendiendo la suspensión y el desconocimiento de una convocatoria, respaldada desde todos los requerimientos legales, que establece el estatuto de la Central.

Para hacerlo, se apoyó en un viejo pedido de impugnación que se formuló desde el sorprendente desvío de rumbo del ex titular del espacio, Pablo Micheli. El ahora ex secretario general, tiró un último manotazo de ahogado, tras ausentarse de la vida de la Central y carecer de la cantidad de congresales que exige el estatuto, y busco conseguir en esferas del gobierno macrista, lo que por decisión propia perdió en el espacio que también él había ayudado a construir.

Ingrata realidad que empezó a intuirse hace tiempo, cuando Micheli comenzó a actuar sin respaldo alguno y en sintonía de los que iba decidiendo su ex adversario, Hugo Yaski, y hasta Hugo Moyano, quien le abrió la puerta para que la CTA ingrese a la CGT si el sector que banca el camionero consigue por fin adueñarse de ella.

Como bien sintetiza, Ricardo Peidro, el ahora nuevo secretario general de la Central, “Micheli abandonó la CTA A y nosotros seguimos funcionando con mayoría y legalidad tanto en la conducción ejecutiva y como también en los dos congresos que realizamos, con mas del 70 por ciento de los congresales votados en los anteriores comicios (470 de 656). Ellos abandonaron, dos años y medio sin asistir a reuniones, y accionaron por afuera con otros sectores. Ellos decidieron no ser más la conducción”.

Sin embargo, y a pesar de tanto intento destructivo, la CTA A vivió el miércoles 8 su jornada de fiesta electoral.

Amparada en su convicción de que, le guste a quien le guste, se trata de una organización donde deciden los trabajadores, y jamás lo patrones, y desde los papeles en la presentación de un recurso del artículo 62 de la Ley Sindical que suspendió los efectos de la disposición del Ministerio.

Además, el equipo jurídico estudia la responsabilidad penal de los firmantes y de los funcionarios que dispusieron una medida arbitraria e inconstitucional, al tiempo que se denunció ante la Organización Internacional del Trabajo (OIT) la injerencia de la Dirección de Asociaciones Sindicales en el proceso electoral de la Central.

De Lanús y de la lucha

Quien comandó toda esa estrategia, fue el ahora electo secretario general de la Central, Peidro, quien, más allá que risueñamente asegure que en la televisión lo conocen más por haber aparecido varias veces en las cámaras futboleras de algún partido de su amado Lanús, que por su histórica militancia popular, ha demostrado en todo este proceso complicado una enorme claridad y convicción para encabezar el nuevo rumbo de la Central, en compañía Claudia Baigorria (CONADU Histórica) y Hugo «Cachorro» Godoy (ATE), como secretarios adjuntos.

Hace unos meses, cuando el último tramo de la refundación de la Central estaba en marcha, Peidro compartió en la Federación de Box un acto de la militancia de la CTA Autónoma de la Capital Federal. Y allí sintetizó su espíritu de lucha, para encarar esta etapa:
“Este encuentro de la militancia es un soplo no sólo de unidad como la entendemos, sino también que marca los caminos para esa unidad. Nosotros no queremos ser la izquierda de la burocracia sindical, sino que apostamos a construir poder popular para conducir nuestros destinos. En aquel grito de Burzaco decíamos que era el balbuceo de una nueva forma de organización y acá los compañeros dicen que son los hijos del grito de Burzaco y eso significa tener dignidad y sostener la lucha. La CTA Autónoma desde su fundación une a la clase trabajadora en toda su concepción y dimensión. Más allá de las caídas, nuestra histórica propuesta ya triunfo. Y seguirá triunfando”.

Es que el también secretario general de la Asociación Agentes de Propaganda Médica (AAPM) es un militante inclaudicable de las luchas populares, y su recorrido ha atravesado los tiempos en búsqueda de aquel tipo de unidad que pregonaba antes los jóvenes. Militante de la década del ‘70 de la Juventud Universitaria Peronista, ingresó poco después en la organización Montoneros, siendo un dirigente de base y de territorio.
Esa militancia popular en tiempos tan oscuros, lo llevó a ser secuestrado junto a su compañera, y a permanecer desaparecido por un largo tiempo, en el que fue confinado en el campo de concentración el Atlético. Liberado junto a un grupo de compañeros, su camino fue el exilio, del que retornó en cercanías de la vuelta a la democracia.

Su ingreso a trabajar en un laboratorio, lo llevaría a adentrarse en uno de los mundos económicos más complejos, y de mayor poderío en el país y en el mundo, como es el del meganegocio farmacéutico.
Inmerso en él, rápidamente comenzó a militar por los derechos laborales, siendo parte de una agrupación dentro de AAPM, con la que ganaría el gremio a comienzos de los ’90, para luego ingresar a la naciente Confederación de Trabajadores de la Argentina. Como ocurría en la mayoría de los sectores sindicales, eso generó puertas adentro una fuerte tensión de sectores en pugna. En el ’95, y tras perder con la porción cegetista, no solo debió alejarse de la conducción, sino que directamente fue echado del sindicato.

Junto a figuras como Julio Massera y Alejandra Angriman, Peidro supo recomponer la fuerza de la agrupación cercana a la CTA y, más adelante, tras vencer en las elecciones del gremio, otra vez promovió el reingresó a la Central, tras un multitudinario congreso nacional de AAPM que respaldó masivamente esa postura.

Esa rebeldía de Peidro fue puesta a prueba una y mil veces en el mundo de la industria farmacéutica, mundo de altos intereses económicos si los hay. Ricardo siempre asegura que “el tipo de discursos que hoy uno escucha desde el gobierno de Macri, a los visitadores médicos no nos sorprenden porque son los mismos que escuchamos continuamente en boca de los gerentes de los laboratorios, contra los que luchamos desde siempre dentro de AAPM”.

“Nuestras paritarias –detalla hoy- parecen siempre destinadas al fracaso, porque se repite la actitud de la industria farmacéutica de pretender bajar sueldos y la representación gremial en los laboratorios. Se trata de una guerra de desgaste, en la que desde siempre se pretende hacer desaparecer a los sindicatos, pero, como respuesta a eso, cada vez tenemos más representación en ese mundo tan complejo”
El gremio de Peidro, no solo no se debilitó con esa ofensiva patrional, sino que se fortaleció hasta estos años, en los que, incluso, hace un tiempo “se resolvió plebiscitar nuestro accionar –recuerda el dirigente-, y en esa compulsa nacional el 98 por ciento de los compañeros y compañeras decidió votar por no ceder derechos”.

El primero desde el mundo privado

Ese largo recorrido, de coherencia y convicción, lleva ahora a Peidro a ser el primer secretario general de la CTA A proveniente del sector privado, lo cual demuestra la fuerza de su recorrido para ubicarse en el liderazgo en un espacio con fuerte impronta de los trabajadores estatales y docentes.

Modesto, considera en cambio que “lo que esto demuestra es, más que eso, en medio de esos dos grandes sostenedores de la Central como son estatales y docentes, que el enorme crecimiento de gremios privados no pasan inadvertidos en momentos de tremendas batallas como las que estamos dando como sociedad. Allí están peleando, los azucareros, los provenientes de sectores industriales, y muchos otros, que, junto a la cada vez más cantidad de organizaciones sociales y territoriales, su suman a las peleas permanentes que tienen los compañeros y compañeras que batallan contra el Estado patrón”.

Por eso, y por los resultados apabullantes que consiguió la lista 1 que encabezaba, frente a la expresión Multicolor, lista 6, es que Peidro asegura que “la elección no fue un hecho protocolar, fue un gesto de lucha. Un acto de militancia para decirles a aquellos que quieren apropiarse de nuestra Central que no van a pasar, que no se lo vamos a permitir. A quienes quieren hablar en nuestro nombre, les decimos que cuando nosotros hablamos es porque lo decidieron las asambleas, los piquetes y los paros hechos por nuestras compañeras y compañeros. La historia nos obliga a no traicionar, acá están los que solamente acatan lo que se decide en las asambleas. Luego del histórico 8 de agosto, ya desde el 9 la CTAA esta otra vez en la calle, construyendo el país que querían nuestros hermanos y hermanas que lucharon antes. Si Triaca quiere una central que la vaya a buscar a otro lado», remata.

El respaldo internacional
El consenso mundial le otorga un papel fundamental a la observación electoral. Lo considera un pilar para fortalecer las democracias, la participación y la transparencia.
En esa dirección durante las elecciones estuvieron presentes los veedores internacionales Douglas Martins Izzo, de la CUT de Brasil; Sergio Padilla, de la CONFEPIDER, México; Héctor Castellano y Gabriel Melgarejo, del PIT-CNT de Uruguay; Gilberto Martínez, de la CUT de Colombia; Graciela Congo, de la CUT Auténtica de Paraguay; y Amalia Pereira Campos, de la CUT de Chile.
Las misiones de observación se enfocan en la transparencia del proceso electoral a través del despliegue de los observadores en el terreno, quienes recorren los recintos, comprueban la presencia de autoridades de mesa y del material para el libre ejercicio del voto y el debido comportamiento de todos los actores.
Desde 1962 la OEA ha desplegado más de 240 Misiones de Observación Electoral en 27 países del hemisferio.

Tras los comicios el informe final de los veedores internacionales expresa las siguientes consideraciones:

• Que hemos asistido al acto eleccionario de la CTA Autónoma de Argentina, en un marco de intencionalidad de obstaculizar dicho proceso por parte del Ministerio de Trabajo del gobierno Argentino, el cual rechazamos rotundamente por considerarlo una injerencia directa en la práctica libre y democrática de los trabajadores, en contraposición con lo dispuesto por el convenio 87 de la OIT.

• Que asimismo hemos constatado en algunos centros de votación la prohibición por parte de algunas patronales a que se instalaran los circuitos correspondientes para el correcto desarrollo del ejercicio.

• Que el libre ejercicio de la democracia sindical se hizo en un marco de paz, respeto y tolerancia; con absoluta transparencia y con el contralor de delegados de las dos listas en competencia.

• Nos vamos con la plena seguridad de que la CTA Autónoma, organización hermana, ha salido más fortalecida y en unidad.

Recuadro
Un poco de la historia reciente

Por Federico Chechele |
No se trató de una elección más, se terminó el mandato de Pablo Micheli que tantas diferencias generó a partir de una conducción cerrada, con falta de debate y decisiones inconsultas. Esa política caló hondo en la mayoría de la Mesa Ejecutiva Nacional, conformada por el secretariado y los secretarios generales de las organizaciones, y de la Mesa Nacional, que aglutina a los secretarios generales de cada una de las provincias.
Por ello, ni bien comenzó su segundo mandato al frente de la Central, esta mayoría nacional, encabezada por Ricardo Peidro y Hugo “Cachorro” Godoy, tomó la decisión de desconocer a Micheli. Buscó aliados de diferentes sectores del campo popular como lo son las organizaciones sociales (CTEP, CCC y Barrios de Pie) junto a diferentes sindicatos de la CGT como los portuarios, aceiteros, trabajadores de prensa, etc.; y lo plasmó en decenas de medidas de fuerza y movilizaciones contra las políticas del Gobierno.
Ante ese escenario, Micheli, sin quórum en ambas mesas ejecutivas de la Central, se protegió bajo el paraguas de Hugo Yasky, titular de la CTA de los Trabajadores, el mismo que desconoció el triunfo del propio Micheli allá por 2010 cuando las dos vertientes de las CTA definieron si subordinarse o no al poder político. Aquellas diferencias se resolvieron en octubre del 2014 al constituirse ante el Ministerio de Trabajo las dos organizaciones por separado.
Hoy Yasky lo lleva de la mano, lo hace marchar a su lado y lo sube en los palcos de las contiendas del kirchnerismo. Con una salvedad: cada vez que Micheli habla no lo aplaude nadie. Así quedó reflejado el pasado 28 de junio cuando realizó un acting eleccionario –que no fue noticia para ningún medio- flanqueado solamente por algunos sectores de la Federación de Energía (Fetera), como Luz y Fuerza de Mar del Plata y La Pampa o los Jerárquicos del Gas.
Por su parte, la CTA que lidera Yasky renovará autoridades en septiembre y el propio dirigente de CTERA irá por otro mandato, a pesar de que en los últimos años tanto él como Micheli se cansaron de anunciar la unificación de las dos CTA en detrimento de los dirigentes que encabezan la CTA Perón (denominada así por la calle de la nueva sede). No sólo no lograron agrupar ambas centrales y dejar el cargo como lo anunciaron, sino que, además, Yasky se pronunció a favor de regresar a la CGT, y dejó a Micheli mirando para todos lados.
De cara a las elecciones del 8, los candidatos Peidro, Godoy y Claudia Baigorria, de la Lista 1 “Germán Abdala”, aseguran que bajo la conducción de Micheli la CTA Autónoma había perdido el eje de la disputa. Recuerdan que sólo se peleaba, junto a un sector de la CGT, por bajar el Impuesto a las Ganancias, desoyendo así las reivindicaciones históricas de la Central como lo son la lucha contra la pobreza, la desocupación, el salario Mínimo Vital y Móvil, la apertura a las organizaciones sociales y, por sobre todo, el debate interno.
El Ministerio de Trabajo será quien definirá la suerte de Micheli, un asiduo visitante del organismo ubicado sobre Leandro N. Alem que no dudó en sacarse una foto sonriente junto a Jorge Triaca en pleno proceso de despidos.

Recuadro (de una pagina, la ultima)
La elección fue de los trabajadores

Por Víctor De Gennaro

El intento de suspensión arbitraria de las elecciones de la CTAA por parte del ministerio de Trabajo, a petición de Pablo Micheli, nos retrotrae al 2010; el candidato que había resultado perdedor, Hugo Yasky le solicita al Ministerio de Trabajo que desconozca el veredicto de la votación directa de los trabajadores
Es coherente, Triaca respondió con la misma lógica que utilizo Tomada entonces. Elije y defiende al “representante” que perdió en detrimento de los candidatos que eligieron los “representados”.
Si hacemos memoria, la tergiversación de valores y de prácticas nos interpeló para parir el grito de Burzaco (1991), el Encuentro de trabajadores en Rosario y el Congreso de Parque Sarmiento (1992) y, al cabo de cinco años, la fundación de una nueva Central de Trabajadores en la Argentina (1996). Alcanzando el reconocimiento con la Inscripción Gremial otorgada por el ministro Armando Caro Figueroa (1997), que legalizó después de mucha lucha la herramienta para terminar con el unicato en la Argentina.
La CTA fue hija del tiempo histórico de la caída del campo socialista y la traición del peronismo. Tuvimos que llegar a esa crisis de paradigmas para cuestionar la delegación en quienes decían una cosa y hacían otra. Parimos un tiempo de autonomía que nos seguirá reclamando coherencia y perseverancia.
Optamos por un modelo sindical que reconoció la unidad más alta, la de la Clase Trabajadora, y por eso determinamos afiliación directa de cada trabajador (el que vive, el que quiere vivir o el que vivió de su trabajo), y lo que nos llevó al mayor grado de democratización realizando la elección de los dirigentes por el voto directo de los compañeros.
En cambio, la CGT no acepta trabajadores, su Estatuto define que se afilian los Sindicatos y los dirigentes se eligen por Congreso de Delegados elegidos por uniones o federaciones que la componen.
Lo nuestro fue producto de aquel conflicto de representación que todavía hoy perdura en muchos aspectos, pero que no se resuelve cambiando solamente al “representante” sino construyendo “poder de los representados”.
Por eso los empresarios, los gobiernos (sean del PJ, UCR o PRO) y los sindicalistas de la CGT defienden al “unicato” concentrando el poder en unos pocos con “poder de lapicera”, firmando a la baja las condiciones salariales y de trabajo.
Después del último genocidio, empezamos a ver que para muchos gremialistas el poder no estaba en la fortaleza de los niveles de conciencia y organización de sus afiliados, sino en el poder económico alcanzado con el manejo de la “caja”. Y muchos de esos dirigentes ya no solo se visten o viven como empresarios, sino que son empresarios.
El Estatuto de la CTA se base en tres pilares: Afiliación directa; Elección directa; y Autonomía del Estado, los empresarios y los partidos políticos.

Las dos primeras la garantiza el Estatuto, pero la tercera sólo se garantiza con el poder propio de los trabajadores para realizar lo que creemos y deseamos hacer.

Eso es lo que estuvo en juego cuando trataron de que no se lleven a cabo las elecciones de la CTA-A, y nosotros demostramos en todo el país que la elección fue de los trabajadores y NO de los patrones.

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