En los amarillos se encierran todos los males que a uno se le pudieran ocurrir.
Tal cual se soñaba por izquierda la idea siempre trunca de un gobierno clasista, ellos lo llevan adelante y hasta parecen orgullosos. Pero, claro, por derecha.
Gobiernan para ellos, y todos los demás lo padecemos.
Ahora, en este mundo en el que nadie cree del todo lo que el otro le dice –siempre nos quedamos pensando cual es al as que esconde debajo de la manga cualquier interlocutor que nos diga algo-, ellos son frontales, claritos y sin sanata alguna.
Lo justo es justo, y hay que reconocérselos.
Son jodidos. Y no lo disimulan. Casi hasta se ufanan al hacértelo sentir.
Por ejemplo, hace pocas horas varios empresarios no se anduvieron con vueltas. Salieron a la cancha a pedir que se impulse una reforma laboral profunda porque quieren “que haya mayor flexibilización. Que sea más fácil despedir y contratar gente”.
Lo dicen sin ponerse colorados, como si hasta ahora hubieran tenido problema alguno para dejar gente en la calle.
Pero no les alcanza, y te lo baten mirándote a los ojos.
Pero, para ir de la mano, con ese sector que privilegian, desde el gobierno parecen haber desatado varias estrategias para dejar plantadas diversas estructuras que garanticen sus políticas más allá de octubre. Y más allá de si las urnas los obligan a volverse a sus casas.
El reciente acuerdo (entrega) entre el Mercosur y la Unión Europea le pone un moño a las consecuencias nefastas que nos dejara el brutal endeudamiento que el macrismo utilizó para encubrir la salida de divisas propias registrada en estos cuatro años. Propias de esos empresarios que antes mencionábamos, claro está.
También desarrollan a ojos de todos, un esquema para que varios de los funcionarios claves de cada cartera permanezcan en esos cargos de segunda línea más allá de octubre.
Las quitas de retenciones a los exportadores, la consolidación de empresas transnacionales en la explotación de bienes comunes, la perdida constante en la relación salarios-costo de vida, son algunas, nada más, de las variables que se encargan de dejar bien atadas para que permanezcan en los tiempos que vienen.
Y acá no es cuestión de agrandar grietas o de difamar las actitudes del otro.
Con estos tipos no hay dudas por aclarar, ni debate posible para verificar sus intenciones.
Te van a cagar, seguro. Pero al menos no te dicen que te quieren para engañarte.
Te odian, y se les nota.
Será que no tienen sentimientos de amor?
Sí, lo tienen. Pero el amor solo es expresado a la hora de quererse a ellos mismos…..Y a sus billeteras…