Por Julian Pilatti.-
No se puede tomar el informe final de la autopsia del cuerpo de Facundo, sin estudiar el contexto de su desaparición a manos de la policía bonaerense. Por eso, es importante recordar cuáles son las principales pruebas que echan por tierra la posibilidad de un accidente. Y que le apuntan en forma directa a los uniformados.
La lectura rápida sobre la autopsia del cuerpo de Facundo Astudillo Castro, parece decir que el joven de 22 años murió ahogado. Sin marcas de golpes o heridas de bala, su muerte parece caer en la descontextualizada tragedia producto de un accidente. Esa es la teoría que abonan la jueza de la causa, María Gabriela Marrón, el fiscal Santiago Ulpiano Martínez y el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni.
Pero la mirada pormenorizada de lo que arrojó el informe final de la autopsia -incluyendo el contexto de su desaparición seguida de muerte-, nos dice, muy por el contrario, otra cosa bien distinta: Facundo no pudo haber muerto intentando cruzar el cangrejal en donde apareció su cuerpo.
«El avanzado estado de esqueletización del cadáver impide determinar si fue accidente, homicidio o suicidio». Este es uno de los párrafos más importante que se puede leer en el informe que realizaron una decena de peritos, entre ellos integrantes del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF). Pero es, curiosamente, uno de los puntos menos relevantes para algunos medios de comunicación y funcionarios incómodos con la causa.
Lo que nos dicen los especialistas es que no se pudo determinar si Facundo murió por causas accidentales o fue asesinado. No asegura la segunda de las posibilidades, pero tampoco la descarta. Elemental.
El mismo gris que dejó el estudio en la autopsia de Santiago Maldonado, en 2017.
El contexto que todo lo aclara
Ahora bien, si a esta duda central le agregamos el conjunto de pruebas que apuntan contra la policía bonaerense de Villarino, la desaparición y muerte del pibe que quiso llegar a dedo desde su ciudad natal, Pedro Luro, hasta Bahía Blanca, cobra otros matices ya conocidos en este país infectado por desapariciones forzadas y casos de gatillo fácil.
¿Cuáles son las principales?
1: Facundo fue visto por última vez cuando era detenido y subido a un móvil policial en Mayor Buratovich. Los testigos aseguran que la policía no le tomó declaración en más de una oportunidad cuando el caso ya era noticia.
2: La versión de los policías implicados en el caso (que fue dada recién a los 50 días de la desaparición de Facundo) se contradice constantemente. Quizás la más llamativa sea la del oficial Alberto González, que cambió su declaración en dos oportunidades. Primero dijo que Facundo continuó su viaje cuando se subió a una camioneta y después detalló que el joven siguió caminando. Todo esto en el marco de la cuarentena más dura, en donde las fuerzas de seguridad tenían orden de impedir la circulación.
Dato aparte: en la comisaría de esa localidad, Teniente Origone, se encontró un amuleto que llevaba Facundo en su mochila al momento de desaparecer.
3: Los oficiales que dijeron haber dejado seguir a Facundo por la Ruta Nacional 3, mantuvieron una serie de mensajes realmente llamativos. “Quedate tranquila Janita, que nadie sabe que fuimos nosotros”, es el mensaje que le escribió el oficial Mario Gabriel Sosa a su compañera de armas, Jana Curuhinca. Se tratan de los uniformados que le sacaron la ya conocida última foto a Facundo, en donde se lo puede ver de espaldas y con la mochila y zapatilla que finalmente fueron halladas en la zona donde apareció su cuerpo.
Además, en el teléfono de Curuhinca se encontró una foto borrada del DNI de Facundo. Los policías habían negado que el joven llevara documento de identidad y el mismo es –curiosamente- uno de los elementos faltantes de su mochila.
4: El 31 de julio, el perro entrenado de Marcos Herrero, “Yatel”, encontró un elemento de Facundo en un galpón abandonado de la comisaría de Teniente Origone. Se trata de una vaquita de San Antonio que su abuela le había regalado antes de morir y que Facundo llevaba consigo siempre. Estaba dentro de una bolsa que también tenía un paquete de cigarrillos en estado de descomposición. También se encontraron pelos y manchas de sangre, que están siendo peritados y que en los próximos días podrían dar mucho que hablar.
Pero, como si esto fuera poco, otro elemento del joven de 22 años se halló en el baúl de un móvil policial. Fue el pasado 18 de septiembre, otra vez descubierto por el perro Yatel. Lo encontrado fue una piedra turmalina que Facundo llevaba como collar, mientras que el auto de la policía de Bahía Blanca era nada más ni nada menos que el vehículo que se ubicó a 800 metros del lugar donde apareció el cuerpo del joven, a una semana de su desaparición.
Además, el día en que el Toyota Etios de la policía permaneció por 35 minutos en la zona del cuerpo, una de las oficiales que había “levantado” de la ruta a Facundo, Siomara Flores, borró su cuenta de WhatsApp.
5: También, una de las principales pruebas que desmiente la hipótesis del accidente y que vuelve a apuntar a la policía bonaerense, es el estudio de la zona en donde apareció el cuerpo de Facundo y la inquietante manera en la que aparecieron sus pertenencias.
El 15 de agosto unos pescadores dieron aviso ante la aparición de un cuerpo en estado esquelético, en un cangrejal ubicado entre las localidades de Villarino Viejo y General Daniel Cerri. Se trata de un territorio de ría casi inaccesible y con muchas trampas, producto del constante barro, y las inesperadas subidas y bajadas de la marea.
Ese día –en el cual la madre del joven, Cristina Castro, ya presentía que el cuerpo hallado era el de su hijo-, también se identificó una de las zapatillas del joven. Lo más destacado de esto, es que el calzado se encontraba impecable; y todavía es más impactante si se la compara con el estado del cuerpo. Esa fue la primera ‘señal’ para que los abogados de la familia de Facundo, Leandro Aparicio y Luciano Peretto, empezaran a sostener la posibilidad de que el cuerpo de Facundo haya sido ‘plantado’. Un método ya conocido por las fuerzas de seguridad argentinas.
Pero más tarde, la teoría de los abogados se confirmaría cuando el 12 de septiembre pasado, otra vez unos pescadores de la zona, encontraran la mochila de Facundo con casi todas sus pertenencias adentro.
Para decirlo crudamente: ¿Cómo es posible que Facundo haya muerto ahogado si posteriormente todas sus cosas, incluida su ropa y teléfonos celulares, fueron encontradas dentro de su mochila?
Para cerrar, respecto a la zona donde fue hallado el cuerpo: unas semanas después se confirmó que en el lugar se descubrieron restos humanos de otras personas. Todo eso instala la incógnita: ¿Se trata de un lugar de descarte? Otro punto para considerar que Facundo no se accidentó, sino que lo mataron y lo tiraron ahí.
Hay, incluso, más pruebas que nos hablan de un encubrimiento, el cual toca a la policía bonaerense, pero también a la justicia y al municipio de Villarino.
Los enumerados son los principales puntos que desdicen la idea de que Facundo murió ahogado por sí solo y que no existieron otros actores para que el joven de Pedro Luro terminara en ese inhóspito lugar, alejado de sus amores, amigos y sueños de juventud.
¿Será justicia?