Petite maman (2021)
Por Edu Guzman (@soloenelcine)
Petite maman es el cuarto largometraje de la directora francesa Céline Sciamma, cuya película anterior es la muy celebrada Retrato de una mujer en llamas, premiada en el festival de Cannes y con estreno comercial en nuestro país.
Nelly, una niña de 8 años, escribe las palabras de un crucigrama que una mujer mayor le dicta, se despide, sale de la habitación y recorre lo que parece ser un geriátrico o una clínica saludando a otras residentes hasta llegar a la pieza que fue de su abuela materna. Allí se encuentran sus padres y una cama vacía, en un silencio apenas interrumpido por el sonido de las acciones de orden y guardado y alguna que otra palabra con fines prácticos.
Las tareas continúan en la casa de la abuela y entre las decisiones de lo que se tira y lo que se lleva aparecen los objetos cargados de recuerdos. El ambiente está marcado por la ausencia y, fundamentalmente, por el proceso de duelo que está viviendo Marion, su madre, quien a los ojos de la niña se ve distante, algo apagada, contemplativa. Esa actitud es una novedad para Nelly y le resulta misteriosa. La pequeña deberá arreglárselas sola para entretenerse en ese contexto y uno de los mayores atractivos de la casa de la abuela se encuentra en el bosque que la circunda.
Cuando su madre se va unos días debido a lo difícil que le resulta quedarse en esa casa, en una tarde de juegos en el bosque, Nelly conoce a Marion con la que muy pronto se hacen amigas. Sin embargo, un elemento dota de extrañeza el encuentro: ambas niñas tienen un asombroso parecido físico y lo que Nelly descubrirá es que se trata de su propia madre.
Con una notable actuación de las gemelas Joséphine y Gabrielle Sanz, Sciamma logra construir una historia pequeña y poderosa sobre los modos de transitar una pérdida irreparable a través de la mirada de una niña. Uno de los mayores logros de la película es hacer convivir un relato que comienza de manera realista con los elementos fantásticos propios de la visita de la hija a la infancia de su madre. Mucho de este resultado descansa en una puesta de escena sobria y en el tiempo que se toma la cámara para seguir las acciones desde el punto de vista de Nelly.
Pérdida y descubrimiento son los dos pilares sobre los que la niña se apoya para intentar elaborar la muerte de su abuela y el misterio de lo que le sucede a su madre.
Sciamma construye un escenario perfecto para que el espectador acompañe el proceso de la niña y se involucre gracias a su simpatía y también pueda asombrarse un poco a través de sus ojos. Petite maman es una película en apariencia sencilla, que destila un optimismo sin grandilocuencia, y que en el juego entre lo real y lo fantástico configura un universo propio. Es la posibilidad de un mundo más humano y empático con la ternura como elemento fundante.