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Nota publicada el 03 / 09 / 2019

Acuerdo Mercosur-Unión Europea: ¿Nos conviene o nos sentencia?

Por Hugo ‘Cachorro’ Godoy y Horacio Fernández

El acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea es sin dudas un hecho histórico, pero depende de cómo quieran presentarlo, porque las grandes derrotas también pueden ser consideradas hechos históricos. Este acuerdo es para nuestros países la marca de una inserción desigual y subordinada en la globalidad, aceptando un rol subalterno en la nueva división del mercado mundial del trabajo, en la nueva división internacional del trabajo. ¿Por qué? Porque se abrirían las fronteras, entre comillas, para nuestros productos agrícolas, pero nosotros también nos abriríamos para los productos industrializados de la Unión Europea.

Fundamentalmente se ponen en riesgo los metalúrgicos, automotrices, autopartes, bienes de capital. Si nuestra industria de bienes de capital compite con las industrias de bienes de capital europeas la posibilidad de un desarrollo autónomo se aborta totalmente. Y a largo plazo las patentes medicinales también van a traer problemas en el rubro químico y en el rubro medicamentos.

Quedaremos entonces especializados en materias primas o en productos con muy bajo valor agregado. Esto va a impulsar un desarrollo salvaje del extractivismo, ya sea el agro negocio, como el fracking o la minería. Estaríamos exportando materias primas o mercaderías con muy poco valor agregado y vamos a importar bienes elaborados y servicios. Por lo cual este acuerdo es una inserción desigual porque los precios de las materias primas siempre son más bajos que los precios de los productos elaborados, y una subordinación en la nueva división mundial del trabajo.

Apertura de los mercados agrícolas

La Unión Europea tiene dos ventajas, la primera es el tema de los subsidios a la producción agrícola. En el acuerdo no se menciona que se hayan reducido los servicios. Vale recordar que la propia Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) plantea que en el 2017 la Unión Europea y Estados Unidos gastaron 217 mil millones de dólares en subsidios agrícolas. Ese rubro no se toca.

Y en segundo lugar, mantiene determinadas barreras pararancelarias, como es lo que ellos llaman seguridad fitosanitaria. Esto es importante porque, por lo menos en el caso de Argentina, hay un anuncio contradictorio entre la Cancillería y los anuncios que vienen de Bruselas. Por ejemplo: La Cancillería argentina dice que se eliminan las barreras para-arancelarias y Bruselas dice que las autoridades europeas podrán actuar para proteger la salud humana, animal, vegetal o medio ambiental, etc. Por lo tanto, no se eliminan las barreras.

Además, Europa se blinda respecto de la carne: No más de 100 mil toneladas de los cuatro países exportadores del Mercosur.

Entonces la realidad es que ellos ponen un blindaje en lo que es sensible y nosotros abrimos con una propuesta de cinco, siete o diez años en los que se irán bajando los aranceles.

El Ministro de Producción y Trabajo de la Argentina, Dante Sica, dijo en pocas palabras que este es un acuerdo estructural. Esto quiere decir que para competir nuestros países tienen que profundizar las reformas estructurales que hagan que nuestra producción industrial pueda ser competitiva con la producción industrial de los países desarrollados de Europa. Ergo, la única forma en que nosotros podemos competir es bajando las regulaciones, bajando salarios y jubilaciones, y generando el costo laboral más bajo posible para que eso pueda ser competitivo. Es la única forma que tenemos de competir. Siempre vale la pena estar atento a una confesión de partes para relevar las pruebas, y lo que plantea el Ministro argentino es exactamente lo que él dice: Un acuerdo estructural, que estructura una nueva inserción de nuestros países en el mundo.

Alguno puede decir que lo nuestro es demasiado desconfiado. Y en realidad lo que viene de la Unión Europea ratifica nuestra desconfianza, pero además la Comunidad Económica Europea ya ha firmado acuerdos con Canadá, con Chile, con Perú y con Ecuador; y todos tienen esas cláusulas. ¿Entonces por qué razón van a cambiarlas? Por otra parte, son las mismas que se están discutiendo en los acuerdos entre el Mercosur y el EFTA, y otros países como Canadá. Son lo que se llama acuerdos de libre comercio de nueva generación. No son solo tratados de comercio, sino que estructuran planteos como el de la OMC, como el acuerdo de facilitación de inversiones, que significan bajar todas las regulaciones para la apertura de las inversiones.

Pensemos que la Comunidad Económica Europea es el segundo inversor externo en el mundo. Entonces, decir que una empresa de servicios de Argentina o de Brasil puede competir de la misma manera que una empresa de servicios de estos países nos parece errado.
La sardina y el tiburón

Otro tema que vale la pena analizar: Los comunicados de la Cancillería argentina a los que tuvimos acceso plantean que no hay innovaciones respecto de las inversiones públicas. Sin embargo, el comunicado de la Unión Europea plantea: “Mercado públicos: Por primera vez en su historia los países del Mercosur abren mercados públicos a empresas europeas de inversiones en servicios”. O sea, nosotros también podríamos ir a competir en servicios. Por ejemplo, si se pone a competir los servicios de transporte fluvial o marítimo, nosotros en Argentina ¿podemos competir en ese rubro? Estamos comparando cosas muy disímiles. Estamos comparando una integración entre una sardina y un tiburón.

Ellos ponen ejemplos concretos: Una empresa italiana podrá competir en igualdad de condiciones en el concurso para construir una ruta. Si alguien le encuentra alguna similitud con los PPP (Proyectos de Participación Pública Privada) con el que se quiere hacer la obra pública acá en Argentina, es pura coincidencia. Pero todo termina en detrimento hasta de la capacidad de regulación. Y eso no lo dice el comunicado de la Cancillería argentina, lo dicen desde la Unión Europea.

Jean Claude Juncker, que es el Presidente de la Comisión Europea, plantea que esto va a abaratar en aranceles 4.500 millones de dólares para los países de Europa. Y el cálculo es que para el Mercosur son sólo 400 millones.

Nosotros nos vamos a especializar en exportar productos agrícolas y bienes de bajo valor agregado, sobre todo productos agrícolas que son parte de nuestro propio consumo. Es decir, los países de la región exportamos muchas cosas con las que también nos alimentamos, especialmente en Argentina y Uruguay.

La OCDE ya no está pidiendo, y está escrito en este acuerdo de la Comunidad Económica Europea, que Argentina deba bajar las retenciones a los productos de exportación. Las retenciones no sólo son ingresos al Estado sino que es un mecanismo que desacopla el precio interno del precio externo, lo que se importa se importa al valor del mercado internacional y se vende al precio del mercado interno. Al desaparecer eso, lo que va a pasar es el encarecimiento de los alimentos que nuestros pueblos consumen. Pasó con el maíz en México. No es que nosotros aventuremos porque se nos ocurre: Ya pasó que la exportación genere incremento de esos costos, y la OCDE pide a la Argentina que elimine las retenciones para el año 2020. Entonces, para quien tenga alguna duda le haríamos una pregunta para terminar: ¿La integración de la Unión Europea cambió las asimetrías entre los países integrantes de la UE, o los países pobres fueron más pobres y los países ricos más ricos? ¿Por qué hay que esperar un resultado venturoso para nuestro país cuando nos incorporamos con un producto bruto que es más del 20% del producto bruto mundial en las condiciones de desarrollo tecnológico retrasado que tiene nuestras industria y especializándonos en productos de bajo valor agregado y que tienen que ver con la alimentación de nuestros pueblos?

Servicios

Dos cosas más para tener en cuenta: Cuando mencionábamos el tema de los servicios hacíamos referencia al transporte, audiovisuales, energía, finanzas, etc. Las empresas de nuestro país que brindan estos servicios se pueden ir a competir a Europa y las empresas italianas, inglesas, francesas, que son por ejemplo las que quieren asociarse para la explotación del subterráneo en la Ciudad de Buenos Aires, con este acuerdo se abre a que esa participación no sea como empresas, sino que sean parte de la unión comercial.

También se plantea que las economías regionales se verán favorecidas. Ahora bien, nosotros también abriremos a la importación de aceite de oliva, vino, lácteos, o quesos de esos países. No es que todas las economías regionales se verán beneficiadas, y hay un punto bastante tramposo que hay que tener en cuenta que son las reglas de origen flexibles, que permiten que empresas europeas produzcan con insumos que vienen de países que tienen condiciones casi de explotación de la mano de obra e incorporarlo a bienes de capital terminados, por ejemplo el acero chino, los textiles y el hilado que viene de Vietnam, etc.

Podrían decir “ustedes no tienen todo el texto del acuerdo”, pero entonces ¿por qué no lo ponen a la libre discusión si es tan beneficioso? Se presenta un acuerdo que debe ser aprobado o rechazado por la legislatura. ¿No queda nada para hacer? Sí, queda mucho por hacer, este acuerdo tiene que ser ratificado por los 28 integrantes de la UE, con los cuales ya hay problemas. Con Francia, sobre todo, porque a pesar de que han blindado su producción de carne vacuna, es un problema para ellos. Pero son varios los países que también presentan dudas. Y después tiene que aprobarse en los parlamentos de los países de la región, con que un solo país nuestro no lo apruebe, el tratado no entra.

Acá hay que generar un ámbito de discusión. La Confederación de los Trabajadores Estatales de América Latina y el Caribe puede jugar un rol muy importante con los compañeros y compañeras de otros países del Mercosur para generar una campaña que difunda, demuestre, discuta con los distintos bloques parlamentarios en base a todo el tratado y la información. Las pequeñas y medianas empresas tienen que entrar a competir. Se abre al comercio electrónico, esto no lo dice el sucinto comunicado de la Cancillería, pero si lo dicen los 12 puntos que resalta la Comunidad Económica Europea.

Quieren vender a este acuerdo como un gran triunfo, pero tenemos que responder pidiendo que queremos el tratado, que queremos analizarlo e iniciar una campaña para debatirlo. Si la constitución de la UE lejos de limar las asimetrías las profundizó, y los tratados internacionales que ya se han firmado con Canadá, con Chile, con Perú, tienen clausulas de este estilo ¿por qué va a ser distinto este tratado?

**Hugo Godoy, Secretario General de ATE y Secretario Adjunto de la CTAA; Horacio Fernández, titular del IDEP (Instituto de Estudio sobre Estado y Participación)

Los gremios en alerta

El ministro de producción y trabajo Dante Sica mantuvo una reunión con la CGT, la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores. Allí, en el marco del segundo encuentro por el Diálogo Social, recibió una respuesta esquiva sobre el acuerdo con los europeos: el sindicalismo expresó no sólo su «preocupación» por el contenido, sino que también pidió detalles del texto.
“No dieron a conocer la letra chica ni ninguna otra letra”, relató el secretario general de la CTA Autónoma, Ricardo Peidro. “Como mínimo, nos preocupa porque no estamos hablando únicamente de un acuerdo comercial, sino que impacta fuertemente en la estructura productiva del país”.
“De la reunión participaron también las cámaras empresarias, que salieron inmediatamente a felicitar el acuerdo. No sabemos si es porque tienen más información o es sólo una cuestión de lealtad a este Gobierno, pero en cualquiera de los dos casos, ya eso solo nos preocupa”.

“El acuerdo viene a imponer
lo que el ajuste no pudo”

La especialista en relaciones económicas internacionales, Luciana Ghiotto lo plantea como un tratado de libre comercio. “Sí, se trata de un tratado de libre comercio porque en los términos más generales tiene todos los capítulos. Incluye no sólo temas comerciales (aranceles, acceso a mercados, reglas de origen) sino también los capítulos que se conocen como los temas más allá de las fronteras o regulatorios, llamados nuevos temas comerciales (derechos de propiedad intelectual, servicios, compras gubernamentales)”

Los sectores más vinculados a la producción para la economía interna, “son los que van a salir más afectados porque no están tan dinamizados ni son tan modernos como el agro, porque hasta ahora no requerían colocar estas producciones en el exterior”.

En este escenario, las industrias de textiles y calzados corren mayores riesgos. “En este acuerdo lo que se está haciendo es adoptar técnicas bastante flexibles en términos de la determinación de reglas de origen. Por ejemplo, la Unión Europea (que no produce textiles hace años) va a poder –de una manera bastante simple– triangular productos de calzados y textiles que son producidos a un bajísimo costo en el sudeste asiático y entrarlos al Mercosur con cero arancel vía este acuerdo bilateral. Esto provocaría que todos los sectores que a nivel nacional pagan enormes impuestos de producción cierren porque la competencia será brutal”, ejemplifica la especialista.

“Los países del norte –añade-tienen enorme cantidad de patentes, grandes subsidios estatales dentro de la UE, tienen una práctica mucho más ejercida con respecto a lo que es el comercio global que lo que son las empresas y pymes argentinas. Ahí la competencia se va a volver completamente descarnada. No parten de igual punto unas pymes de un lado y otras empresas del otro”.

Para cerrar, Ghiotto sentenció: “Uno puede mirar cuántas empresas colombianas o chilenas, por ejemplo, ganaron licitaciones en la UE en los últimos diez años –paises en los que ya rige un acuerdo similar- y la respuesta es ninguna. Entonces en realidad esto se hace para que las empresas europeas vengan a hacer negocios acá”.
En suma, para nuestro pueblo “el acuerdo Mercosur-UE viene a imponer lo que el ajuste no pudo”.

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