MERCEDES CABEZAS Y CLARISA GAMBERA DE ATE ANALIZAN EL AVANCE DEL SINDICALISMO EN LA LUCHA POR LOS DERECHOS DE LAS MUJERES.
Siendo el trabajo el ámbito por excelencia que produce y reproduce relaciones de poder, ¿Cuáles han sido los avances del sindicalismo siete años después de la primera marcha por Ni Una Menos? ¿Qué significa que se reconozca que la violencia laboral afecta en mayor medida a mujeres y diversidades? Reflexiones desde la mirada de dos sindicalistas de la Asociación Trabajadores del Estado: Mercedes Cabezas, Secretaria de Organización; y Clarisa Gambera, Directora del Departamento de Género.
Por Sofía Acosta
El 3 de junio de 2015 marcó un antes y un después en el movimiento feminista contemporáneo de Argentina. Miles de mujeres y diversidades salieron –casi- de manera espontánea a las calles, a exigir el derecho humano básico: vivir. “Ni una menos, vivas nos queremos”, se instaló como consigna y referencia.
Siete años después, la pregunta es si ha habido algún avance en el campo popular, en particular dentro del sindicalismo en nuestro país.
Mercedes Cabezas, Secretaria de Organización de la Asociación Trabajadores del Estado ATE y Clarisa Gambera, Directora del Departamento de Género del mismo sindicato acompañaron los debates por espacios laborales libres de violencias. Cuentan su experiencia dentro del gremio y los desafíos en un nuevo aniversario de Ni Una Menos.
“El primer 3J fue un tsunami. Metió el debate sobre las violencias en espacios donde esto no era tema de agenda. La demanda no era nueva pero esa amplificación sí. Para nosotras, fue un movimiento asambleario de mujeres en los sectores de trabajo donde nos encontramos con compañeras que no participaban de espacios gremiales. Se armaron instancias de confluencia de personas de identidades políticas diversas”, señala Clarisa Gambera.
AVANCES INTERNACIONALES
El 21 de junio de 2019, la Conferencia Internacional del Trabajo (CIT), desde donde surgen las políticas de la Organización del Trabajo (OIT), adoptó los primeros instrumentos jurídicos internacionales con el fin de prevenir y eliminar la violencia y el acoso en el mundo del trabajo: el Convenio 190 y la Recomendación 206. Argentina fue el tercer país del mundo en ratificar este tratado y ATE formó parte de las instancias previas.
“En nuestro sindicato ensayamos respuestas ante la violencia por motivos de género, corrimos los límites de lo que se tolera. El Convenio 190 fue producto de este contexto histórico y es una herramienta con legitimidad en ámbitos sindicales que tiene mucho para desplegar, aunque tenemos la difícil situación de que cada vez somos menos quienes estamos en relaciones laborales formales”, indica Gambera.
El Convenio reconoció que el sector sobre el que más impacta la violencia laboral, por la desigualdad estructural, son las mujeres y diversidades. Permitió además, comenzar a salir de la denuncia individual para pasar a lo colectivo y pensar herramientas para transformar los espacios laborales.
“Desde nuestro gremio militamos un feminismo de clase que permita erradicar las violencias en un ámbito donde además se producen y reproducen relaciones de poder, donde el acoso y la violencia terminan siendo problemáticas muy importantes a abordar. El convenio nos dio un marco legal para discutir en los sectores de trabajo”, remarca Cabezas.
EL TRABAJO RECONOCIDO DE MANERA INTEGRAL
La nueva normativa considera la dimensión del mundo del trabajo en su integralidad, es decir, más allá del espacio físico y el mero lugar de trabajo: en el camino de la casa al trabajo, en los viajes por trabajo, en las reuniones fuera del lugar estricto de trabajo.
Además, se evidenció que la violencia doméstica tiene impacto en el mundo laboral, por lo que es necesario tomar medidas para aliviar sus efectos y se reconoció que también son disparadores de violencia los procesos de organización y la negociación de condiciones de trabajo.
Entre otros puntos claves, protege a las personas que trabajan, cualquiera sea su situación contractual; a las personas en formación, pasantes y aprendices; despedidxs; voluntarixs; las personas en búsqueda y postulantes a un empleo; e individuos que ejerzan la autoridad, las funciones o las responsabilidades de un empleado.
“El desafío ahora será promover que desde el Estado se pongan en marcha capacitaciones obligatorias, que enriquezcan así las formaciones que ya establece la Ley Micaela”, relata la Secretaria de Organización.
NUEVOS HORIZONTES
El Covenio 190 marca un hito dentro del movimiento feminista y del sindical en particular. Se trata de una conquista que reconoce que la violencia laboral existe en mayor medida hacia las mujeres y diversidades. Se trata de un avance en el desarmando de las estructuras que sostienen la opresión y desigualdad.
“Tenemos el desafío de recuperar ese deseo que hemos avanzado en políticas públicas pero que no se agota en leyes, ni en ministerios: si se encierra pierde potencia. Es necesario que recuperemos la calle, que nos animemos a no encorsetarlo para que vuelva a desbordar las estructuras y desde ahí podremos empujar y cuidar lo que logramos”, sentencia Clarisa Gambera.