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Nota publicada el 03 / 05 / 2023

Blaquier murió impune

Forjador de condiciones de explotación y colaboracionista en la última dictadura cívico militar, Carlos Pedro Blaquier es fiel representante de la complejidad de la Argentina industrial. Un informe del Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPYPP) rastrea los vínculos políticos que lo catapultaron como uno de los empresarios más ricos y poderosos de Argentina al frente de la empresa Ledesma

Por: Redacción Malas Palabras 

La biografía de Carlos Pedro Blaquier, fallecido en marzo de este año, permite trazar una historia del empresariado argentino y su rol activo en las interrupciones del sistema democrático, con la marca a fuego que dejó la dictadura militar que azotó al país desde 1976 a 1983. 

Muchos de estos hombres de negocios fueron promotores del desarrollo nacional y generadores de empleo a la vez que forjadores de condiciones de explotación y cómplices -cuando no parte activa- en la desaparición de personas del último golpe de Estado. Quizás Blaquier represente como pocos esa complejidad de la Argentina industrial. 

La muerte a los 95 años del histórico presidente de la compañía azucarera Ledesma, llamada “impunidad biológica”por su participación en crímenes de lesa humanidad, evidencia el peso que tuvieron algunos de los principales actores económicos en el intento de construcción de un modelo de país regido por el sometimiento de las fuerzas de trabajo.

Blaquier nació el 28 de agosto de 1927 y fue siempre respetado como uno de los empresarios más ricos y poderosos de Argentina, con el reconocimiento de gran parte del sistema político que lo despidió tras su muerte como un referente de la agroindustria.

Pero la figura de este empresario estuvo marcada en las últimas décadas por denuncias sobre su presunta participación en la organización de crímenes de lesa humanidad en Jujuy, en lo que se conoció como “La Noche del Apagón”, entre el 20 y el 27 de julio de 1976, en los inicios de la última dictadura, cuando se estima que fueron secuestradas 400 personas y de las cuales 55 permanecen desaparecidas.  

El informe del área de cúpula económica del Instituto de Pensamientos y Políticas Públicas (IPYPP) titulado “Blaquier: autopsia de una muerte impune (y condolencias para los desaparecidos de Ledesma)”, señala que “el vínculo entre empresarios del azúcar y la política ha sido ampliamente probado en numerosos estudios”, aunque fue la última dictadura la que hizo del “gran paraguas” que permitió a los empresarios del azúcar ”terminar con el ‘problema obrero’ con total impunidad”.

Pero el estudio del IPYPP se propone ubicar históricamente la figura de Blaquier y el rol del empresariado agroindustrial que operó en el norte del país antes de llegar a su responsabilidad en “La Noche del Apagón”, por la que el presidente del Ingenio Ledesma murió sin rendir cuentas a la Justicia. 

Carlos Blaquier.

Historia 

Ledesma, el grupo económico de la familia Blaquier, tiene como firma principal Ledesma SAAI, que fue creada en 1914 en la ciudad jujeña de Libertador General San Martín, llamada por entonces Ledesma.

Cuando a principios del siglo XX la empresa adquirió la forma societaria que rige hasta hoy, su propietario era Enrique Wollmann. Wollmann falleció en 1927 y de la firma se hizo cargo su yerno, Herminio Arrieta. 

La hija de Herminio Arrieta, Nelly Arrieta, se casó con Carlos Pedro Blaquier, quien condujo la empresa desde 1970 hasta su retiro en 2013, cuando cedió la presidencia a su hijo Carlos Herminio Blaquier Arrieta. El dirigente había llegado a poseer el 90% de las acciones. Terminaba así el ciclo de uno de los empresarios considerados de los más prósperos de la historia argentina.

En su gestión, la empresa Ledesma expandió su acción más allá del rubro azucarero para incursionar en el agropecuario, citrícola, derivados de maíz, producción de cuadernos, artículos de librería y, por último, la producción de energía a través del gas y el bioetanol.

Otra forma de vinculación del sector azucarero con la política, según consignó el informe de IPYPP, fue la incursión en los Poderes Legislativos de la región norte de integrantes de las familias oligárquicas: “Herminio Arrieta fue diputado nacional por Jujuy entre los años 1934 y 1938; y senador entre los años 1938 y 1943. Además, condujo el Partido Conservador local, denominado Partido Popular, durante la década del 30. A su vez, los empresarios del azúcar encumbraban como candidatos a personas que trabajaban en los ingenios”.

Además, y a diferencia de los ingenios de Tucumán que desarrollaron el cultivo de la caña como un cultivo social con participación de pequeños productores, junto a no pocos propietarios de la tierra, los ingenios de Salta y Jujuy (en particular Ledesma y Esperanza) “se caracterizaron por una alta concentración de la propiedad de la tierra”.

Hacia 1970, después de que fuera sumándose a la mano de obra complementaria una estructura de empleados estables en torno al ingenio, la organización de los trabajadores derivó en la primera huelga que sufriera la empresa. “En un clima de efervescencia que se alimentó con años de proscripción de Perón, la sucesión de dictaduras y las malas pagas, entre otros factores, se generó un proceso de resistencia obrera a la tiranía de los dueños del ingenio”, evocó el estudio. 

Y en ese proceso cumplió un papel importante la Corriente Clasista que tuvo raigambre en muchos lugares del país y que en Jujuy creó, junto a distintas vertientes de la militancia sindical, el Grupo de Obreros de Ledesma. “La zafra implicaba una gran concentración de trabajadores que generaba recelos en los dueños de los ingenios; lo que indujo la mecanización como contrapeso a una resistencia obrera explícita y cada vez más evidente”.

Las empresas azucareras y la última dictadura 

El colaboracionismo de las compañías del sector con la dictadura se cifró en acciones directas: “En el caso de Jujuy -indicó el citado informe-, la Minera El Aguilar prestó sus vehículos para el secuestro y persecución de activistas sindicales”.

Por su parte, el Ingenio Ledesma “cedió tanto sus vehículos como sus galpones para la persecución y virtual eliminación de toda la dirigencia sindical comprometida con los trabajadores, los activistas políticos y los militantes populares que se oponían al manejo autoritario de los empresarios del azúcar”. 

Así, “los procesos de recuperación salarial que se habían iniciado hacia 1970 y llegaron hasta 1975 gracias a la organización y la lucha sindical fueron revertidos por el Golpe de estado 1976”, con la colaboración de muchos empresarios –como el propio Blaquier– que lograron así el retorno de los “niveles de explotación existentes muchas décadas atrás”.

“La Noche del Apagón”

El principal hecho represivo que involucró al Ingenio Ledesma consistió en una serie de cortes de suministro eléctrico de la usina de Libertador General San Martín, iniciados el día 20 de julio y que siguieron hasta el 27 de ese mismo mes de 1976, producidos intencionalmente para capturar a unas 400 personas, entre estudiantes, trabajadores, militantes políticos o sociales, sindicalistas y activistas de todo tipo. 

“Todos los apresados fueron mantenidos cautivos, atados y encapuchados en forma clandestina en los galpones del ingenio Ledesma, en comisarías y luego derivados a otros centros de detención del país. De esos detenidos, 55 personas permanecen desaparecidas”, indicó el informe del IPYPP.

Lesa humanidad: la causa contra Blaquier

Tras años de impunidad, y a partir de la reactivación de las causas por delitos de lesa humanidad, el 26 de abril de 2012 el fiscal federal de Jujuy Domingo Batule mandó a realizar dos allanamientos en dependencias de la empresa y ordenó la citación a declaración indagatoria de Blaquier por su condición de presidente del Ingenio Ledesma en 1976.

A pesar de que adujo su inocencia, el empresario resultó procesado el 16 de noviembre de 2012 como cómplice en primer grado de la privación ilegal de la libertad agravada de 29 personas. También fue procesado en esa oportunidad el gerente administrativo de la empresa de aquel entonces, Alberto Lemos, en calidad de partícipe secundario. 

“El auto de procesamiento también mencionaba las relaciones de Blaquier con Martínez de Hoz, los créditos que beneficiaron a Ledesma y las políticas de liquidación de los ingenios azucareros del norte del país que habrían servido para concentrar la industria en Salta y en Jujuy”, señaló el informe, que reseñó que, sin embargo, “en marzo de 2015 la Cámara Federal de Casación Penal, por unanimidad, revocó los procesamientos de Carlos Pedro Blaquier y Alberto Lemos y dictó la falta de mérito de ambos”. 

Pero en julio de 2021 la historia volvería a dar un giro: la Corte Suprema de Justicia revocó la decisión de la Cámara Federal de Casación y reactivó el procesamiento de Blaquier. En esa resolución, tres de los jueces del máximo tribunal -Horacio Rossatti, Juan Carlos Maqueda y Elena Highton de Nolasco- criticaron el accionar de la Cámara Federal acusándola de haber obstaculizado indebidamente la causa. Pero Blaquier murió el 13 de marzo de 2023 sin haber sido juzgado por los crímenes cometidos durante la dictadura con su complicidad y apoyo.

La empresa Ledesma lo despidió como un referente con una “visión de país” y “ejemplo del esfuerzo y del trabajo cotidianos”, y lo destacó por su “su prédica en favor de la industrialización y la integración, su permanente optimismo a pesar de las adversidades, su vocación por la excelencia y su profundo amor por la Argentina”.

El próspero empresario encontró el final de su vida procesado y a la espera de un juicio oral por los secuestros y desapariciones ocurridos en 1976, en lo que las agrupaciones y organismos vinculados a la defensa de los Derechos Humanos caracterizaron como “impunidad biológica”.

La concentración económica

A modo de conclusión de su relevamiento, el IPYPP ilustró que la empresa Ledesma “mantiene muchas de las características que tenía hace más de 100 años cuando se creó: creció a costa de la explotación de las poblaciones campesinas e indígenas aledañas al Ingenio y de la asistencia del Estado en todos sus niveles”.

“Sus dueños tuvieron siempre un trato preferencial desde el Estado con sistemáticas transferencias de recursos; la clase obrera que se organizó en la firma fue diezmada por el accionar de la dictadura y del empresariado azucarero; y los actos ilícitos que se probaron contra Blaquier no llegaron a la instancia de condena”, añadió el informe. 

El documento del centro de estudios puso también la lupa sobre el “apoyo incondicional” de un sector de la política para con el “rey del azúcar”, como quedó demostrado con las manifestaciones de “cariño” que tras su muerte expresaron el ex presidente Mauricio Macri y el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, entre otros dirigentes de la oposición.

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