Por Alfredo Grande (Dedicado a Enrique ‘Cachito’ Fukman).- (APe).- Gardel cantó para toda la eternidad, que por una cabeza todas las locuras. Si sumamos muchas cabezas, entonces la locura tiene un salto cuantitativo y cualitativo a lo que denomino el “alucinatorio social”. Si algo implican los medios masivos es desplazar la percepción y el pensamiento y dar mucho espacio a los delirios y las alucinaciones.
Cuando un botón es un analizador, podemos decir que basta un botón. Bernardo Neustadt, oficialista serial, dijo que Menem era rubio, alto y de ojos celestes.
En nuestra historia reciente y no tanto, hemos mirado lo que queríamos ver o hemos mirado lo que nos ordenaban mirar. El hijo le dice a los padres: “dejen de pelearse”. La madre le contesta: “esto no es una pelea sino un cambio de opiniones”.
Para lograr alucinar y delirar al soberano es necesario el Poder y todos los poderes. Cuando al títere se le ven los piolines, o al bufón se le escapa un furcio, llaman a los expertos en imagen, en dicción, en pensamiento, para hacerle un service al mandamás de turno.
La soberanía popular está tan mediatizada, tan representada, tan interferida, que se ha reducido al ritual del voto cada dos y cuatro años. Como todo ritual, vacío de contenido y repleto de formalidades. Se votan candidatos ignorando absolutamente quienes son. Desde la recordada borocotización que iniciara Néstor Kirchner, los partidos políticos pierden soberanía sobre sus candidatos apenas asumen su cargo. Con el dejo de sarcasmo de las castas dirigentes, a veces les dejan “libertad de voto” porque ya el Partido no sabe qué línea conviene agarrar.
Nuestra democracia, parida de nalgas por retirada militar antes que por avance
cívico, ha logrado una anomia representacional.
“No sé si soy uno de los míos”, me dijo un compañero en una charla hace ya varios años. Ahora es peor. La corrupción es tan corrupta, que muchos militantes honestos han indultado a los ladrones por portación de ideología.
Si son nuestros, no roban, aunque no hagan. Todos sabemos que hacen para poder robar.
La versión berreta de “La novicia rebelde” ha transformado a las ancianas monjitas en probables cómplices de estafas y afanos varios. Necesitamos una Julie Andrews que cante: “The sound of Money”. El sonido del dinero. Porque además de peso, tiene sonidos. Y colores. Y olores. Y crea una adicción más fuerte que la heroína.
“Nadie hace la plata trabajando”, sentenció para la posteridad uno de nuestros filósofos más importantes.
Pero si se hace plata, y mucha, explotando el trabajo de los demás, la pregunta “¿de dónde vienen los niños?” está totalmente desactualizada.
La pregunta que nadie contesta es: “¿de dónde viene el dinero?”. Se investiga, tarde y mal, hacia dónde va. Pero sería muy importante saber de donde llegó.
Si la propiedad privada es un robo, como enseñaron los anarquistas, la propiedad privada del dinero siempre es una estafa. Bertold Brecht nos enseñó que fundar un banco es un delito mucho mayor que robar un banco. Sin embargo, ese delito de lesa humanidad fue indultado a pesar de los corralitos del 2001, y hace propaganda en forma permanente.
Los trabajadores cobran sus salarios en bancos comerciales. O sea: le prestan millones de millones a la banca a cambio de un plástico y una cuenta sueldo. Con sarcasmo, los banqueros dicen que son cuentas sin cargo. El cinismo nos habita.
A mí me parece que cuando se hagan las marchas contra los tarifazos, hay que tener presente que la cultura represora incluso podrá ceder en sus ansias de rapiña por algún tiempo.
Y que lo peor que nos puede pasar es que bajen los topes del aumento. Más allá del alivio de bolsillo, será un fracaso político. Los tarifazos son la forma obscena del erotismo letal de la cultura represora. La privatización de la energía llegó con el menemato y se quedó. Como los latifundios de la oligarquía pirata.
Recordemos quienes aceptaron y defendieron la privatización de YPF, la de Gas del Estado con el inolvidable diputrucho, y tantas otras formas de traicionar a las mayorías populares. Y ahora que la gran derecha gran con su inocultable aroma de fascismo ha llegado, ni siquiera podemos escuchar una autocrítica sincera y desgarrada de las y los que la posibilitaron.
Por el espanto a Macri, muchos votaron a Scioli. Por el espanto a Scioli, muchos votaron a Macri. Hubo poco amor. Entendido como la capacidad de cuidar, de pensar, de alegrar, de “ternurar” y de gozar.
Habrá que soportar, nunca solos ni solas, este momento donde se han mezclado tanto.
Si las izquierdas no construyen la unión, no faltaran las derechas que en nombre de la unidad, nos llevarán no al este del paraíso, sino al oeste del precipicio.
La grandeza de la Patria exigía la unidad de la Familia. La restauración conservadora va mucho más allá de los tarifazos.
Cachito Fukman lo sabía. Y por eso luchó contra todas las formas de la cultura represora.
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Homenaje
La muerte de Enrique Fukman hace unos pocos días determinó la partida de uno de los imprescindibles. Su lucha por la memoria, la verdad y la justicia, desde su Asociación Ex Detenidos Desaparecidos, será por siempre un faro para renovar nuestro compromiso por un país y un mundo “de hombres y mujeres realmente libres, sin explotados ni explotadores”, como él mismo decía.
El año pasado, ATE homenajeó a 15 luchadores por la defensa de los Derechos Humanos, entre los que se encontraba “Cachito”. Como en toda su militancia se encargó de remarcar que ‘no hay derechos humanos de ayer, y derechos humanos de hoy’. Ese es el mejor homenaje que podemos hacerle a los 30 mil compañeros desaparecidos”. Sus palabras completas están en el siguiente link:
http://www.eltrabajadordelestado.org/nota.asp?titulo=hasta_siempre_cachito&id=7675&accion=play