El gobierno alienta un clima de frustración restringiendo los canales de diálogo y negociación con interlocutores sociales. Indiferente a la calle o el Parlamento, dicta DNU y vetos como los implementados contra la ley de financiamiento universitario y movilidad jubilatoria.
Opinan: Claudio Lozano, economista, ex diputado nacional y presidente del partido Unidad Popular (UP); Dora Barrancos, investigadora, socióloga e historiadora; y Lucas Romero, politólogo, analista y director de la consultora Synopsis.
Por Redacción Malas Palabras
Ilustración: Juan Soto
El gobierno implementó el veto a la ley de financiamiento universitario el miércoles 2 de octubre por la noche, después de una de las movilizaciones populares más importantes de los últimos años. A pocas horas de la desconcentración de más de 300 mil personas que fueron al Congreso, Javier Milei firmó el decreto con el que aceleró a fondo con el recorte a las universidades y su pelea con toda la comunidad educativa del país. Días después, la oposición legislativa no alcanzó el número necesario para objetar dicho veto.
El jueves 3 de octubre la Casa Rosada dejó trascender que se avanzaría con el arancelamiento a los extranjeros no residentes. Y el viernes 4, tres cruzados libertarios -los diputados Santiago Sartorio y Agustín Romo más el subsecretario nacional de Políticas Universitarias- quisieron desembarcar para “dar una charla” en la UNLP (La Plata), donde estudiantes y docentes les impidieron el paso en una pelea cuerpo a cuerpo.
La única referencia del propio Milei al conflicto educativo se dio una semana después de la marcha universitaria. “Son cuatro delincuentes que están defendiendo un curro. El reclamo no es genuino”, fue su única referencia, mientras negociaba los votos para blindar el veto en el Congreso.
La secuencia es una síntesis perfecta de la fase a la que ingresó el experimento libertario a partir de la saga de los vetos de Milei al aumento jubilatorio y presupuesto universitario. Abrazado al ajuste contra toda lógica política e, incluso, económica. Cada vez con más rechazo en la ciudadanía. Casi sin interlocutores por fuera un sector de la “casta”, un puñado de gobernadores y el ala dialoguista de la CGT. Desconectado, y sin reflejos para leer la calle.
El experimento libertario entró en una nueva fase: Abrazado al ajuste contra toda lógica política y económica. Cada vez con más rechazo en la ciudadanía. Casi sin interlocutores políticos. Desconectado, y sin reflejos para leer la calle.
Los dos vetos firmados por Milei, uno después de reprimir con palos y gases a los jubilados, y otro después de una marcha de 300 mil personas, operan con la misma lógica: un gobierno que apuesta por generar frustración y desánimo colectivo. Que ante la reacción popular, elige irritar y provocar como única respuesta.
La cruzada contra la educación pública -que incuba un intento de arancelamiento universitario descarado- es la última bandera que eligió Milei para la fase aceleracionista del experimento libertario.
La apuesta del libertario por instalar la frustración colectiva parece no tener resultado. Con el correr de los meses, Milei pierde apoyo en sus votantes y enfrenta una resistencia popular cada vez más intensa.
LA FASE DOS DEL GOBIERNO
“Con estos gestos, como el veto a la ley de financiamiento para las universidades, Milei parece querer decir: ‘Gobierno por decreto, voy a hacer lo que quiera, voy a desconocer a todas las instituciones si fuese necesario’”, sostiene Claudio Lozano, economista, ex diputado nacional y presidente del partido Unidad Popular (UP).
Para Lozano, en el gobierno libertario existe un intento de construir una política del desánimo colectivo, de la frustración, pero la calle y las encuestas ya están mostrando los límites de esa jugada.
“Desde el veto por la reforma jubilatoria, es decir desde junio a esta parte, entramos en una etapa del gobierno diferente. Esta nueva fase está marcada por el ascenso en la conflictividad social, el declive en la legitimidad del gobierno y el conflicto que la política de la dolarización tiene con los grandes productores, los consorcios exportadores y los acreedores de la deuda pública”, describe el referente de Unidad Popular.
«Esta nueva fase está marcada por el ascenso en la conflictividad social, el declive en la legitimidad del gobierno y el conflicto que la política de la dolarización tiene con los grandes productores, los consorcios exportadores y los acreedores de la deuda pública”
Claudio Lozano, economista y presidente del partido Unidad Popular (UP)
En los primeros meses de gestión, explica Lozano, el gobierno implementó una ofensiva para redistribuir regresivamente el ingreso a favor de los grandes grupos económicos y ordenar la economía para pagar la deuda. Y todo ese ajuste brutal tuvo como contrapartida el respaldo pleno del conjunto del poder en Argentina. “Fue una revancha oligárquica sobre el fracaso del Frente de Todos”, resume.
Pero, algo se rompió entre Milei y la sociedad. “La etapa en la que ingresamos desde junio es de ascenso de la conflictividad social por las agresiones que vive día a día la sociedad, pero también porque el sistema institucional, la política, empieza a percibir que el gobierno está en dificultades. Y porque el proyecto económico de dolarización, el atraso cambiario, abre crisis con segmentos del poder económico del país”, explica la fuente consultada.
UN GIRO RIESGOSO
Desde una mirada desde la sociología, la referente del feminismo argentino Dora Barrancos cree que el gobierno de MIlei ha entrado en un giro de extrema derecha, de corte fascista, donde la educación pública y las universidades juegan un rol clave en la “guerra” de Milei contra el Estado y contra las aspiraciones de promoción de dignidad.
“El momento no puede ser más crítico. Estamos en uno de los ciclos más graves desde nuestra recuperación democrática”, advierte Barrancos, en charla con Malas Palabras. “El gobierno es ya abiertamente de corte fascista, abdicó a cualquier forma de liberalismo”, asegura.
Para la socióloga, lo que se ve en el experimento mileísta en el poder son las contradicciones entre ese fascismo y un “plan de negocios” voraz. “Milei hace las veces de gobernador imperial, pero los que gobiernan son los poderes concentrados detrás de los Caputo, de los Sturzenegger, de los que nos saquean”, asegura Barrancos.
“Milei hace las veces de gobernador imperial, pero los que gobiernan son los poderes concentrados detrás de los Caputo, de los Sturzenegger, de los que nos saquean”
Dora Barrancos, socióloga e historiadora
“La conducción material y económica del gobierno la ejerce una asociación de CEOs devoradores e insaciables que tienen el comando real de las cosas. Son depredadores en lo social y coinciden con el fascismo gubernamental”, describe.
LA EROSIÓN DE MILEI
El dato de la caída estrepitosa en la imagen de Milei y el respaldo a su gobierno empezó a aparecer con fuerza en todos los sondeos en el mes de septiembre. Aunque la tendencia venía asomando, ese mes varios factores parecieron haberse conjugado: el agotamiento por el impacto cotidiano de un ajuste sin fin, la suba de tarifas y el enfrentamiento con las universidades fueron algunos de los más destacados.
“Es difícil sostener que la sociedad le va a tener paciencia infinita al gobierno”, dice a Malas Palabras Lucas Romero, politólogo, analista y director de la consultora Synopsis.
“Es difícil sostener que la sociedad le va a tener paciencia infinita al gobierno. Estamos en la etapa en donde la sociedad está padeciendo. Eso de que Milei tiene el mandato para hacer el ajuste, es relativo»
Lucas Romero, politólogo y director de la consultora Synopsis
“Hay un viejo dicho popular que dice una cosa es hablar de la muerte y otra cosa es morirse. En este caso, una cosa es decir: aceptó que se haga el ajuste, y otra es padecerlo. Estamos en la etapa en donde la sociedad lo está padeciendo. Eso de que el presidente Milei tiene el mandato para hacer el ajuste, es relativo”, sintetiza Romero.
Por eso, dice el consultor, Milei necesita construir mucha pericia política para ejecutar el ajuste sin morir en el intento. Necesita mejorar su pulso político, advierte Romero, para no “chocarla”, como en el caso de las universidades.
La respuesta política rabiosa de la Casa Rosada es, por el momento, claramente otra.