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Nota publicada el 21 / 06 / 2016

Construir una sociedad en la que quepan todos

 

Por Mario Barrios (dirigente de la Unión Solidaria de Trabajadores, la CTA-A y de Unidad Popular).- Como hace 200 años pareciera que la Patria Grande nos convoca a nuevas revoluciones, para evitar otros formatos de opresión, pero, sobre todo, para construir nuevas formas de soberanía popular. Hoy, las peleas por la igualdad y la justicia sobresalen en esos caminos libertarios, y de autonomía individual y colectiva

Hace más de doscientos años, nuestros países integraban las Provincias Unidas del Río de la Plata. En eso tiempos, los españoles eran amos y señores del continente y nuestros abuelos, nuestra gente, sus esclavos o sirvientes. Desde allí y desde antes con nuestros hermanos de los pueblos originarios, hace más de 500 años esto viene siendo así, y para mucha gente está bien que así sea, si nosotros nacimos pobres, tenemos que morir pobres. Ellos conquistan, nos civilizan, nosotros les servimos y dejamos de ser salvajes y quienes no se avengan a sus reglas, se nieguen o enfrenten sus leyes, pueden ser desterrados, ahorcados, decapitados y pueden pasear nuestras cabezas como trofeos para que a ningún otro/a se les ocurra desobedecer el orden establecido por los conquistadores.

Así y todo, luchas hubo siempre, se ganaron y perdieron batallas, pero se lucha por la victoria, por la semilla de la revolución que otros revolucionarios sembraron, germinan en nuevas peleas, en pequeñas nuevas revoluciones que buscan una nueva Independencia de los viejos y los nuevos conquistadores. Es decir que ellos pensaron, creían que era posible, que se podía soñar con un destino diferente para nuestro pueblo y se dieron muchas batallas que apuntaban a que nuestro pueblo sea el sujeto de su propia historia para pelear por sus libertades y fuera capaz de gobernarse a sí mismo, sin intervención ni tutelajes de ninguna fuerza extranjera para hacer realidad el anhelo de construir un proyecto de vida diferente, que sea capaz de incluir y empoderar a las mayorías populares por siempre postergadas por los intereses ajenos.

Muchos de nuestros libertadores, revolucionarios, fueron exiliados, encarcelados, torturados, fusilados, asesinados, olvidados o desaparecidos, en nombre de un orden ajeno a los intereses de los más humildes de nuestras tierras.
San Martin fue exiliado, Belgrano murió en la pobreza y antes otros/as sin el reconocimiento de sus luchas por la independencia.
Desde entonces, desde siempre, hubo luchas, y esa semilla ya no intentaba germinar solo en nuestras tierras, sino que a la luz de esa revolución que vino a parir la independencia de una nueva Nación, nacieron otras revoluciones en nuestro continente, en nuestra América Latina: morena, mestiza e indígena.

¿Pero que es una Nación?

Es ese “Yo Colectivo”, ese nosotros que se funde detrás de un sueño, una utopía común, de libertades y autonomías posibles y necesarias en nuestras tierras.

Hace más de 500 años se dieron luchas contra los opresores. Hace más de 200 se vienen construyendo independencias, luchando por ese “Yo Colectivo”, tan presente que llamamos la Patria Grande, nuestra América morena.
Entonces, ahora, ¿De qué queremos Independizarnos?
Hace más de 200 años nuestras independencias eran, básicamente, políticas. Pero hoy, ¿Qué tipo de independencias queremos para nuestros pueblos?.
Hace 200 años el conquistador se llevaba las riquezas de nuestras tierras y sumían a nuestros antepasados en miserias y explotación.

Y hoy que luchas tendremos que dar? ¿Por qué independencias?, Pero por sobre todas las cosas, ¿Cómo vamos a luchar por construir un proyecto común para una nueva sociedad?

En estos tiempos en que festejamos el Bicentenario, de aquel grito de Independencia…¿Seremos capaces de identificar los gritos de nuestro pueblo pidiendo nuevas independencias, ahora de un capitalismo como nuevo conquistador? Voraz, asesino, esencialmente Individualista, anti fraterno.

Hoy la fuerza social de nuestros pueblos, el “nosotros” tiene en el capitalismo, en este sistema y sus secuelas, a un nuevo conquistador que también como ayer esclaviza, se niega a distribuir las riquezas, se niega a dar mejor calidad de vida a nuestros pueblos, mientras que todas sus políticas se fundan en generar crisis y pobreza para su acumulación y para que aquellas riquezas sean pagadas por las mayorías populares. A mayor pobreza, mayor desigualdad, y mayores son sus ganancias y bienes acumulados. El capitalismo tiene como regla básica la avaricia y el egoísmo, por eso se dan luchas por nuevas independencias. Hoy deben ser por fomentar y ampliar las redes de un comercio no especulativo, de la autogestión, de apoyo a las economías regionales, de economías al servicio de nuestro pueblo, no de las corporaciones, de políticas que faciliten el acceso a la tierra para las familias campesinas y pequeños productores, que garanticen un techo digno para nuestra gente y un trabajo que dignifique nuestras vidas.

Los conquistadores de hoy vienen por nuestros recursos naturales, nuestros bienes comunes. Ahora vienen con nombres de marcas famosas e intentan saquear nuestros territorios. Hoy nuestro grito de independencia es contra la degradación y destrucción de nuestro planeta, nuestra casa común a manos de los poderes y avaricias de las transnacionales. Hoy, como ayer, la lucha por la soberanía de nuestras tierras de nuestros recursos energéticos, alimentarios y tecnológicos es trascendente.
Nuestros países son inmensamente ricos en culturas, tradición, expresiones simbólicas. Sin embargo, nuestros territorios se inundan de nuevas tecnologías y propuestas culturales, principalmente europeas o de los Estados Unidos que solo buscan consumidores que ven el éxito en el tener, no en el ser con los demás. Buscan desarrollar sujetos espiritualmente superficiales, forman individuos, no sujetos comprometidos con las comunidades. Hoy el grito de Independencia debe ser para fortalecer nuestra identidad, mestiza indígena, morena.

Otro mundo es posible

Pensemos en nuestras comunidades, grupos, cooperativas, sindicatos, movimientos, territorios, ¿Qué tipo de luchas necesitamos encabezar ,hoy, a más de 200?
Desde entonces los libertadores conocidos y los anónimos/as creyeron que “Otro mundo era posible” y pelearon por esa independencia.
También hubieron otras luchas, otras revoluciones como la mexicana, con 100 años de historia, que fue capaz de parir en 1917 una de las primeras constituciones que garantizó los derechos sociales de los obreros y campesinos. Que hizo de Emiliano Zapata y Pancho Villa, los representantes del pueblo que no quisieron el poder y terminaron traicionados por los que solo buscaban el poder. De los traidores el pueblo no registra sus nombres, pero la revolución sigue siendo encarnada por el grito de Pancho Villa y Emiliano Zapata junto con la consigna “La Tierra es para el que la trabaja”, seguido de la bandera ”Tierra y libertad”.

Más cercano todavía, nuestro pueblo recuerda los 10 años más felices que tuvo con la llegada del Coronel Juan Domingo Perón. Con todas sus contradicciones y cosas que se le pueden indilgar, fue la etapa histórica de mayores logros de los derechos de la clase trabajadora, de nuestras mujeres. Los niños pasaron a ser los únicos privilegiados, nuestros jubilados empezaron a cobrar la jubilación, la Reforma Constitucional del año 49 sigue siendo tan actual que hoy seria revolucionaria. Se habilitaron mares de luchas y debates del Movimiento Obrero, se multiplicaron los derechos del pueblo. Se necesitó mucho odio de clases, mucha sangre para ocultar esa historia. Fusilamientos, secuestros, torturas y cárceles silenciaron esos años. Dieciocho años de proscripción para presentarse en elecciones. Se llegó a prohibir tener fotos o literatura que hiciera referencias al Peronismo, no se podía silbar la marcha Peronista, fueron perseguidos los actores o cantantes que adherían al Movimiento Peronista, echados de sus lugares de trabajo. Muchos fueron presos, eso también es historia. Para derrocar un gobierno constitucional bombardearon y ametrallaron la Plaza de Mayo, un día hábil, con niños correteando palomas. Murieron alrededor de 700 personas, incluidos más de 30 chicos de un colegio de Lanús que visitaban la casa de Gobierno, cuando una bomba cayó sobre su Trole bus.
Esa historia fue silenciada por los gobiernos, los medios, ocultada a la opinión de la gente. Se amenazó con volar los tanques de combustibles de las refinerías de Dock Sud y La Plata si el Presidente Perón no abandonaba el gobierno. No existe historia escrita sobre las atrocidades cometidas, solo hay que apelar a la memoria histórica de nuestro pueblo. Estos hechos de resistencia y lucha son ejemplos de rebelión popular.

Las victorias ocultadas

Los conquistadores nos cuentan las derrotas y ocultan el heroísmo de un pueblo que lucha (no sea cosa que se quieran repetir esas epopeyas a favor de los pobres de toda pobreza).
Nuestro pueblo siempre ha luchado y resiste, como el pueblo jujeño con sus batallas casi desconocidas, 104 se dieron para frenar el avance de las invasiones extranjeras por la banda norte que venían a saquear nuestras tierras. Las minas de Potosí, la explotación de esas minas se llevaron 8 millones, sí, 8 millones de vidas de nuestros hermanos/as -fuente Eduardo Galeano, las Venas abiertas de América Latina-, para llevarse nuestras riquezas a sus tierras. En los ríos se hizo la primera bandera patria hasta la historia del éxodo jujeño.
Hubieron luchas y traidores, en nuestra Independencia, o en la mexicana. También en la historia peronista, lucha y muchas traiciones. Muchos que se dicen peronistas se enamoraron del poder y traicionaron sus banderas históricas. En nombre de los pobres se hacen millonarios. Pero de esa lucha, al igual que de las anteriores, quedaron sembradas las semillas que están a la espera del tiempo fértil para germinar en nuevas luchas que florezcan en nuevas independencias.

Más acá todavía, en el año 1959, Fidel, el Che, Camilo, y tantos anónimos/as, lucharon contra quienes sometían a sus compatriotas, producto de un gobierno tirano y despótico que llevaba a Cuba a ser una tierra sin futuro. El patio trasero de gente rica se independizaron de quienes veían a Cuba como el prostíbulo de los yanquis, sometiendo a sus mujeres y pueblo a las tareas de servidumbre y diversión. Con Fidel a la cabeza revolucionaron sus tierras y lucharon para ser una Nación, un nosotros colectivos. Con su coraje nos mostraron que es posible, a pesar de todos los inconvenientes, a pesar de un bloqueo asesino de los poderosos del mundo. Cuba resiste, Cuba vive, pero además de vivir nos muestra que otra sociedad puede construirse, una nueva sociedad con otros valores a los del “sálvese quien pueda”. Muestra un camino de hacer respetar sus culturas, su historia, el respeto por la soberanía de sus territorios y sigue a 57 años de aquellas luchas siendo un faro que alumbra nuevas revoluciones en nuestro continente.

Hoy, tal vez sea la revolución de luchar frente a contradicciones que se dan en estos gobiernos democráticos que llegaron después de sangrientas dictaduras, que lejos de resolver los problemas de nuestros pueblos los empeoran. Degeneran en gobiernos nacionales, provinciales y municipales, en políticos corruptos con métodos mafiosos ligados al narcotráfico. Políticos que hacen gala de una supina ignorancia, que no tienen el mínimo interés de ocuparse del bien común, tarea para lo que se les eligió y solo ven a los gobiernos como un botín para enriquecerse y repartir entre familiares y adictos aplaudidores de una triste comedia que siempre nos deja un pueblo más pobre que cuando ellos empezaron.

Intentarlo otra vez

Es necesaria ahora la revolución de la ética para poder revalorizar la política, una lucha cívica y revitalizada para que sea el pueblo movilizado quien controle y promueva la agenda política, con la movilización popular como estrategia, con la resistencia activa y la creación de propuestas alternativas a la de los partidos tradicionales.
Tenemos que convocar contra la apatía y la desesperanza que siembra el poder, ese poder que, a veces, nos parece invencible, que siembra tanto odio, tanta violencia, tanto consumismo desenfrenado, tanto saqueo, explotación y muerte en nuestras tierras, que parece no tener fin y ser más fuerte que nuestra propia historia.
Vemos con cada vez más frecuencia que nuestros amigos/as, nuestros hermanos/as, vecinos/as se cansan y abandonan las luchas y se quedan al costado del camino, se desesperan de tanta apatía, de tanto conformismo social, de tanta comodidad o acostumbramiento.
A este estado de cosas que empezamos a naturalizar, se hace más justo y necesario que intentemos otra revolución.
No hay nada más revolucionario que intentarlo una vez más cuando se ha probado todo. Solamente el ser humano es capaz de volver a empezar después de haber fracasado varias veces anteriormente. La revolución contra la apatía y la desesperanza es fundamental, donde luchar, resistir y crear nuevos proyectos de vida es cosa de locos/as o de minorías provocadoras de escándalos.

Hagamos la revolución del día a día, donde se juega minuto a minuto nuestra propia fuerza física y anímica, nuestro tesón o nuestra desidia.
Pareciera que nuestra Patria Grande, nuestra Latinoamérica nos está llamando a nuevas revoluciones en tiempos actuales.
Estas luchas hoy se dan en 3 frentes.
El primero es político (es imprescindible la presencia del pueblo, como ciudadano, o como ese “Yo Colectivo”), se necesita más pueblo en las calles para apropiarse de la vida pública. El segundo pasa por fomentar el diálogo y la paz. Frente a la cultura de la violencia en nuestras sociedades, que anida como un cáncer, que solo les sirve a los sectores del narcotráfico y las mafias, será central trabajar incansablemente buscando la construcción de acuerdos con la más amplia diversidad.
Y el tercer frente es el trabajo cotidiano que debemos darnos en las luchas diarias, repartir las riquezas que producimos, incluso, las que tengamos. Hasta podría ser nuestro lema: ”No concentramos, distribuimos”.
Trabajemos para seguir aumentando las solidaridades en nuestra rica pero desigual región. Esa es nuestra Patria Grande…. Repleta de derechos pocos respetados, pero más necesarios que nunca entre nuestra gente. Rica pero con pueblos empobrecidos. Estimulemos la construcción de esa nueva sociedad que ofrezca buena vida para todos/as.
Hoy, más que nunca, necesitamos se parte de la construcción de ese otro mundo posible, donde quepamos todos/as….

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