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Nota publicada el 03 / 05 / 2023

Derechizados

En la antesala de las elecciones presidenciales, la agenda pública en Argentina parece ir desplazándose hacia la derecha. Mientras el Gobierno prioriza su plan de pago con el FMI y profundiza una orientación extractivista que fomenta la desigualdad, la oposición promueve una reducción de la intervención estatal y una mayor flexibilización laboral. En este escenario, los movimientos sociales y sindicales protestan por la degradación del salario y el crecimiento de la pobreza. 

Opinan: Adolfo Barja, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores Portuarios (SUTAP) y secretario de Derechos Humanos de la CTA-A; Paola Zuban, politóloga de la Universidad de Córdoba y directora de la consultora Zuban Córdoba; Nora Merlín, psicoanalista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA); Gustavo Córdoba, director de la consultora Zuban Córdoba; Paula Litvachky, directora ejecutiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).

Por: Redacción Malas Palabras

Ilustración: Juan Soto

Entre el consenso en la oposición sobre menores regulaciones económicas y una mayor flexibilización laboral, y una gestión de gobierno regresiva en lo económico y con una reacción de represión ante los casos de inseguridad, la agenda pública parece estar corriéndose a la derecha en el tránsito hacia las elecciones presidenciales, en medio de una dispersión de la demanda de los sectores populares.

Así, mientras las promesas de los principales candidatos opositores se centran en la reducción de la intervención estatal y el gasto público, el Gobierno nacional prioriza el pago con el Fondo Monetario Internacional (FMI), la protección de los intereses financieros a expensas de la deuda pública y una orientación extractivista que fomenta la desigualdad, a la vez que busca movilizar a un electorado diverso sin perder a su núcleo de votantes.

El asesinato del chofer de colectivo Daniel Barrientos de la línea 620 de La Matanza, en la provincia de Buenos Aires, fue paradigmático en este sentido: derivó en pedidos de seguridad para los trabajadores del transporte público pero también volvió a poner en escena la política represiva estatal, en este caso ejecutada por el ministro Sergio Berni, quien ordenó masivos cacheos, requisas y pedidos de documentos a pasajeros de micros en la zona oeste del conurbano.

Como sea, la polarización entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio, “empujada” a su vez por la irrupción de la corriente libertaria, tiene lugar “hacia la derecha” del espectro ideológico, sin que el fenómeno genere sorpresas en las bases de una sociedad que en octubre deberá optar entre dos modelos acaso cercanos en sus trazos gruesos.

La búsqueda del rumbo 

En un escenario donde reina la incertidumbre, con el aumento de la pobreza y una inflación que supera el 100 por ciento anual, los movimientos sociales y sindicales toman las calles para reclamar al Gobierno por la degradación del salario y la injerencia del FMI en la economía doméstica. 

Las cúpulas de los dos frentes electorales a ambos lados de la grieta, mientras tanto, discurren en sus internas para la elección de candidatos, lejos de alcanzar consensos transversales en lo económico pero con cierta sintonía en un punto: las alternativas más “viables” para la crisis tienden a ser conservadoras.

“Tenemos un gobierno nacional y popular que hace política de derecha. Perdió el rumbo.Tengo cuarenta compañeros judicializados por parar el puerto, por cruzar los camiones, y tres compañeros en Arroyo Seco que estuvieron presos porque plantearon un aumento de sueldo. Esto nunca nos había pasado. No quiero comparar este gobierno con la dictadura, porque los militares te mataban, pero ahora te llevan preso”, señaló a Malas Palabras Adolfo Barja, secretario general del Sindicato Único de Trabajadores Portuarios (SUTAP) y secretario de Derechos Humanos de la CTA-A.

Más allá de la política represiva en materia de seguridad, este sector del movimiento sindical observa que la coalición oficialista profundiza a diario su “agenda de derecha” al legitimar la deuda que el gobierno del ex presidente Mauricio Macri le impuso al pueblo argentino, convalidando el plan de ajuste fiscal que lleva adelante el FMI.

Adolfo Barja.

“Los trabajadores estamos sufriendo porque todo aumenta, menos los sueldos. La estamos pasando muy mal y el Gobierno parece que ve otra película que no es la que le cuentan los trabajadores. Mejor dicho, es la película que algunos dirigentes sindicales y políticos le cuentan”, agregó Barja.

Con ese diagnóstico, la CTA Autónoma junto a distintas organizaciones sociales convocantes marcharon el pasado 12 de abril al Ministerio de Economía de la Nación, para exigirle al Poder Ejecutivo medidas concretas y urgentes para paliar la gravísima situación de retraso en el ingreso de los sectores populares.

“Este es un gobierno débil y la gente lo ve. No tiene que darle tanta bolilla a las multinacionales y las trasnacionales, que son las que se llevan toda la plata. La única forma en que podemos cambiar esto es con el pueblo en la calle. Nuestra patria es rica, la hacen pobre los dirigentes”, sentenció Barja.

Las perspectivas se tornan aún más preocupantes cuando, ante las limitaciones de la gestión gubernamental para hacer frente a esas demandas, la oposición propone alternativas aún más conservadoras que logran la adhesión de amplios sectores sociales.

Lo explica Paola Zuban, politóloga de la Universidad de Córdoba y directora de la consultora Zuban Córdoba: “Más allá de las identidades ideológicas, la sociedad argentina es pragmática y pendular. Cuando el progresismo no logra cubrir las expectativas, se va a expresiones políticas más de derecha, así como cuando las expresiones neoliberales no lo logran, vuelve a expresiones más progresistas”.

En diálogo con Malas Palabras, esta analista e investigadora de la opinión pública planteó que “en este momento es evidente que el Gobierno no ha logrado dar respuesta y la sociedad está virando hacia posiciones más neoliberales”.

Paola Zuban.

Entender el fenómeno también requiere una mirada más amplia. Nora Merlín, psicoanalista, docente e investigadora de la Universidad de Buenos Aires (UBA), aporta un enfoque global: “Es un momento donde el neoliberalismo se anudó a la pandemia y a la virtualización de la vida, porque la revolución tecnológica se precipitó y se instaló en las formas de vida, y hay una crisis del capitalismo, de despolitización y de falta de organización y conducción”.

Consultada por Malas Palabras, Merlín le sumó a ese contexto un “estado anímico de insatisfacción con la política, la democracia y los Estados, porque todo el ideario democrático y la promesa de la democracia, con la experiencia neoliberal, han caído en picada”.

Ese “dispositivo de poder” de neoliberalismo anudado a la revolución tecnológica, entonces, “fue tomando el Estado”, por lo que los gobiernos populares básicamente “no están pudiendo gobernar”. Y ahí reside la crisis de las formas tradicionales de gobierno.

La discusión hacia adentro 

En este escenario, ¿qué posibilidades tienen los sectores populares de imponer una agenda orientada a las necesidades de las mayorías? Zuban detecta que en un “momento extremadamente difícil, con un contexto económico dramático para muchos argentinos, la plataforma progresista no ha sido eficaz”.

Y si no hay un acercamiento por esa vía, advierte, “prácticamente no hay chances de meterse en la agenda de todos los días”. Zuban aporta además un elemento elocuente: es significativo el hecho de que el emergente de la derecha más radicalizada -Javier Milei- sea economista. “Dos gobiernos consecutivos, de signo distinto, han fracasado en la economía, y por eso la gente le presta atención a Milei y no a un sector progresista”, enumeró, en referencia a las administraciones de JxC y el FDT.

De ese modo, para Zuban, “si se combina la crisis de las formas tradicionales de hacer política con la deplorable situación económica, hay muchas expresiones de castigo y alejamiento de las posiciones tradicionales, y por eso vemos crecer fenómenos de derecha como el de Milei”.  

La posibilidad de diferenciación 

Ahora bien, en materia electoral, la decisión del presidente Alberto Fernández de no postularse para la reelección podría desdibujar esa cercanía en los contornos entre el FDT y JxC en materia económica, al menos para la contraposición de modelos durante la campaña.

Aunque la toma de esas posiciones es aún prematura -del mismo modo que los candidatos y sus perfiles-, podría haber algo así como un asomo de diferenciación entre ambas coaliciones en medio de un debate “derechizado”. Lo ilustra Nora Merlín, para quien “la política al modo consensualista, que es la intentó Alberto Fernández, fracasó, porque para que siga existiendo el Estado la política debe tocar intereses”.

Nora Merlín.

En la mirada de esta politóloga, autora del libro “Populismo y psicoanálisis” (Letra Viva, 2014), el Gobierno de Fernández “terminó debilitado, desde afuera, por la oposición, y desde adentro por el frente interno”, por lo que el FDT “debe radicalizarse en su ideario”.

Así, la única chance que tienen los progresismos es “impulsar una agenda propia y dejar de responder de manera impotente a la agenda que propone el poder”, en una opción que esta analista definió como “dejar de actuar defensivamente”. ¿Cómo se traduce eso? “Volver a revisar el acuerdo con el FMI y plantear las reformas que haya que hacer sobre la base de un ideario soberano apoyado en una hegemonía regional, y refundar o profundizar el Mercosur”. 

Para Merlín, así como la derecha de Macri, Milei o Patricia Bullrich proponen acelerar el modelo neoliberal y “hacer las cosas más rápido”, al campo popular “le toca también acelerar el ideario emancipador y soberano, tocando intereses”. 

Gustavo Córdoba.

Y hay otro elemento inquietante desde lo simbólico y sobre el que advierten los analistas y estudiosos de la política: esta crisis de representatividad llega en momentos en que la recuperación democrática cumpliría, el próximo 10 de diciembre, 40 años. “Ojalá la dirigencia logre reaccionar a tiempo porque sería un pésimo homenaje a la democracia ver triunfar a la antipolítica argentina”, observó, en diálogo con Mapas Palabras, Gustavo Córdoba, director de la consultora Zuban Córdoba.

El riesgo de una salida por derecha

Rumbo a ese aniversario democrático, Paula Litvachky, directora ejecutiva del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), observa con preocupación el fenómeno de “derechización de la agenda política”. “Por un lado tenemos la cuestión del ajuste que, en general, se traduce en opciones que plantean el recorte de derechos”, advirtió esta abogada, en diálogo con Malas Palabras, en ocasión de la presentación del libro “Más que nunca. 12 debates necesarios para construir la democracia del futuro”. 

Para Litvachky, “es evidente que hay una agenda económica, política y social que va totalmente conectada con estas discusiones sobre quién paga el ajuste y quién paga la crisis”, que “son cuestiones que históricamente la Argentina vivió y que ahora aparecen como muy instaladas a la idea de que hay que hacer una reforma del Estado modificando el sistema previsional o recortando la ayuda social”.

Lo que plantea la abogada del CELS va en línea con las declaraciones recientes de Wendy Sherman, subsecretaria de Estado de Estados Unidos, quien en un extenso discurso en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (UBA), en el marco de su gira por la región, sostuvo que los argentinos “tienen que lidiar con el dolor a corto plazo para obtener una ganancia a largo plazo”.

Otro fenómeno que analiza Litvachky en la “derechización” del debate político es la discusión por la propiedad: el acceso a la tierra, las imposibilidades de alquilar y los constantes reclamos que hacen organizaciones campesinas o comunidades indígenas para acceder a otras formas de tenencia, y que según analizó ”va a ser un punto muy instalado en la campaña de este año y que traerá muchas tensiones”.

Paula Litvachky.

También pone la lupa sobre las posiciones hiperpunitivistas que plantean la respuesta estatal a los conflictos sociales en términos represivos, “con una idea que inclusive hasta tolera o legitima ciertas formas de castigos crueles”. Entonces, sostuvo, “se va instalando que la única salida posible en términos de seguridad y justicia penal es por derecha. Y eso es lo que nosotros queremos poner en discusión porque hay otras salidas posibles”. 

Ante un Estado que no logró estar a la altura de las demandas de la época y que vira hacia un camino conservador en la antesala de las elecciones, Nora Merlín hace un llamado de advertencia sobre las posibles consecuencias de no alcanzar un cambio drástico en la relación de fuerzas: “El que mejor tramite la insatisfacción es el que ganará la hegemonía en el próximo período”.

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