Malas Palabras entrevistó a Oscar Feo, médico venezolano y militante social, quien fuera militante solidario por la Revolución Sandinista en Nicaragua, formado en el área de la salud de los trabajadores, integrante de la Asamblea
Nacional Constituyente Venezolana en la Comisión de Salud, y actual asesor de la ministra de Salud de Venezuela.
Por Daniel Godoy
¿Te definirías solamente como un militante de la salud colectiva en latinoamérica?
* Fundamentalmente. Y un militante de la Revolución, con un profundo sentido del internacionalismo, muy de la solidaridad proletaria.
Hay una formulación que tiene que ver con un cambio de tendencia en lo que fueron estos últimos 15 años de experiencias institucionales de gobierno en la región, y una especie de giro como el caso de Argentina, o instancias más viciadas de metodología democráticas como el proceso de Brasil, pero también un proceso bastante controvertido en Venezuela. Coincidís con esta formulación?
Es evidente que estamos ante un viraje político. A partir de 1999, con el triunfo de Chavez en Venezuela, se inició un proceso que generó lo que nunca se había dado en el continente, que es una postura de izquierda en más de la mitad de los países de la región. Y eso por supuesto produjo un gran disconfort en el imperio, particularmente en los Estados Unidos, que había estado acostumbrado a tratar a América Latina como su patio trasero. Efectivamente hasta entonces todos, con la sola excepción de Cuba, los gobiernos de América Latina eran gobiernos con alguna forma de sintonía con las políticas de los Estados Unidos. Esa situación cambia radicalmente en los 2000 con los triunfos de Lula en Brasil, de los Kirchner en Argentina, de Evo en Bolivia, de Correa en Ecuador, de Lugo en Paraguay, de Zelaya en Honduras, del Frente Sandinista en Nicaragua. Y eso genera una nueva geopolítica, la cual se convierte en un problema fundamental para el imperio. En paralelo, en estos momentos, la característica fundamental del mundo es la de una crisis global del capitalismo, que algunos se atreven a decir que es terminal, independientemente de que puedan ser 50 o 100 años más. No es una crisis civilizatoria, no es una crisis económica, no es una crisis ambiental, no es una crisis laboral, son el conjunto de todas esas crisis juntas lo que hace decir que el problema fundamental del mundo es el que está frente a la amenaza de su propia sobrevivencia como especie humana y como mundo: el deterioro ambiental, el cambio climático, realmente se convierte en una amenaza sobre la humanidad, y eso está claro que se debe a esta etapa del capitalismo en donde el proceso de acumulación se da básicamente sobre el despojo y sobre la extracción intensiva de las materias primas. Y allí hay un problema que es central, que es que EE.UU., para su mantenimiento como potencia en el mundo, necesita de un conjunto de recursos minerales estratégicos que no se encuentran en su territorio, y que se encuentran fundamentalmente en América Latina y en África. Hay un estudio extraordinario del Departamento de Ciencia y Técnica de los EE.UU. que ellos llaman “La encuesta geológica”, y que se hace cada 10 años. La última Encuesta le fue entregada al presidente Obama con una lista de 40 recursos minerales estratégicos que EE.UU. no posee y que se encuentran en América Latina y en África. Y dice ese estudio que si Estados Unidos no se garantiza acceso seguro a esos recursos, no va a poder seguir manteniéndose como una potencia a nivel satelital, a nivel aeroespacial, a nivel electrónico. Porque el litio, el coltran, las tierras extrañas están fundamentalmente en esos territorios. El mejor ejemplo de eso es el litio. Sin litio no hay robots, ni computadoras, ni celulares. Y el 80% del litio del mundo está en Bolivia, y Bolivia no lo va a entregar al imperio, lo está negociando con los chinos. Eso le ha hecho a EE.UU. generar una política claramente dirigida a producir el retorno de esa América Latina que estaba ubicada a la izquierda y que Estados Unidos necesita recontrolar. Para eso, han utilizado diversas estrategias, pero el común de todas esas estrategias está un ensayo que fue escrito hace algunos años por un señor que se llama Gene Sharp y que se llama “De la dictadura a la democracia“, un sistema conceptual pensado para producir los virajes políticos en nuestros países, también conocido como el libro del golpe blando. Ese libro señala claramente 5 etapas que hay que aplicarle a los gobiernos latinoamericanos de izquierda, y esas 5 etapas son: generar un clima de malestar, lanzando permanentemente denuncias sobre los DD.HH., denuncias sobre corrupción, para ir produciendo un segundo componente: la deslegitimación política y la creación de matrices de opinión tanto a nivel internacional como a nivel interno, que permitan ir horadando la legitimidad de esos regímenes. El tercer componente que plantea Sharp es el de combinar distintas formas de lucha que amenacen las instituciones. En la cuarta etapa se combinan estrategias de orden económico, tecnológico, psicológico, en donde los medios de comunicación juegan un papel fundamental para producir matrices de opinión contraria y producir neurosis colectiva en el seno de algunos países. Es la expresión sofisticada de lo que en los ´70 Nixon y Kissinger planificaron para Chile: hacer chillar la economía, destruir la economía. Es lo que están haciendo en Venezuela, o lo que aplicaron en algunos países de África con mucha claridad. Este proceso termina en una última etapa con una fractura institucional que permite recuperar el control de ese país, ya sea por la vía electoral, tipo Argentina; ya sea por las vías Golpes Blandos tipo Paraguay, Brasil, Honduras; ya sea por la vía de la intervención como hicieron en Haití o como probablemente puedan eventualmente hacer en Venezuela.
¿Para vos esta decisión del imperio y del bloque dominante es lo que explica todo el proceso, o hay también debilidades de las propias experiencias?
Ahí viene el segundo componente: ha habido en ese manual para los golpes blandos un elemento central que es el aprovechamiento al máximo de los errores de nuestros países. Entonces nosotros ahí tenemos que decir que hemos cometido muchísimos errores. Y el primer error desde el punto de vista político, a mi juicio, es el no haber tenido clara conciencia del carácter de Estado. Todos los gobiernos latinoamericanos que nombré al principio recibieron un Estado profundamente autoritario, sin espacio para la participación, un Estado capitalista que está hecho para reproducirse socialmente, para generar los mecanismos que permiten al capitalismo reproducirse. Y buena parte de nosotros no nos pusimos a transformar ese Estado sino a administrarlo, y como lo dice claramente Álvaro García Linera, los revolucionarios no llegamos al gobierno para administrar el Estado capitalista sino que llegamos para transformarlo. Si nos ponemos a administrar el Estado capitalista terminamos triturados por ese metabolismo social del Capital, convertidos en tecnócratas. Y lo que nosotros hemos terminado haciendo en buena parte de nuestros países es administrar el Estado capitalista, o en otras palabras: generar un conjunto de políticas, en algunos casos con las mejores intenciones, que no han logrado alterar el meollo de lo que es el Estado autoritario empresarial que el capitalismo generan. Yo diría que los países que más trataron de avanzar fueron Venezuela, Bolivia y Ecuador, ya que en estos 3 países se reivindicó no sólo la lucha contra las políticas neoliberales, sino contra políticas capitalistas, señalando además la intención de construir un nuevo orden, y a ese nuevo orden le dan el nombre de socialismo: en Venezuela se habló del socialismo del siglo XXI, en Bolivia se habló del socialismo comunitario, en Ecuador se habló de la Revolución ciudadana. Pero esto se da en el marco del mismo proceso por el que el Estado no sufre transformaciones sustanciales.
¿A qué se debió esto? ¿ingenuidad política, falta de lectura histórica por parte de los grandes líderes de estos procesos?
Podríamos hablar de Lenin, podríamos hablar de Hồ Chí Minh, de por qué Rusia está como está, o por qué Vietnam optó por el capitalismo a pesar de sus líderes. Hay toda una literatura que trata de entender por qué todos los procesos revolucionarios que han habido en el mundo, porque la clase obrera ha llegado a controlar el poder en varias oportunidades como China, Rusia convertida en URSS, Cuba, Vietnam, o una veintena de países que en distintos momentos de su historia han tratado de construir el socialismo, como el caso del socialismo panárabe, que nace en Egipto y llega a la conformación de la República Árabe Unida; con Muamar el Gadafi en Libia, con Siria. Algunos de esos países incluso tienen aún el nombre “socialista“ en su emblema. En África se inicia con Julius Nyerere en Tanzania y un conjunto de líderes en todo lo que fue el proceso del socialismo africano ¿Qué podemos ver hoy de esos procesos? bueno, podemos ver que 50 países del mundo trataron de construir el socialismo y fracasaron. Entonces hay toda una literatura que trata de entender el por qué estas experiencias fracasan, y por que hoy son países que asimilan las estructuras del mercado capitalista. Esa literatura está centrada en entender lo que es el proceso de reproducción metabólico social del capitalismo, donde señalan que el problema central es que esos gobiernos no lograron alterar el metabolismo de reproducción social del capital, en el marco de un Estado que es profundamente autoritario y que termina consumiendo los intentos de construcción de una nueva sociedad. Por supuesto ha habido avances importantes, el proceso histórico va acumulando experiencias. Pero el problema es que hasta ahora nadie de los que han tratado de construir el socialismo ha podido. Nosotros estamos en América latina, después de un proceso de 15 años, experimentando una derrota.
Después de las experiencias revolucionarias de los 70’ en Latinoamérica hubo una decisión a sangre y fuego del imperialismo, abriéndose una fase de 30 años entre dictaduras y gobiernos de transición. Este cambio de tendencia, nos auspicia otra fase prolongada de avance imperial?
Yo creo que no prolongada, porque la crisis mundial del capitalismo es muy aguda. Cambió en Argentina, en Brasil, y se está perdiendo en Venezuela de alguna forma, pero seguimos avanzando. Y desde la resistencia vamos a construir condiciones, porque seguimos siendo actores fundamentales en los procesos. Pero yo lo que creo es que estamos en un momento en el cual el carácter de la crisis mundial hace que el imperialismo se torne muy agresivo y recurra a la guerra, ya sea a la convencional, ya sea la no convencional, como mecanismo fundamental para dirimir sus conflictos. Ya hemos visto cómo arrasaron con Gadafi, a pesar de que ya Ghadafi había hecho un conjunto de concesiones en sus políticas, pero no tuvieron ningún tipo de contemplaciones con ellos. Crearon gente como Sadam Husein y luego hicieron cosas como las que hicieron en Irak. Están tratando de acabar con Siria y no lo han logrado ni lo van a lograr. Hay una situación extraordinaria de complejidad en el mundo. Ante esa situación, para ellos tener el control de América Latina es absolutamente necesario e indispensable, pero la acumulación de fuerzas en América Latina hace que eso no vaya a ser un proceso sencillo para los EE.UU. Pueden ganar las elecciones, pueden salir algunos gobernantes, pero nuestras fuerzas siguen siendo fuerzas que van a continuar luchando por la transformación social.
¿Qué tenemos que hacer los sectores populares en América Latina para no repetir la experiencia y en todo caso para hacer más corta esa fase?
Un buen amigo me mandó hace poco un artículo de Frei Betto, que dice que el error fundamental que hemos cometido en América Latina es el no haber politizado y no haber organizado suficientemente al país. El problema es que buena parte de las políticas sociales redistributivas que se generaron en esos países en el marco de Estados capitalistas que no fueron alterados, fueron políticas que contribuyeron a sacar a alguna gente de la pobreza, a crear nuevas capas medias, pero que las lanzaron al consumo capitalista sin ningún tipo de politización, sin ningún tipo de perspectiva organizativa. Entonces lo que hicimos fue crear unas capas medias que luego iban a ser devoradas por el propio proceso, por su ideología profundamente consumista y capitalista. En ese sentido, yo creo que nuestra tarea fundamental desde los gobiernos o desde la resistencia, es el desarrollo de conciencia, la politización del pueblo acompañada de su organización, y la organización para la movilización social. Politización, organización, y movilización son los tres elementos que desde los gobiernos o desde la resistencia debemos asumir. Y es indispensable entender la necesidad de alianzas estratégicas con otros sectores de la sociedad, porque hoy no son sólo los trabajadores los llamados a ser la columna vertebral de la revolución: el mundo del trabajo ha producido un cambio fundamental en el seno del movimiento obrero. Hoy, siendo los trabajadores el elemento central, se deben generar alianzas con un conjunto de nuevos actores que han surgido en la sociedad: los luchadores en defensa del ambiente, que se enfrentan al capitalismo extractivista, que enfrentan a la agroindustrial brutal que como en Argentina destruye el medio ambiente; a los movimientos de pueblos originarios, que generan expectativas importantes de lucha anticapitalista; a los movimientos feministas revolucionarios; a los jóvenes… Es necesario contribuir a construir un nuevo bloque histórico capaz de confrontar al poder dominante.