La derrota en las PASO no detiene el plan del gobernador macrista: convertir la puna jujeña en plaza arrasada de derechos ambientales y comunitarios para atraer los flujos de inversión extranjera. Qué capitales externos operan en el norte argentino, y por qué el mineral del futuro es un commodity neoimperialista diseñado para que brote sangre blanca en la tierra de la periferia sur.
Opina: Nicolás Malinovsky, Magíster en Gestión de la Energía (UNLa), diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF), director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT).
Por Emiliano Guido
Al gobernador macrista Gerardo Morales no le tembló la voz cuando, rodeado de empresarios de primer nivel en el último coloquio de IDEA, aseguró que no es de su agrado la referencia geoeconómica de moda en círculos académicos y de investigación denominada “triángulo del litio” donde Jujuy, la provincia que gobierna bajo un Estado de excepción inédito en cuarenta años desde el retorno democrático, es uno de los “tercios” codiciados, junto al vértice chileno y el sur boliviano, de las empresas transnacionales que gobiernan el negocio del oro blanco a nivel global.
“Lo del triángulo del litio y que hagamos lo mismo que Bolivia y Chile no lo comparto. Chile está retrocediendo y en buena hora así vienen más inversiones a la Argentina. Los bolivianos también. Al tener litio y una industria automotriz, Argentina podría quedarse con la mitad de ese negocio que serían 35.000 millones de dólares al año”, arremetió el Visir de la Puna y el Maharajá del Potosi, como lo llama irónicamente el humorista Sebastián Fernández, @rinconet en la red social Twitter, con las que busca retratar el manejo déspota y antipopular del poder que ha construido el compañero de la derrotada fórmula presidencial de Horacio Rodríguez Larreta.
El triángulo del litio, la zona territorial que surca las entrañas de tres países socios del bloque Unasur – administraciones gobernadas por presidentes de ese scrum ideológico soft y ambiguo denominado “segunda oleada progresista”-, no es solo un campo de estudio de los tanques de pensamiento más encumbrados, ni una plaza resaltada con fibrón amarillo en los mapas de prospección de las grandes compañías extractivistas.
La titular del Comando Sur, el brazo latinoamericano del Pentágono estadounidense, Laura Richardson también hizo referencia a la enorme plataforma de litio presente en el altiplano latinoamericano en sus últimas giras por la región. En concreto, Richardson advirtió que el gobierno de Joe Biden será muy estricto para bloquear inversiones de origen chino en la mencionada geografía escarpada del sur del continente. La jefa de los marines fue muy enfática al caracterizar al litio como “el mineral del futuro” y, en ese sentido, el subtexto de su pronunciamiento fue diáfano: o China, o nosotros, dominaremos el litio.
El gobernador macrista Morales también ha sido explícito con el proceder de la reforma de la constitución provincial -ahora una ley de leyes flexible al deseo de las multinacionales- y con la actuación de sus fuerzas de seguridad, que han llegado a derribar puertas de domicilios particulares con el fin de torturar activistas ambientales en el pico de la oleada represiva, para decirle a los dueños del litio: la pachamama de Jujuy puede ser su nueva autopista de negocios.
Dice a modo de alerta la escritora y experta en temas ambientales Soledad Barruti en el último escrito Una casa sin paredes: “El mundo en el que va a vivir mi hija y todas las hijas que están naciendo y que a mí me aterra es uno de la ignorancia plena. El colapso está azuzado desde el reino de verdad gobernado por corporaciones extractivas, que, en acuerdo con los gobiernos, siguen extrayendo petróleo hasta de lo profundo del mar, perforando las rocas madres con venenos para sacar gas, produciendo cosas desechables que nos aseguran que necesitamos, secando acuíferos milenarios para hacer baterías de litio que dicen solucionar todo lo anterior”.
Los dueños del litio
Nicolás Malinovsky es Magíster en Gestión de la Energía (UNLa), diplomado en Anticipación Estratégica y Gestión de Riesgo (UNDEF), director del Observatorio de Energía, Ciencia y Tecnología (OECYT), una usina de ideas asociada a la plataforma Pueblo y Ciencia. En diálogo con Malas Palabras precisa que de un total de 38 proyectos de litio en cartera en las provincias de Jujuy, Catamarca, Salta y San Juan “sólo 2 se encuentran en etapa de producción, uno en la provincia de Catamarca, el proyecto Fénix (Salar del Hombre Muerto), y otro en la provincia de Jujuy, el proyecto Salar de Olaroz”.
“Sales de Jujuy es la sociedad que opera en Salar Olaroz (Jujuy). Cuenta con capacidad de producción de 17.500 toneladas de carbonato de litio de grado batería desde 2015. La propiedad mayoritaria corresponde a la empresa australiana Alkem (ex Orocobre) (66,5%), la cual inició el proyecto y luego se asoció con la japonesa Toyota Tsusho Corporation (25%), que es agente de ventas exclusivo de la producción. El paquete lo completa JEMSE (8,5%) con acciones de clase B que no le otorgan un lugar en el directorio, pero le dan preferencia sobre el 5% de la producción. La empresa anunció la continuidad de las inversiones para la fase 2 de su proyecto de USD 330 millones, que le sumarán una capacidad de 25.000 toneladas de carbonato de litio grado primario”, detalla Malinovsky.
Un artículo del periodista Diego Genoud publicado a mediados de julio en el portal La política on line ilustra la concentración del negocio del litio y por qué, a diferencia de la explotación de otros recursos naturales, el negocio del oro blanco es mucho más abusiva la posición dominante de empresas cuyas sedes centrales no están localizadas precisamente en el triángulo del litio: “En septiembre del año pasado, Morales viajó a Washington junto a los gobernadores Raúl Jalil de Catamarca y Gustavo Sáenz de Salta para reunirse con autoridades del Departamento de Estado y del Departamento de Energía. Allí aseguró que sólo Jujuy exportaría este año unos 3000 millones de dólares en litio. Ambas provincias producirán más de 300 mil toneladas de litio en el corto plazo. Lo que no dijo Morales es que a diferencia de los commodities como el petróleo y la soja, el litio no tiene en Argentina precio de referencia y las ganancias que genera dependen de los contratos que firman los gobernadores con gigantes de un poder formidable como Newco. El nombre es el resultado de las dos compañías líderes de litio a nivel mundial, la estadounidense Livent y la australiana Allkem”.
Malinovsky apunta, por último, la participación en el negocio del litio de un viejo conocido de la política local: “Otro actor importante que está ingresando al negocio del Litio es José Luís Manzano, ex ministro del Interior de Carlos Menem, con su firma Integra Recursos Naturales. En Jujuy, la compañía de Manzano interviene en el Salar de Jama, ubicado a unos 150 kilómetros de la ciudad de San Salvador de Jujuy, donde obtuvo permisos de la provincia para explorar litio en unas 14.000 hectáreas, a 40 años. El 9% del proyecto es de la empresa estatal de la provincia, Jemse. Aspiran a extraer 20.000 toneladas anuales de litio (con un potencial de duplicar esa suma)”.
La gallina de los huevos de litio
La explotación del mineral del futuro parece ser por el momento la primera puesta en escena de un negocio interestelar. Los análisis de investigadores orgánicos al pensamiento nacional y popular, como el aportado por Malinovsky, y la visión de otros papers académicos coinciden en describir un modelo de explotación económica que, al contrario de la veta modernizadora ligada al discurso dominante que le rinde pleitesía al litio, reproduce el antiquísimo modelo de centro y periferia inaugurado a sangre y fuego hace más de 5 siglos.
Por caso, un artículo de Gerhard Dilger (director para el Cono Sur de la Fundación Rosa Luxemburgo) titulada Latinoamérica no quiere ser recolonizada por los europeos sitúa cómo el eslabón de valor agregado industrial se halla situado a muchas millas de distancia de la zona tripartita donde Morales desea instalarse como Virrey de las multinacionales del litio: “Una gran delegación económica de reciente visita en Argentina no ocultó el interés de las empresas alemanas por el litio, pero prometió ayuda en la creación de cadenas de valor añadido locales. Aunque alrededor del 60 por ciento de las reservas mundiales de litio se encuentran en las salinas andinas del triángulo de litio, la fabricación de baterías hasta ahora tuvo lugar sobre todo en China, Corea del Sur o Japón”.
El especialista Andrew Sady-Kennedy publicó meses atrás un informe energético que ha sido muy referenciado, señala Malinovsky, en la comunidad de negocios del oro blanco: “De los países latinoamericanos que poseen reservas de litio, la Argentina es el país que opera de forma más abierta a la inversión del sector privado en el mercado. El gobierno federal no ha impuesto ninguna regulación a la inversión extranjera en el sector del litio y permite que el mercado dicte el desarrollo de la industria”.
¿Qué particularidades presenta la explotación del oro blanco en Jujuy como modelo de extracción lesivo de nuestra soberanía energética?, pregunta Malas Palabras a Malinovsky.
“A mi entender, presenta un andamiaje jurídico-legal por parte del Estado provincial en favor de las corporaciones que explotan el litio y las futuras que vendrán. Esto se pone de manifiesto con la reforma constitucional, aprobada a espaldas del pueblo jujeño donde se destacan los siguientes artículos como parte de la disputa con los territorios: Artículo 36 “derecho a la propiedad privada”; Artículo 50 “derechos y garantías de las comunidades de los pueblos originarios”; Artículo 74 que se refiere a las tierras fiscales. Esto supone que en Jujuy se está instaurando el desarrollo de un modelo de explotación de recursos naturales basado en la reprimarización de la economía sin generar valor agregado local, que solo favorece a las casas matrices de las empresas que explotan los salares de litio y lo envían a Estados Unidos o China, donde se ubican las fábricas que dan valor agregado al mineral, en detrimento de los territorios desde el punto de vista del hábitat, ambiental, social y económico”, responde Malinovsky.