Por Florencia Mártire
Una apertura única, anunciaban. Un gran show después de dos años de postergación por la pandemia del Covid-19. Mientras la Sociedad Rural Argentina vaticinaba un inicio de película para su tradicional Exposición en Buenos Aires, el colectivo “Sin tierra hay hambre“, integrado por organizaciones, movimientos socioambientales y activistas autoconvocados tenía todo listo para irrumpir en la pista central con un mensaje contundente sobre el uso del suelo.
Hubo una cuenta regresiva. La iluminación hacía su juego de luces, sonaba la Orquesta Académica del Teatro Colón esperando a Diego Torres. Todas las miradas estaban puestas en el escenario, sobre la pista central de La Rural. El público estaba en las tribunas, atrás de las vallas. El fuego de unas bengalas fueron la señal para que un grupo de personas saltaran los cercos, corrieran hacia el escenario y desplegaran dos banderas: “Sin tierra hay hambre”, decía una; “Acceso a la tierra ya”, la otra.
Las banderas duraron poco. El personal de seguridad se las arrancó de las manos con bastante celeridad, mientras que los invitados oficiales silbaban y gritaban frases como “vayan a trabajar” o “tómenselas, hijos de puta”. Sin las banderas, los manifestantes se quedaron arrodillados en el piso, con las manos en el alto, debutando con esta acción en una campaña de autoproclamada acción directa no violenta. “Los sacamos antes de que empiece el himno, ¿les parece?”, se escucha negociar a uno de los guardias. Y salieron caminando escoltados de esa apertura de película, unos veinte minutos más tarde.
El campo que especula vs. el campo que alimenta
En La Rural ocurría lo de siempre: exposiciones, conferencias, catálogos informativos de animales, foros de genética, remates… El ámbito de negocios más trascendente de la comunidad agroindustrial está vestido de punta en blanco, mucho cuero el Cardón, prolijas y limpias bombachas de campo, nuevas alpargatas.
Puertas afuera del coqueto evento, las familias trabajadoras de “Sin tierra hay hambre“, el otro campo, se instalaron sin preaviso en la vereda del predio, utilizando la acción directa para aprovechar las luces de la tradicional celebración de la Rural. Montaron puestos de venta de frutas y verduras agroecológicas, sin intermediarios, directas del productor al consumidor. Guardaban una carta en la manga: tomar por asalto la pista central, levantar sus banderas frente a las cámaras del evento.
En suma, cuestionan la concentración de la tierra en pocas manos y el uso del suelo para monocultivo, un modelo consolidado en Argentina y que no produce alimentos para el bien común sino una siembra a escala industrial con el único objetivo de ser exportada en moneda extranjera.
Quien graficó la extrema desigualdad entre sectores dentro del agro, fue el extitular de la Federación Agraria, Omar Príncipe. En entrevista con AM750 el pasado 30 de julio, tildó de “salvaje“ la concentración por parte de los grandes productores del campo: “Hacia 1980, la participación del movimiento cooperativo en las exportaciones era del 18%, hoy es del 4%. Desaparecieron el 45% de los productores en las últimas décadas», señaló. Y que «Mientras no se cambie la matriz productiva se va a depender de este número pequeño -pero poderoso- de productores», aseguró el extitular de la Federación Agraria.
Por eso, para el Colectivo Sin Tierra hay hambre “es urgente generar políticas públicas para la producción de alimentos sanos, y eso es inviable sin el campesinado trabajando la tierra en condiciones justas. En Argentina, el acceso a la tierra para la producción de alimentos nunca tuvo tratamiento legislativo, a pesar de que los movimientos campesinos elaboraron un proyecto concreto y realizable en el corto plazo”.
“El modelo del agronegocio representa a un campo concentrado que no alimenta, que no está enfocado en el hambre del pueblo, mientras genera extraordinarias riquezas”, declaraba tiempo atrás Zulma Molloja, vocera de UTT, a la Agencia Tierra Viva. “Si bien las exportaciones son necesarias, tenemos que promover otro modelo. Somos miles de campesinos, cooperativas agrarias, pequeños y medianos productores que proponemos un modelo sustentable a través de la agroecología y la democratización de la tierra”.
Otro modelo agropecuario sólo es posible con políticas públicas que desarticulen el modelo de concentración salvaje de la agricultura. Empezando por el acceso a la tierra y el reconocimiento de las tareas esenciales que realizan las y los pequeños agricultores que trabajan a pequeña escala. Un campo que siembre y coseche preservando la tierra, que privilegie alimentar al pueblo antes que tirar manteca al techo.
¿Quiénes integran el colectivo “Sin tierra hay hambre“?
Las organizaciones y movimientos que acompañaron la acción y adhieren al pedido de acceso a la tierra son: Ecovilla amanecer y atardecer de Navarro, Paren de Fumigarnos Lobos, Comunidad Tres Ombúes La Matanza, Asamblea de vecinos y vecinas de Luján, Artistas por la Tierra, Ecos de Mar, Ayuda a Pueblos Originarios, Isla Verde, Biblioteca Popular Palabras del Alma, Feria Agroecológica Rizomera, Unión de Trabajadores de la Tierra, Rebelión o Extinción (XR Argentina), Timón Verde, Che Pibe, Acción Ambiental Baradero, Instituto de Salud Socioambiental, Museo del Hambre, Mujeres Trabajadoras de la Tierra, Agencia Tierra Viva, Asamblea el Algarrobo Andalgala, Desvío a la Raíz Agricultura Ancestral, Reserva la Juanita y Repararnos con la tierra, y autoconvocados.