Por Claudio Lozano.-
Yo creo que hay una muy marcada ofensiva de parte del establishment económico, político y mediático del país, articulada entre varias situaciones que han ocurrido últimamente como las declaraciones de Duhalde respecto de un eventual golpe de Estado, o de que no habrá elecciones en 2021, o la propuesta de un acuerdo institucional con Juntos por el Cambio, el creciente discurso de la inseguridad o hasta la propio conflicto policial con sus temerarias derivaciones en las protestas frente a la quinta presidencial de Olivos o la propia residencia del gobernador bonaerense.
En ese marco hay que ubicar también las distintas presiones cambiarias, con la suba del dólar, mediante las que ese mismo establishment viene planteando una devaluación.
En suma, creo que hay presiones en esa dirección, que el gobierno debería disciplinar y para eso tiene que hacerse fuerte y sostenerse en la multiplicidad de actores que componen el Frente de Todos, que han sido puntales en el cuestionamiento de la experiencia macrista y que ahora vienen sosteniendo un rumbo francamente distinto, y absolutamente opuesto al de esos sectores del poder económico.
Ese rumbo distinto empieza con poner sobre la mesa un conjunto de cosas que afloraron en todo este tiempo a través de las demandas de enormes sectores de la sociedad argentina, entre ellas ese mundo de la informalidad laboral que involucra a 12 millones de personas, o el tema del hacinamiento habitacional, el problema de la devastación de la salud publica que hoy ha emergido con su enorme protagonismo en la lucha contra este virus que azota al mundo, por poner solo algunos ejemplos.
La necesidad de debatir entonces alimentación, vivienda, salud, educación publica, es decir elementos básicos para reconstruir las condiciones de vida de los sectores más empobrecidos. Todo esto sí esta en el centro de la discusión de la población argentina.