Por José Maldonado
Foto: Tomás Cuesta para Getty
Después de la ratificación del acuerdo con el FMI en la visita del ministro de Economía y del presidente Alberto Fernández a Washington, el gobierno se prepara para terminar la primera etapa del ajuste ortodoxo que sobrevino a la salida de Martín Guzmán e iniciar un segundo tiempo que estará marcado por esos lineamientos del Presupuesto.
El primer objetivo planteado por Massa, alejar los fantasmas de la crisis hiperinflacionaria, parece haberse cumplido. En el inicio de este segundo tiempo de su gestión, el interrogante es si logrará ordenar variables que colisionan por naturaleza: el shock redistributivo que reclaman actores del FdT para encarar el año electoral y el cumplimiento de las metas de ajuste pautadas por el FMI.
Cuánto margen de maniobra tendrá Massa para caminar ese fino rumbo es la pregunta central de una etapa que arranca con el ruido de fondo de una conflictividad gremial y social cada vez más extendida.
Las protestas de los trabajadores del rubro neumáticos -que obligaron a las empresas a frenar la producción por la negativa de discutir aumentos en línea con las ganancias que vienen obteniendo- y el nuevo despliegue callejero de organizaciones de Unidad Piquetera en la Nueve de Julio en reclamo de planes sociales, son apenas dos postales de la coyuntura que atraviesan amplios sectores sociales de empleados formales y desocupados a dos meses de que el FdT decidiera darle el control de la economía a Sergio Massa.
Aunque en estos 60 días el componente cambiario y financiero de la crisis haya dado algún respiro, las principales variables de la economía real parecen seguir en los mismos términos: la inflación consolidada en el 7 por ciento mensual continúa transfiriendo ingresos de los asalariados a los sectores concentrados de la economía.
RESERVAS Y CAPITAL POLÍTICO
El gobierno terminó el mes de septiembre festejando el éxito de su primera apuesta fuerte en términos políticos para solucionar la acuciante falta de reservas: conceder a los productores sojeros que retenían cosechas para presionar por un salto devaluatorio la posibilidad de tener por un mes un dólar especial para que liquiden. Con esa política de privilegios, durante septiembre se consiguieron más de 7 mil millones de dólares de reservas que le permitieron sacarse la soga del cuello y tener un poco de aire para lo que viene.
¿Y qué es lo que se viene? En el camino del programa económico massista aparece una bifurcación y dos posibles recorridos. Una variante con un ajuste duro y más profundo, que implicaría un retoque devaluatorio del peso (tal como vienen pidiendo los sectores exportadores), más ajuste fiscal y recorte del gasto público y social, y un nuevo aumento de tarifas. Eso, para conseguir, por otro lado, una suerte de “paz social” entre sindicatos y empresarios que implique una suba salarial y un congelamiento de precios por seis meses.
La variante “moderada” que aparece en el camino de la economía argentina y de la gestión Massa sería con límites más cortos: encarecer el dólar turista, una suerte de “dólar trigo” para fin de año y acuerdos sectoriales de precios, como el congelamiento de los valores de la ropa que se firmó por dos meses. Llegar al mundial sin sobresaltos y con el Presupuesto aprobado sería el objetivo a corto plazo,
En cualquiera de los dos rumbos, la inflación seguirá siendo el tema central. En el programa de shock, la idea es que los precios podrían tener un salto en los primeros meses, pero luego podría encaminarse a un 3 por ciento mensual. En el programa menos duro, no hay en el horizonte una certeza sobre si se conseguirá corregir el aumento sostenido y generalizado de los precios antes de que empiece el año electoral 2023.
DEBATE EN EL CONGRESO Y RUIDO EN LA CALLE
¿Logrará con este ajuste Massa poner a la economía en un camino de crecimiento para que los ingresos de la población superen la evolución de los precios? Por ahora, todo indica que le será muy difícil, sobre todo por el corset del acuerdo con el FMI.
Esa tensión entre la política y la economía es la que se pondrá en juego en la discusión parlamentaria por el Presupuesto que se abrirá en la ventana hasta el inicio del Mundial de Qatar.
Las miradas apuntan, por ejemplo, a la actitud que tomarán los diputados alineados con Máximo Kirchner y La Cámpora. ¿Convalidarán el proyecto de Presupuesto que incluye el acuerdo con el FMI que antes rechazaron? Hasta ahora, los socios del FdT vienen dando un respaldo silencioso al programa de ajuste de Massa. ¿Hasta cuándo durará esa postura? La respuesta parece anidar otra pregunta: ¿alcanzarán los eventuales logros de Massa en la economía para ganar la elección presidencial?
Mientras en el gobierno hacen proyecciones y dibujos en la arena, en la calle se reactiva la protesta gremial y social. La medida de fuerza de los trabajadores del neumático -demonizada por la mayoría de los medios de comunicación- es solo la punta del iceberg de un fenómeno con mil caras, que amenaza desbordar en este fin de año. Los estatales de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que iniciaron un plan de lucha, son otros de los actores que alzan la voz. Camioneros y bancarios se sumaron a ese coro.
La conflictividad gremial y social no debería sorprender en un escenario con inflación anual proyectada del 95 por ciento, que generó otra vez un retroceso de los asalariados frente al capital. En qué medida encontrará respuesta por parte del gobierno nacional es otra de las grandes preguntas con que se inaugura este segundo tiempo del programa de ajuste de Sergio Massa que consagró el Frente de Todos.