Cerca de una nueva elección presidencial, los mensajeros del ajuste y precarización desempolvan los viejos papeles de reforma laboral y pretenden pasarlas por iniciativas modernas. La palabra de los referentes de la organización del trabajo.
Opinan: Daniel Jorajuría, secretario gremial de la CTA-A; Jorge Yabkowski, secretario de Salud Laboral de la CTA-A; Claudia Ormachea, diputada nacional del Frente de Todos e integrante de Mujeres Sindicalistas, colectivo de la Corriente Federal de la CGT; y Heber Ríos, secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) y referente de la Corriente Federal de la CGT.
Por Redacción Malas Palabras
Ilustración: Adictos Gráficos
En un escenario en el cual la agenda pública en Argentina se encuentra desplazada hacia la derecha, existen serias posibilidades de un triunfo electoral de las expresiones políticas que tienen como eje la reforma laboral: tanto los dos candidatos de Juntos por el Cambio (JxC) hasta el “libertario” Milei, agitan una desregulación del sistema de trabajo para facilitar la competencia empresarial y los generadores de empleo.
Esas laureadas promesas apuntan a atacar el sistema para flexibilizar los regímenes de contrataciones, terminar con la “industria del juicio” y hacer a un lado los controles del Estado. Pero detrás de esa consigna se esconde la amenaza de la pérdida de derechos, una conquista de la que el país goza desde los tiempos del primer peronismo.
“Detrás de esas promesas se esconde un nuevo ataque a los trabajadores, un sistema de dominación de nuestra clase”, dice Daniel Jorajuría, secretario gremial de la CTA-A. “Javier Milei, Rodriguez Larreta, Patricia Bullrich o Mauricio Macri parten de negar el concepto de justicia social, no contemplan las desigualdades”, precisó.
Jorajuría sostiene que la derecha argentina pretende aplicar una reforma laboral “para hacernos volver al pasado, a las épocas de mayor injusticia social y pobreza”en el marco de un plan de desregularización y flexibilización. “Esas políticas fracasaron en el mundo entero y cuando se implementaron acá, en la década del ‘90, la desocupación superó el 20 por ciento y la pobreza el 50 por ciento”, recordó.
PROMESAS DE COMPETITIVIDAD MUNDIAL
Hay una mirada global que no escapa al sindicalismo. Para Jorge Yabkowski, secretario de Salud Laboral de la CTA-A, la derecha busca la reforma laboral con el pretexto de “insertar a Argentina” en el mercado internacional, pero con condiciones laborales a la baja.
“El gran problema de las burguesías latinoamericanas en general, y también de la burguesía y los gobiernos europeos, es que frente a una competencia internacional donde los salarios los van marcando los países asiáticos (Bangladesh o Pakistán), las burguesías locales proponen que para mejorar la producción las condiciones de trabajo tienen que ser similares a las de sus competidores”, analizó Yabkowski.
Además, puntualizó: “Argentina es uno de los tres o cuatro países de América Latina con mayor tasa de sindicalización, y plantean la reforma como una manera de atacar eso” para insertar la economía del país en el orden internacional desregulado.
Yabkowski describió los distintos grados de ataque que propone la oposición: “Bullrich y Milei, que son los más radicales, quieren reforma completa con la desaparición de los sindicatos como actores sociales. Otros, como Horacio Rodríguez Larreta, quieren ver convenio por convenio y aplicar cláusula de flexibilización en función de una presunta competitividad que tampoco se verifica en la práctica”.
LA CGT ANTE LAS PROPUESTAS DE BULLRICH, RODRIGUEZ LARRETA, MILEI Y ESPERT
Una vez conocidas las propuestas de reforma laboral formuladas quizás con otros enunciados por los aspirantes de la oposición,la CGT alertó en un documento que “no dialogará” con quienes busquen «poner en riesgo la estructura fundamental de los derechos laborales y de la seguridad social vigentes”, que son “principios constitutivos del sistema democrático».
Desde el costado más duro del PRO, Bullrich propone una rebaja de las indemnizaciones por despidos para proteger a las empresas, además de eliminar los convenios colectivos de ultraactividad, que es justamente la herramienta que permite la prorrogación automática de un convenio para que los empleados puedan mantener sus condiciones laborales.
De perfil más “moderado”, Rodríguez Larreta le aclaró a la CGT que no encararía reformas profundas. “Tranquilos, no voy a romper el sistema”, les prometió, semanas atrás, en un encuentro reservado donde le pidieron explicaciones. Bajo la atenta mirada de la central obrera, aseguró que quiere que los cambios se acuerden en los convenios colectivos.
El economista José Luis Espert, recientemente incorporado a JxC en el armado de Horacio Rodriguez Larreta, plantea achicar el Estado con despidos masivos, privatizar todas las empresas públicas y una reforma que baje los costos laborales y el sistema indemnizatorio. Además, pasar a un esquema de jubilaciones en que el trabajador elija el aporte que quiere hacer para su retiro.
Además de la dolarización de la economía, la plataforma de Milei incluye la “eliminación de la indemnización por despido”, la reducción del gasto en jubilaciones y pensiones con un sistema de capitalizaciones privadas y el arancelamiento de la salud y la educación, entre otros puntos.
GUARDIA ALTA EN LOS GREMIOS
El debate por la reforma laboral interpela a empleadores, gremialistas, referentes de la política, abogados y economistas. Pero, ¿qué posibilidades reales hay de que se aplique? “Todo va a depender de lo que ocurra en octubre. Yo estoy convencida de que el pueblo tiene memoria y no va a permitir que se concreten las promesas de la oposición”, afirmó Claudia Ormachea, diputada nacional del Frente de Todos e integrante de Mujeres Sindicalistas, colectivo de la Corriente Federal de la CGT.
Ante el escenario de incertidumbre económica y social, Ormachea revalorizó el rol del sindicalismo que “discute y mira el mundo del trabajo” que surgió después de la pandemia y comprende la necesidad de cuidar el empleo: “Un sindicalismo que entiende que el proyecto económico del país es darle valor agregado a la materia prima para generar puestos de trabajo, y que apunta a la formación y a la capacitación de sus trabajadores sabiendo que van a necesitar reconvertirse para estar preparados para los puestos laborales del futuro”.
Yabkowski, por su parte, aseguró que ante “todo lo que venga” en el corto plazo para “empeorar la situación de los trabajadores y mejorar la situación de la burguesía nos vamos a oponer en un frente común”. Y al aclarar que “no es la burguesía sino el FMI que plantea despedir empleados públicos y flexibilización laboral”, puso una luz de alerta respecto de “después del arreglo con el nuevo gobierno se vienen esas reformas. Por eso seguimos levantando la bandera de desconocer el acuerdo con el FMI”.
DESAFIOS LABORALES
Sin la “toxicidad” de las amenazas de la oposición, el sistema laboral presenta desafíos que deben abordarse, aunque sin perder el norte de la garantía de los derechos vigentes. Los sindicalistas lo ven así siempre y cuando haya garantías del Estado en el sostenimiento de las condiciones que rigen actualmente.
Para Heber Ríos, secretario general de la Asociación de Trabajadores de la Industria Lechera (Atilra) y referente de la Corriente Federal de la CGT, ese tipo de discusiones pueden darse pero “en un contexto en que no gobierne la derecha”.
“Se pueden discutir metodologías de contratación y hacer válidos artículos vigentes en la Constitución para repartir ganancias entre los trabajadores y empresas; modificar algunos aspectos de los convenios colectivos que han quedado en la historia por el avance tecnológico, y también la baja en la cantidad de horas”, aportó Ríos, pero aclaró que bajo una administración conservadora “no estarían dadas las condiciones”.
Coincide Yabkowski: “El trabajo a domicilio y las aplicaciones pueden ser puntos, pero si hay negociación de buena fe entre sindicatos democráticos fuertes y el capital concentrado, las pymes y el Estado. No es lo que vemos hoy. Vienen y la imponen por la cabeza, como hicieron en Brasil en 2017 con Michel Temer o las reformas laborales de India o Indonesia”.
Al mismo tiempo, el sindicalismo argentino viene proponiendo la discusión por la reducción de la jornada de trabajo como medio de generar más empleo y distribuir mejor el beneficio extraordinario del capital.
En tiempos de profunda desigualdad y ganancias extraordinarias de las empresas, Jorajuría, habla de un rol activo del Estado en pos de un modelo económico de desarrollo productivo, que termine con la especulación financiera y desarrolle políticas industriales, ambientales y digitales con inversión pública y privada para que generen empleo de calidad.
“Necesitamos volver al Estado de bienestar que alguna vez tuvimos y para ello es necesario apuntar a la demanda, garantizando la seguridad económica para todos los ciudadanos. En definitiva, necesitamos construir un nuevo contrato social que repare el daño que ha hecho el neoliberalismo a toda la humanidad”, sintetizó Jorajuría.
UNIDAD DE LOS TRABAJADORES
Muchos sindicalistas tienen en la cabeza las postales de la unidad gremial transversal de 2017 contra la reforma de Macri y las luchas de las organizaciones de base en la década del noventa. Para Ríos, de la Corriente Federal, la oposición “tiene claro que esa resistencia va a seguir existiendo, y nosotros entendemos que para avanzar en lo que tienen proyectado necesitan modificar ciertas condiciones que alcanzan no sólo a las condiciones de trabajo y contratación sino que también buscan quitarle fortaleza y cuerpo a los sindicatos”.
Para Ríos es necesario que el sindicalismo, que a veces se une “por espanto”, deje de “mirarse el ombligo y apunte a sentarse a una mesa de diálogo, porque puede ser que ganen y están diciendo adónde apuntan”. “Es una cuestión de responsabilidad institucional de cada dirigente empezar a planear una estrategia para generar conciencia solidaria colectiva”, advirtió.
Yabkowski recordó que hubo “unidad sindical” de hecho durante el macrismo, aunque se trate de “frentes únicos tormentosos”. ¿Se puede pensar en uno nuevo? “Uno diría que habría mejores condiciones para la movilización y unidad, pero en función de cómo opere la realidad”, concluyó.