El escritor, guionista y gestor de revistas culturales emblemáticos como “V de Vian” o “El amante” habla sobre su reciente libro “Media Verónica”, quinta pieza de una saga policial que tiene a la periodista Verónica Rosenthal como protagonista principal. Una charla mecida a dos aguas, entre la literatura y la política, donde retumba una definición tajante del entrevistado: “la sociedad argentina está siendo destruida”.
Por Walter Lezcano
Fotos: Santiago Oroz
El escritor Sergio Olguín (Buenos Aires, 1967) nos cita para hablar en un bodegón del barrio de Monserrat. El escenario tiene la atmósfera popular de los lugares que transitan los personajes de sus novelas.
Es la tarde de un día viernes, el sol todavía no se ocultó. Olguín eligió este momento preciso del día para dialogar. Acaba de finalizar una semana ardua de trabajo (es guionista de cine y de series). La propuesta es hablar sobre su extensa carrera en la literatura (donde brillan novelas como Filo, Lanús, Oscura monótona sangre), repasar su relación con el periodismo (actualmente colabora con Página 12 y con El País de Montevideo) y desgranar la realidad política, cultural y económica de Argentina.
Sobre la mesa de diálogo está su nuevo libro: Media Verónica (Alfaguara). Es la quinta novela de una saga policial que tiene como protagonista a la periodista intrépida Verónica Rosenthal. Un personaje que tiene pizcas de la personalidad de Olguín, su obsesión con el periodismo de calidad, como de aquellas mujeres idealistas que están dispuestas a ponerse en riesgo.
Así define a Rosenthal: “Verónica tiene una mirada un poco anarquista. Creo que está cerca de ser una francotiradora de izquierda. Una persona que siente que el mundo es una mierda, pero que no hay muchas propuestas reales para cambiarlo. Y encuentra la emoción del cambio en las cosas pequeñas”.
“Verónica tiene una mirada un poco anarquista. Creo que está cerca de ser una francotiradora de izquierda. Una persona que siente que el mundo es una mierda, pero que no hay muchas propuestas reales para cambiarlo. Y encuentra la emoción del cambio en las cosas pequeñas”
-¿Cómo es sostener un personaje como Verónica Rosenthal a lo largo de 5 novelas?
– Me cuesta terminar de escribir una novela porque tengo la sensación de que quiero seguir con ese personaje. Y nunca encontraba excusas para continuar, porque las novelas muchas veces se cierran sobre sí mismas. Con “La fragilidad en los cuerpos” me di cuenta que tenía un personaje adaptable a lo que el policial permite.
Eso es algo que sucede tanto en la novela negra como en la novela policial tradicional. Todas pueden tener un personaje que se traslada de una historia a otra. Lo que encontré con Verónica y su entorno es que podían evolucionar. Mi intención es escribir diez novelas, y que Verónica supere los 50 años en la historia. Me interesa ver cómo reacciona un personaje femenino a esa edad.

– El lugar del periodismo es importante en la saga.
– Me interesa el periodismo tanto a nivel de discusión teórica como práctica. Saber qué es hacer buen o mal periodismo me interesa especialmente. Y decidí trasladar ese pensamiento a Verónica Rosenthal. Es mi alter ego, al menos en temas periodísticos, porque hay toda una serie de cambios que se dieron en los medios de prensa escrita, que es la que yo más conozco. Ni hablar del mundo digital, marcado por la precarización laboral. Ahora Verónica trabaja en un medio digital. Y ella se resiste, por su manera de ser y porque viene de una familia burguesa.
– La novela empieza en el 75 y me preguntaba si había un gesto tuyo de pensar la dictadura todavía en presente.
– Me interesan mucho los 70, la militancia, lo que significó la dictadura como corte de esas ilusiones o sueños de esa generación. Esos sueños evolucionan de forma terrorífica con el terrorismo de Estado, los desaparecidos, el exilio, la muerte, la traición. Es un material riquísimo para cualquier escritor al que le interese la tragedia como género. Ese período me interesa mucho.
Pero, no tenía ganas de escribir una novela sobre la dictadura, sino sobre el momento anterior: el año 75. Ese año tiene una particularidad en la provincia de Córdoba, que funcionó como un laboratorio sobre lo que iba a pasar a partir de marzo del 76.
“No tenía ganas de escribir una novela sobre la dictadura, sino sobre el momento anterior: el año 75. Ese año tiene una particularidad en la provincia de Córdoba, que funcionó como un laboratorio sobre lo que iba a pasar a partir de marzo del 76”, afirma el entrevistado”.
Y también esta es la historia de un hombre con valores muy ligados a la vida burguesa, preparado para triunfar, que arriesga todo —su éxito social, personal, familiar— por algo que nadie consideraría racional: el amor. El amor es trágico, te ataca por emboscada. Te pasa algo y no entendés qué fue. A él le pasa eso: le desarma todo.

– Manejás esas dos cosas. Por un lado, el género policial, y por otro, lo cargás de emotividad. ¿Cómo nivelas esos materiales?
– Para mí el género romántico es lo más. Si pudiera, me dedicaría más a escribir novelas románticas que policiales. Siempre estoy más preocupado por los afectos y las pasiones que por el caso policial. Yo resolvería el caso en el primer capítulo, diría quién es el culpable y listo, pasemos a lo importante: ¿de quién se va a enamorar Verónica en esta novela? Eso, casi diría, es lo más importante.
– ¿Cómo trabajás para que cada una de las novelas parezca nueva?
– Lo que no quiero es que las novelas tengan una estructura predeterminada. No hay fórmula. No es que en el primer capítulo matamos a alguien, en el segundo aparece Verónica y en el tercero tiene sexo con alguien. No. Cada historia te exige su estructura. Una vez que tengo una historia en la cabeza, pienso: ¿cómo puedo contarla?
– ¿Cuáles son tus insumos al momento de construir una buena prosa?
– Hay algo que aprendí del periodismo y me sirvió para la prosa literaria: buscar la limpieza. Una lengua clara, entradora, atractiva, concreta. Eso que uno también encuentra en la buena literatura, pero que es propio de una prosa periodística. Yo trato de imitar, de emular esa prosa periodística. Y eso me obliga a trabajar mucho para poder llegar a ese lenguaje, que para mí es claro.
“Hay algo que aprendí del periodismo y me sirvió para la prosa literaria: buscar la limpieza. Una lengua clara, entradora, atractiva, concreta. Eso que uno también encuentra en la buena literatura, pero que es propio de una prosa periodística”.
– ¿Cómo es convivir con un personaje?
– Verónica aparece todo el tiempo. Está latente, como un estado de mi cerebro que se cruza con otras historias que quiero escribir. Desde que empecé con Verónica, escribí otros libros que no tenían que ver con su universo. Pero, la idea de volver al universo de Verónica es volver a un lugar en el que la pasó muy bien. Disfruto mucho de escribir. Si esa felicidad es reencontrarme con Verónica a mí me encanta. No me resulta un sufrimiento.
– Firmaste un pronunciamiento suscrito por Las Fuerzas de la Tierra.
– Es un planteo desde el campo cultural. La idea es debatir, discutir y expresar nuestros pensamientos y propuestas en un momento en que la sociedad argentina está siendo destruida. Y con eso se destruye también la cultura, el arte, nuestras tradiciones, de todo tipo.
Pensarlo también como acción. Me parece que Milei es una especie de virus, como el COVID. Salvo por el tema de la vacuna, creo que hay que trabajar para terminar con ese virus que es la forma de entender la política que tiene Milei. Y eso se puede hacer desde el campo intelectual. Es una batalla que hay que dar.
– ¿Cuáles serían las acciones concretas?
– Si vos me vas a amenazar, yo te demuestro que no te tengo miedo. Y que estoy activo en la crítica a tu gobierno. Y eso puede ser, en cierta medida, efectivo. No es solo una labor intelectual. En realidad, la labor intelectual va a quedar en la nada si no hay una fuerte labor política. El trabajo político siempre es de base. No desde los intelectuales, sino desde lo que se hace con el pueblo. Y es el pueblo el que, en definitiva, se revela.
– ¿Cómo ves estos dos años de gobierno?
– Me parece que han demostrado una inteligencia muy maligna, y es que lograron dividir la lucha. Entonces, todos están preocupados básicamente por lo suyo