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Nota publicada el 03 / 10 / 2023

Es ley: el salario no es ganancia

El Congreso de la Nación aprobó la eliminación del mal llamado Impuesto a las Ganancias. Después de años de lucha y organización, los trabajadores celebraron en una masiva movilización al Congreso haberse quitado una mochila impositiva. 

Opinan: Mercedes Cabezas, secretaria adjunta electa de ATE Nación; Natalia Souto, integrante del movimiento Barrios de Pie y diputada nacional de Unión por la Patria; Ricardo Peidro, secretario adjunto CTA-A; y Rodolfo Aguiar, secretario general electo ATE Nación.

Por Redacción Malas Palabras

Ilustración: Adictos Gráficos

“El salario no es ganancia, es remuneración” fue durante años el lema que nucleó a la clase trabajadora organizada que veía cómo su sueldo se reducía injustamente; una mochila impositiva que cargó sobre sus espaldas por mucho tiempo. 

Por eso, cuando el Senado aprobó con 38 votos a favor y 27 en contra la eliminación del -mal llamado- Impuesto a las Ganancias para la cuarta categoría, las tres centrales sindicales, federaciones gremiales, movimientos sociales y organizaciones de base celebraron con una masiva movilización frente a las puertas del Congreso de la Nación con bombos y banderas. 

Con esta modificación impulsada por el equipo económico del ministro-candidato Sergio Massa desde el 2024 sólo pagarán el gravamen quienes tengan ingresos mensuales superiores al nuevo piso del tributo, el cual fue fijado en 1.770.000 pesos, es decir, 15 salarios mínimos, vital y móvil. 

Según las estimaciones del propio Gobierno se trata de un universo integrado por alrededor de 80 mil contribuyentes, entre los cuales figuran CEO’s, gerencias, subgerencias y puestos calificados, así como jubilaciones y pensiones de privilegio.

Massa capitalizó la votación a su favor en el raid de la campaña. Aseguró también que su intención es trabajar en medidas que tiendan a asegurar la progresividad del Impuesto a las Ganancias, evitando que la carga del tributo neutralice la política salarial que vaya adoptando el Gobierno.

“Era vergonzoso que en un país donde promovemos el trabajo, los trabajadores pagaran impuesto a las ganancias; es el pago por el trabajo y el esfuerzo que hace cada trabajador», dijo el candidato del oficialismo tras el visto bueno del Congreso. Todo un cambio de paradigma en la política tributaria argentina.  

En la calle, la resistencia 

Durante la votación en Diputados, la CGT, las CTA Autónoma y de los Trabajadores, la Corriente Federal y el Frente Nacional para el Modelo Sindical, entre otros sectores gremiales y sociales, se movilizaron hacia el Congreso para apoyar el proyecto enviado por el Ejecutivo.

Ya en la jornada definitiva en la Cámara alta estallaron los aplausos de los sindicalistas que coparon los palcos: Pablo Moyano (Camioneros), el diputado Sergio Palazzo (La Bancaria), Omar Plaini (Canillitas), Mario «Paco» Manrique (Smata), y Norberto Di Próspero (Legislativos).

“Era un impuesto regresivo que impactaba en gran parte de la masa trabajadora”, dijo a Malas Palabras María Mercedes Cabezas, secretaria adjunta electa de ATE nación, quien pidió por una reforma impositiva progresiva.

Meredes Cabezas.

“Una de las principales funciones del Estado es nivelar las desigualdades estructurales del sistema y, en parte, es que paguen más los que más tienen y menos lo que menos tienen. Y en esa rueda se encuentra la posibilidad de generar una reforma impositiva progresiva y que haya participación de lo que se acumula en las grandes mayorías populares”, indicó.

En sintonía, Ricardo Peidro, secretario adjunto de la CTA Autónoma, definió la modificación del régimen “como un triunfo de la clase trabajadora” que permite achicar la brecha social.

“No es con medidas de derecha que se vence a la derecha, sino con decisiones como esta, que ponen plata en el bolsillo de los trabajadores”, afirmó el dirigente y celebró que las tres centrales “hayan hablado el mismo idioma” en la lucha contra este impuesto regresivo. 

“Si vos lo analizás en clave histórica, las medidas que se toman en beneficio de la clase trabajadora siempre llegan tarde porque esta es una sociedad profundamente desigual, con acumulación de riqueza en unos pocos. Por eso estamos dispuestos a discutir una reforma impositiva profunda”, agregó Peidró a Malas Palabras.

Ricardo Peidro.

Promesas sobre el bidet

La discusión pública puso blanco sobre negro y permitió discernir con claridad qué espacios políticos estuvieron a favor de los trabajadores y quiénes en contra, usando como excusa el desfinanciamiento del Estado.

Como había sucedido una semana antes en Diputados, el bloque de Juntos por el cambio votó en contra junto a la schiarettista Alejandra Vigo. El oficialismo sumó el apoyo de los cuatro peronistas díscolos de Unidad Federal y sus tres aliados habituales: el rionegrino Alberto Weretilneck, la riojana Clara Vega y la misionera Magdalena Solari Quintana.

Durante el debate, los senadores “cambiemitas” alegaron que la medida era “electoralista” e “irresponsable”, argumentos que suenan curiosos teniendo en cuenta que hicieron de la eliminación de los impuestos su caballito de batalla en las elecciones de 2015. 

“La actitud de la oposición me parece nefasta y mentirosa, mostraron la hilacha, porque siempre dijeron estar en contra de aumentar impuestos o crear nuevos. Con su negativa quedó claro, una vez más, que representan los intereses de los grandes grupos económicos”, sostuvo a Malas Palabras la diputada nacional de Unión por la Patria, Natalia Souto.

Natalia Souto.

Si bien la aprobación del proyecto es un primer paso, para la referente de Barrios de Pie también el sistema impositivo es “bastante injusto” porque recae en los que menos tienen: “Vos fijate que paga lo mismo un litro de leche un millonario que un rico”, por lo cual también celebró la llegada al Congreso del proyecto de Eliminación del IVA para los sectores de menores ingresos que compren productos de la canasta básica. 

En este punto coincidió Rodolfo Aguiar, secretario general electo de ATE Nación, al considerar que la sanción de la normativa permitirá dinamizar el mercado interno y poner en debate un sistema de impuestos “injusto”.

“Esto no es un parche: estamos frente a una respuesta a reclamos que llevaban muchos años. No puede ser que hasta este momento hayamos pagado la misma tasa impositiva los trabajadores, los jubilados y los sectores populares que los dueños de las grandes empresas que, además, muchas veces a través de distintos artilugios terminan no tributando impuestos”.

Para Aguiar un párrafo aparte merece la actitud de Juntos por el Cambio en el Congreso que, con su negativa a acompañar la ley, “solo quiere que los impuestos se descarguen sobre los que menos tienen”. “Lo único que quieren es que sobre la pobreza del pueblo se multipliquen las ganancias de sus empresarios amigos y de esas multinacionales cuyos intereses representan”, arremetió.

Rodolfo Aguiar.

De ahora en más

Sergio Massa salió fortalecido con la aprobación de la ley. Ahora el ministro-candidato mira los números para compensar la cuentas de las provincias, por lo que está evaluando incorporar una adenda a la presentación del Presupuesto 2024 con un mecanismo de coparticipación del Impuesto PAÍS y del Impuesto al Cheque, este último creado por Domingo Cavallo en 2001 en uno de sus tantos intentos por salvar la convertibilidad.

Fue un pedido de los gobernadores del Norte Grande como prenda de cambio para conseguir los votos en el Senado que permitan aprobar la Ley de Leyes y así sostener las reformas anunciadas a finales de septiembre, entre las que se encuentra la quita del IVA, otra de las bases donde se sustenta el sistema recaudatorio argentino. 

De acuerdo a estudios privados, los gobernadores entregarán por la reforma unos $500 mil millones, que volverían a recuperar a través de la iniciativa de Massa , quien en esta última etapa de la campaña intenta mostrarse como un candidato de consenso que promete convocar a un gobierno de “unidad nacional” en caso de ganar la Presidencia. Las cartas están sobre la mesa, habrá que ver cómo se siguen jugando.

Historia del Impuesto a las Ganancias

El gravamen que forma parte de la conversación pública de los últimos años empezó en 1932, durante el gobierno de facto de José Felix Uriburu, que estableció el «impuesto a los réditos», como se lo conoció por entonces.

Con la idea de gravar la renta extraordinaria, había habido un intento previo del radical Hipólito Yrigoyen, pero la iniciativa no había prosperado en el Congreso. Uriburu lo implementó por decreto/ley, la 11.682. Fue una reacción para hacer frente a la recesión que venía de la Gran Depresión de 1929.

Después, el gobierno de Agustín P. Justo lo sometió al Congreso, que le dio luz verde bajo el nombre de «impuesto de emergencia nacional». Eran los tiempos de la “Década Infame”. Iba a regir desde el 1 de enero de 1932 hasta el 31 de diciembre de 1934. Pero los tiempos se prolongaron. Hasta hoy.

Ya en tiempos del tercer mandato de Juan Perón el impuesto adquirió el nombre que tiene hoy: la ley 20.628 bautizó el “Impuesto a las Ganancias” y extendió su alcance a los sueldos más altos de los trabajadores en relación de dependencia. Con los años la inflación, que nunca paró (con excepción de los primeros años de convertibilidad del menemismo), fue horadando los ingresos y haciendo que el gravamen devorara salarios en rubros como sanidad, docentes e industriales.

Por eso fue particularmente común, sobre todo en los años kirchneristas, que muchos trabajadores descartaran hacer horas extras o trabajar feriados, cuando la paga es doble, para no alcanzar el techo del Mínimo No Imponible y “perder” esos ingresos extra por vía de Ganancias. Así el sindicalismo empezó a levantar la bandera de rechazo al impuesto, haciéndose eco del reclamo de sus bases. 

Los trapos contra Cristina

La demanda hizo eclosión durante el segundo mandato de Cristina Kirchner, de 2011 a 2015, cuando la economía empezó a mostrar recesión y la inflación empezó a atacar el salario de los sectores populares. Hugo Moyano, en aquel entonces al frente de una fracción opositora de la CGT, encabezó el reclamo. Y esa consigna encontró en la política un representante opositor que en aquel momento ya llevaba el tema como voz cantante: Sergio Massa.

Así, después de la derrota del kirchnerismo ante el Frente Renovador en 2013, Cristina cedió y anunció modificaciones en el Mínimo no Imponible de Ganancias. Lo hizo a fines de agosto de 2013, semanas después del traspié de las PASO, y en busca de recuperar terreno frente a los trabajadores descontentos que en las primarias de la provincia de Buenos Aires se habían inclinado por el candidato de Tigre.

En aquel entonces, y con los precios de aquella economía, Cristina Kirchner anunció una suba del Mínimo No Imponible de modo tal que los trabajadores que cobraran hasta 15 mil pesos no pagarían Ganancias, lo que en ese momento beneficiaba al 89,8% de los trabajadores en relación de dependencia. Hasta ese anuncio, el mínimo no imponible era de $8.360 brutos para los trabajadores solteros y de 11.563 para los casados.

La “tablita”

Durante el gobierno de La Alianza, el entonces ministro de Economía José Luis Machinea había establecido una “tablita” con las alícuotas ascendentes para fijar el monto que debía pagar cada asalariado, y que con los años fue relegando los ingresos a falta de una actualización.

En 2018, durante la gestión de Mauricio Macri, se fijó un mecanismo de actualización anual y automática a través de un índice que surgía de la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE). Macri había prometido que en su gobierno los trabajadores no pagarían Ganancias. No cumplió.

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