La socióloga y escritora María Pía López disecciona la anatomía ideológica de ese monstruo que chilla llamado mileísmo, y advierte sobre su carácter distintivo con respecto a las anteriores derechas criollas.
Por Redacción Malas Palabras
Es un sábado lluvioso de mediados de abril. Una jornada antes, el presidente Javier Milei logró su anhelada foto con el multimillonario Elon Musk; acto seguido, el mandatario decidió constituir un comité de crisis para intervenir en un escenario bélico global. Pero, en el campo chico del país la administración no logra abastecer de repelentes a los almacenes en un contexto de crisis sanitaria por el dengue. Un día desquiciante más en la era Milei.
María Pía López es socióloga, escritora, docente en la Universidad Nacional de General Sarmiento y en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Su último libro es “Travesía. Jugar con maldón”. Malas Palabras la invitó a dialogar aquel sábado de lluvia copiosa con el fin de discernir al ejército de ocupación simbólica y material que rige los destinos nacionales. Orgánica al campo popular, es evidente que la voz intrépida de López se inscribe en la tradición académica plebeya abierta en el país por intelectuales como Horacio González.
-El pueblo argentino, sus organizaciones sociales y gremiales, no ha protagonizado, en el inicio de la era Milei, protestas que desborden los límites legales o institucionales, tampoco se observa una imaginación política por parte de sus dirigentes para generar nuevos métodos de lucha. ¿Cómo explicas este panorama de anomia social?
– Para explicar la anomia social hay que partir de una caracterización del gobierno. Considero que se trata de una administración con una velocidad de gestión y una capacidad de acción inéditas. Consigue sus objetivos porque abreva su funcionamiento en el desconocimiento de un principio organizador del sistema político instaurado desde 1983. Es decir, Milei desconoce el pacto del Nunca Más, que implicaba rechazar de forma cabal al Terrorismo de Estado, y por lo tanto asumir una ética de gobierno. Bueno, ahora estamos ante un partido gobernante que nos pone ante la zozobra de desconocer ese pacto de los derechos humanos. Además, es un gobierno que festeja los hechos represivos publicitando en redes el accionar de las fuerzas policiales que dirige. Es evidente que hay una población que está sosteniendo esa orientación represiva.
– La población también parece aprobar una consigna atemorizadora como “No hay plata”. ¿Cómo explicas tamaña sinrazón?
– En esa consiga no reside en una idea económica. La idea del ajuste funciona como una mascarada de la orientación general del gobierno, que es producir un ataque constante a los lazos sociales que no están mercantilizados. Es decir, Milei pone el dinero y la mercancía en el centro total de la existencia. Por eso, el gobierno ataca aquellos lugares donde se funda comunidad y reconocimiento de otres. Entonces, el mileísmo asume esas dos zonas de combate, atacar el pacto democrático y todos los espacios comunitarios no mercantilizados. De fondo, su meta central es atacar a la experiencia política plebeya del peronismo. Y eso es lo que hace muy diferente a los gobiernos de derecha anteriores.
– ¿Por qué decís eso?
– A ver, el macrismo, por ejemplo, no sacaba los pies del plato con respecto al pacto democrático. Sus ataques eran más titubeantes. Recapitulando, la pregunta de la anomia, creo que el estado actual proviene en parte de la dificultad de responder a esta derecha fundante. Se trata de una avanzada de la derecha muy rotunda, que apunta a destruir los pactos constitutivos de la sociedad argentina. La pregunta, creo, que deberíamos hacer es como responder con ideas nuevas a esta derecha de carácter novedosos.
– ¿Se te ocurren algunas respuestas?
– Empezaría diciendo que si llegamos a esta situación es porque hay un cansancio, un enojo y un hartazgo de parte de la sociedad con respecto al pacto democrático y a los lazos comunitarios no atravesados por el dinero. Ambos consensos son vistos como necesarios de radicar por parte de la sociedad. Repito, para parte de la población esos dos consensos dejaron de ser un horizonte político deseable. La pregunta que nos debemos hacer es por qué la manera en que veníamos gestionando lo público produjo está desazón general. Si no hacemos esa relectura crítica no vamos a entender esa ira destructiva que habita en parte de la sociedad. Esa ira la vemos desplegada en una lógica de la hostilidad, que se observa a diario en la calle. No llegamos a esta situación solo porque la derecha tiene mucha eficacia comunicacional.
– Por lo que decís no ves al mileísmo como una continuidad del macrismo, ni del menemismo.
– Claro, con respeto al menemismo hay una diferencia constitutiva. Y es que la experiencia menemista era una experiencia que se despegaba en un contexto de transformación del horizonte global. Es el contexto de la caída del Muro de Berlín y del cierre de las experiencias insurgentes. Al mismo tiempo, el menemismo era un gobierno que salía del peronismo, lo que implicaba la continuidad de ciertas tradiciones en las relaciones políticas, más allá de su notoria impronta neoliberal. Por el contrario, ahora el escenario internacional es protagonizado por una derecha mucho más disruptiva. El gobierno de Ecuador, por caso, violó la inmunidad diplomática de un país latinoamericano para apresar a un dirigente político, se trata de una situación inédita. Se trata de un hilo más de cuán inestable está el orden legal que conocemos.
– ¿El mileísmo vino a hacer negocios, o a implantar una ideología?
– Ambas cosas. Su vocación colonial para despojar los bienes comunes a favor de los intereses de Estados Unidos e Israel es evidente. Pero, veamos su vocación ideológica. Su ideologismo es fuertísimo, incluso esa vocación obstruye algunos negocios al gobierno. Eso es evidente.
– ¿Y qué hay de novedoso en este experimento de gobierno de ultra derecha en Argentina?
– Me gustaría marcar el carácter fundante de la actual derecha gobernante. Es fundante en lo que tiene de desmesura, de apertura a lo no dicho, a lo indecible. El macrismo mentía más, prometía un paraíso cercano. Está derecha va mucho más allá, porque tiene una dimensión sacrificial y punitiva. El mileísmo moviliza fuerzas de castigo. Por eso pone en escena la lógica de la crueldad. Que filmen y festejan cuando apresan a un manifestante expone esa crueldad. En ese aspecto, en esa espectacularización de la crueldad y el castigo hay un hecho político fundante.
-¿Cómo se lucha contra tamaño rival?
Evidentemente, los métodos tradicionales no están resultando eficaces. Marchamos, hacemos clases públicas, todas esas medidas que son necesarias deberían encontrar a personas que hoy no se están movilizando. Sobre esa pregunta tengo apenas una intuición, que pasa por la necesidad de recrear una nueva imaginación política. Tenemos que imaginar una sociedad democrática y popular con un sentido distinto a las concepciones precedentes. Eso implica asumir una crítica profunda a las cosas que hicimos mal, y perseverar en la pregunta, aunque no podamos responderla hoy.