Foto: Victoria Gesualdi (Télam)
Cuando llegó por primera vez a Argentina desde su Perú natal, en 1996, Dina Sánchez tenía 16 años y el sueño de progresar en un país en el que la ilusión del “uno a uno” atraía a mujeres y hombres de toda América Latina. Durante los primeros años en el país hizo de todo: fue cajera y repositora de supermercado, vendió alfajores en la calle para darle de comer a sus hijos que crió sola, escapó de una relación violenta, volvió a Perú y finalmente se instaló en Argentina.
Hoy, a más de 25 años de haber llegado al país, como miles de migrantes de la región, Dina se convirtió en una de las principales referencias de las organizaciones sociales vinculadas a la economía popular. Es vocera del Frente Popular Darío Santillán y secretaria general adjunta de la UTEP que lidera Juan Grabois, con quien fue creciendo en su rol de militante y después dirigente. Además, estudia Economía Popular en la Universidad de Quilmes y no le falta mucho para recibirse.
Su voz es la voz de una mujer trabajadora que habla de la situación de sus compañeros, pero también de los temas de género en los barrios, y del camino que falta recorrer para que las mujeres tengan una participación igualitaria en las mesas de decisión política.
– Siempre que se acerca diciembre se habla de la situación social y las posibles tensiones. ¿Cómo se llega a fin de año?
– El balance no es bueno. La clase trabajadora, el pueblo en su conjunto no la está pasando bien. La plata no alcanza y la inflación se come los aumentos que puedas tener. Pero después, como sector, hay un agregado para nosotros y nosotras fundamentalmente que es una criminalización y estigmatización constante. Venimos del gobierno de Mauricio Macri donde a muchos y muchas nos costó un montón militar todos los días para que se vaya la derecha y que venga un gobierno que pensábamos que su principio iba a ser 100% popular. Si vos me preguntas hoy si el gobierno del que somos parte es así, yo te diría que no. Porque cuando te hablo de estigmatización y criminalización sobre nuestro sector no solo es por parte de la derecha.
– ¿Esa estigmatización la ves en el propio gobierno del Frente de Todos?
– Sí, totalmente. Sin ninguna duda. Salieron a hacer todo un lobby mediático primero con respecto a ‘los planes’ y después a pedir auditorías. Nosotros siempre les dimos la bienvenida porque cuando el trabajo es real está todo a la vista, vengan y auditen. Eso sí, vengan a auditarnos en nuestros propios espacios de trabajo para que conozcan lo que estamos haciendo dentro de la economía popular. A nosotros no nos molesta nada de lo que se proponga porque cuando el trabajo es real, no hay nada que esconder. Pero si seguimos sin ver la diferencia entre trabajo y empleo, estamos en el horno. Hay un millón trescientas mil personas que cobran un Potenciar Trabajo y las muestran como si fueran el problema de que en la Argentina haya cuatro millones de personas en la indigencia, que no puedan comer. No tenemos la culpa de la pobreza que hay en la Argentina, no tenemos la culpa de que no haya empleo, de que haya inflación. La economía popular no es el problema, pero insisten en que lo somos. Estamos convencidos de que no es solo la derecha, porque lo vemos.
– Muchos temas de la agenda de las organizaciones, como el salario básico, quedaron congeladas y parecen muy lejanas desde la llegada de Massa al Gobierno. ¿Crees que podrán avanzar?
– La pandemia y el IFE reflejaron que en Argentina hay ocho millones de personas que están caídas del mapa, que no están dentro del sistema, ni con un empleo, ni un salario digno para todos los derechos laborales. Esas ocho millones de personas trabajan inventándose su propio trabajo, haciendo changas, cartoneando o en la economía popular organizada que llamamos nosotros a través de las unidades productivas o interramas. Algunos hacen la vista gorda a ese dato. Y hay algunos que lo único que están pensando en el 2023 es en una campaña electoral. Yo la aplaudo y la voy a militar porque no queremos que vuelva la derecha. Ahora, que Massa vaya a representar a todos los sectores populares, todo ese pueblo, toda esa clase trabajadora que la está pasando mal, yo lo dudo. Yo lo único que veo es eso: una campaña. Para el 2023 todavía falta, diciembre está a la vuelta de la esquina y parece que no le preocupara a nadie.
– ¿Cómo ven la figura de Cristina? ¿Qué genera?
– Cristina es la figura más fuerte que tiene el pueblo, con la que nos identificamos y apostamos. Cada vez que ella agarra el micrófono o hace un acto deja un montón de cosas para discutir en las asambleas. Para nosotras no es casualidad que la hayan intentado matar, a una mujer que tiene unos ovarios tan fuertes como para plantarse y decir que algo está mal y construir esa mirada desde el feminismo popular. Lo que yo veo es que no hay un panorama claro. Por lo menos este 17 de noviembre en La Plata no tiró nada para orientarnos. Nosotras esperábamos que nos dé una idea para que fuéramos a militar y a hablar con los vecinos y vecinas de nuestro barrio. No hay claridad en lo que dice la compañera pero estamos a la expectativa.
– ¿Cuál es la mirada y el desafío para 2023?
– Está claro que la lucha no termina acá. Desde la UTEP venimos marcando con mucha fuerza nuestra agenda de Tierra, Techo y Trabajo. Venimos incluso haciendo presentaciones de distintas leyes en el congreso: la Ley de Envases que vamos a volver a presentar pero también las leyes en contra de la reincidencia de las ramas de liberados y liberadas. La idea es que en el 2023 podamos pelearla desde la calle pero también desde dentro del Congreso con compañeros y compañeras que nos representan. Esperamos que este 2023 sea también un año con más conquistas populares, que de a poco se van dando. Aunque es claro que sin lucha callejera no se van a poder dar.