El feroz programa de ajuste y el conflictivo estilo del presidente Javier Milei profundizan la crisis económica, consolidan el malhumor social y avivan en las calles una resistencia creciente. Crecen los pronósticos de un nuevo paro general.
Opinan: Hugo “Cachorro” Godoy, secretario general de CTA-A; Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE; y Johanna Duarte, secretaria gremial de la UTEP.
Por Redacción Malas Palabras
En apenas dos meses de gobierno, el presidente Javier Milei produjo un desastre en el poder adquisitivo de la sociedad argentina. Devaluación del 120 por ciento sin aumento de salarios, quita de subsidios al transporte, aumentos descontrolados de precios en todos los rubros y congelamiento de la asistencia a comedores, entre otras medidas de shock. Rápidas, como el protocolo de seguridad de Patricia Bullrich para mantener a raya la protesta social.
Con un paro general a cuestas y otro que podría llegar en breve, Milei decidió dinamitar la relación con los gobernadores después del fracaso parlamentario del proyecto de ley ómnibus y, como represalia, cortó todos los fondos para las provincias. Ahora, con el fantasma de Mauricio Macri y los halcones del PRO merodeando, con el malhumor social en aumento y un nivel de pobreza que se acerca a 6 de cada 10 argentinos, Milei está decidido a acelerar a fondo para la segunda etapa de su plan de ajuste.
Salarios a la licuadora
El fenómeno de los trabajadores pobres, consolidado en Argentina en las últimas dos décadas, padeció en los inicios de la era Milei una enérgica licuación de ingresos, inédita en la historia argentina.
El mix entre la devaluación del 54% que realizó el gobierno a días de asumir, el incremento de los salarios del 8,3% y un índice de inflación del 25,5%, arrojó como resultado que los salarios retrocedieron casi 14 puntos porcentuales en el primer mes del gobierno libertario. La caída, medida por el índice de Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), es la más grande desde la crisis de la convertibilidad, en abril de 2002.
En este escenario, gremios y sindicatos ensayan gestos de unidad, para resistir el ajuste. Una muestra fue el paro general que la CGT, la CTA Autónoma y la CTA de los Trabajadores, los movimientos sociales y el Frente de Izquierda motorizaron el 24 de enero pasado, movilizando más de un millón y medio de personas en las calles de todo el país. Una medida de acción directa que fue clave para el fracaso de la ley ómnibus y que será determinante para la disputa que viene.
“Nos encontramos seriamente afectados por la depreciación de nuestros ingresos. La alta variación de precios, la política de achicamiento, el desmembramiento del Estado, los despidos y la falta de recomposición salarial nos exigen, a quienes trabajamos en el Estado, estar a la altura de los acontecimientos”, afirmaron desde la Junta Interna de ATE Indec en línea con la presentación del informe “¿Cuál debería ser nuestro salario?”.
La suspensión del envío de fondos de incentivo docente para las provincias y el desconocimiento o boicot de instancias paritarias nacionales demuestran la intención de Milei de profundizar el ajuste vía motosierra, sin política para nadie y con la advertencia que él mismo hizo en los últimos días respecto de que “lo peor” en materia de alza de precios vendrá en marzo y abril.
Consejo del Salario y paritaria docente
La reunión del Consejo del Salario –la mesa en la que el gobierno empresarios y organizaciones de trabajadores fijan el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) que sirve de base para toda negociación salarial–, fue tildada de “parodia” por los representantes sindicales que participaron.
Las tres centrales sindicales -CGT, CTA Autónoma y CTA de los Trabajadores- habían propuesto un aumento del 85% a partir del 1 de febrero, de modo tal de llevar el salario mínimo, que actualmente está en $156.000, a 288.600 pesos. Pero las cámaras empresarias lo rechazaron y propusieron discutir ese piso recién en marzo. Ante la inacción del Estado en la reunión tripartita, el nuevo SMVM fue empujado al naufragio.
Y no sólo eso: Milei dijo que ese piso salarial debe ser acordado entre “los empleadores y sus trabajadores” y que no le corresponde a un “político” definirlo. “¿Yo voy a emitir un decreto fijando un precio?”, se preguntó, para terminar de configurar la provocación. Tras marcha y contramarcha, se anunció un aumento por decreto.
“Es evidente que el gobierno quiere congelar los salarios o reducirlos a la mínima expresión, seguir licuando los ingresos de los sectores populares, de los programas sociales y seguir actuando por decreto”, advirtió Hugo “Cachorro” Godoy y acusó a Milei de “buscar alentar la hiperinflación para justificar la dolarización”.
La misma reacción tiene contra el sector docente. El gobierno rechaza convocar a la paritaria nacional de los maestros, que es la que funciona como ordenador de los acuerdos salariales en las provincias, y se resiste a cumplir con el envío de partidas del Fondo Compensador de Desigualdades Salariales (Fonid), una ley conquistada gracias a la Carpa Blanca docente y que consiste en un plus destinado a igualar los ingresos de ese sector en los distintos puntos del mapa.
«Es un problema de los gobernadores de cada provincia», dijo Milei para desentenderse de la cuestión, mientras los gremios advierten que peligra el inicio de clases sin la asistencia del FONID, un instrumento clave para cumplir con el ingreso salarial de los maestros y garantizar así el normal funcionamiento en las aulas. Por el contrario, el Gobierno prefiere otorgar vouchers y dar asistencia financiera para el pago de las cuotas de la educación privada.
No la ven
El Observatorio Social de la Universidad Católica midió lo ineludible: el nivel de pobreza subió al 57,4% en enero; y la indigencia al 15%. Incluso, advirtió que la pobreza trepará al 60 % en marzo.
“Es la verdadera herencia del modelo de la casta”, tuiteó Milei, desentendido de cualquier responsabilidad que tuvieran sus medidas de shock, en otra de sus compulsivas jornadas en redes sociales.
La misma facilidad para el click la demuestra al detonar puentes con cuánto sector de organización social pueda nombrarse. Los dirigentes con influencia en el entramado social dicen que les resulta imposible llevarle al gobierno “un dato de la realidad”. La CGT quiso tender incluso más de una vía de comunicación, pero todos los intentos fueron infructuosos. “Para lo único que tomaron nota fue para buscarnos de adversarios y ponernos del lado de la ‘casta’”, reprochan desde la mesa chica de esa central en diálogo con Malas Palabras.
“Agotamos todos los canales institucionales para entablar diálogo con la ministra de Capital Humano (Sandra Pettovello), pero no tuvimos suerte. Hay cuatro millones de familias que dependen de los comedores y siguen sin respuestas”, alertó Johanna Duarte, secretaria gremial de la UTEP, consultada por este medio.
Las centrales obreras advierten un crecimiento del malhumor social. El escenario que se viene profundizará la estanflación, con la correspondiente caída del consumo, el empleo y el poder adquisitivo. Que ese estado de ánimo se transforme en conflictividad y protestas masivas en la calle dependerá de otras cuestiones sensibles, como el impacto en el bolsillo de los aumentos de los alimentos, el transporte, las tarifas de luz y servicios de salud.
Muchos de los que se vuelcan al malhumor social fueron incluso votantes de Milei. De acuerdo al último informe de la consultora Zubán Córdoba la imagen del Presidente se derrumbó cinco puntos en dos meses. Otro dato llamativo es que en diciembre el 50,8% opinaba que los responsables de la mala situación de la Argentina eran Alberto Fernández y Sergio Massa, y ahora el 50,8% responsabiliza a Milei y Caputo. ¿Se terminó la luna de miel?
“Los niveles de tolerancia caen de manera acelerada. Si Milei quiere convocar a un plebiscito que lo haga, pero lo va a perder si decide poner en consideración su programa económico”, advirtió a Malas Palabras Rodolfo Aguiar, secretario general de ATE.
El camino de un nuevo paro
Los gremios advierten que, ante este panorama, no podrán evitar nuevas medidas de fuerza. “La situación es cada vez peor y la gente va a salir cuando empiece a sentir el hambre”, anticipó a este medio, sin vueltas, un dirigente de uno de los gremios más combativos de la CGT.
Con la capacidad de compra de los sectores medios hecha trizas y cerca de 27 millones de personas que engrosan las cifras de la pobreza, se instala la pregunta obligada: ¿Las supuestas bondades del fenomenal ajuste van a poder compensar un deterioro económico y social récord en la historia argentina?
En las centrales de trabajadores avizoran conflictividad social para lo que viene pero con protestas que no necesariamente estarán en manos de las organizaciones sino de los numerosos sectores sociales afectados por las políticas del Gobierno. Las heridas son transversales.