Por José Maria Barbano.- Ese título presenta un inteligente y valioso estudio del Padre Carlos Gómez. Habituado al trato de las barriadas populares, el actual párroco de Punta Lara, (Bs.As.), conoce el sentir religioso y peronista de la gente humilde y consiguió unir ambas expresiones en la memoria de Evita.
Evita y la santidad
La Iglesia no lleva a los altares a sus santos por la capacidad de hacer milagros. Eso corre por cuenta de Dios y por la intercesión de ellos mismos.
La santidad es un estilo de vida inspirado en la fe. Cuando después de largos estudios sobre su vida, se reconoce como santo a una persona, se la presenta como modelo según la fe de Jesucristo.
Los peritos que se dedican a escrudiñar la vida espiritual del candidato se detienen meticulosamente en sus escritos. La profesionalidad periodística del Padre Gómez analiza textos significativos redactados por Eva Perón. No sólo confirma que no contradicen los principios de la fe, sino que sus palabras están conectadas en lo profundo de los Evangelios y la Sagrada Escritura.
Evita, el poder y la fe
La susceptibilidad del Vaticano – nada ingenua – maneja con pinzas los problemas políticos. Se sabe que Evita se dibuja como una persona grandiosa, y por lo mismo, amada y rechazada según intereses y puntos de vista. Y en tales casos, la Comisión de Los Santos se ensaña en descubrir el posible uso de la fe al servicio de los intereses políticos. Es un problema. Pero a lo largo de los siglos se ha logrado superarlo fácilmente. Por ejemplo:
Santa Elena y Constantino conquistaron y manejaron el poder. Pusieron su posición al servicio de la fe. (Aunque a veces, un poquito, podría parecer lo contrario). La misma dicotomía la superaron Santa Isabel de Hungría y otras reinas menos conocidas. O San Luis de Francia; y nada impide que apoden santo a su primo Fernando III.
Que Evita puso su poder al servicio de un proyecto “humanista y Cristiano” con la vista puesta en los humildes y necesitados, no existe mayor duda. Como no existe duda de la palabra de Jesús: “Lo que hiciste a uno de estos pequeños me lo has hecho a mí”.
Evita y sus acciones
Su historia no escapa a la polémica entre el valor de la fe y de las obras. Desarrolló una doctrina explicada no en palabras, sino en obras. Las frases recogidas por el P. Gómez muestran coincidencias entre un proyecto en favor del pueblo y los valores de fe, esperanza y caridad estampados en las actitudes de la persona. San Juan, en su primera carta enseña: “No amemos de palabra sino de obra y de verdad”.
No se puede negar que frecuentemente la fe, los conflictos del día a día, las pasiones y los intereses de sector se entremezclan en la vorágine de la vida. Y es de gente sensata distinguir entre virtud y pecado.
Vox populi
De cualquier manera, ni los libros, ni los rigurosos escrutinios vaticanos pueden anular el sentir del pueblo. Entre otras cosas, porque alguna vez se dijo que Dios no se encuentra cómodo en los papeles oficiales, sino, más ben, le encanta compartir la voz del pueblo.