Por Hugo «Cachorro» Godoy (Secretario general de ATE y secretario adjunto de la CTA Autónoma).-¿Son los únicos dos caminos posibles los que mostraron los medios de comunicación dominantes -mientras ocultaban otros- el pasado 9 de Julio? Unos ganando la calle y acusando al gobierno de antidemocrático o el Gobierno exhibiendo una expresión de poder ubicando a la Sociedad Rural a un costado y a la CGT en el otro, siendo los sectores que dominaron a la Argentina desde la dictadura hasta acá, y que nos han sumido en un estado de crisis.
¿Son éstas las únicas dos posibilidades de acción política a las que nuestro pueblo debe resignarse o es posible pensar que la derrota electoral del neoliberalismo abrió un tiempo de esperanza para que las relaciones de poder en nuestro país se modifiquen y que las riquezas se distribuyan con mayor equidad?.
Si el camino del neoliberalismo fue encarnado por las políticas de ajuste de Macri que derivaron en represión y restricciones democráticas, vale la pena preguntarnos si las elecciones abrieron simplemente un paréntesis en esa perspectiva o es la posibilidad de una profundización de la democracia con la intervención más activa de actores políticos, económicos y sociales que hasta ese momento estaban restringidos, limitados e inclusive reprimidos.
Cuando la UIA y la CGT firmaron el acuerdo para reducir los salarios y el Ministerio de Trabajo lo convalidó, dijimos que era una clara restricción de derechos, de hacer recaer los efectos de la crisis sobre los sectores populares ya afectados por la pobreza y el hambre, y que iba traer consecuencias negativas al gobierno.
Asegurábamos que ellos mismos iban a terminar presionándolo para que el gobierno flexibilice su posición y favorezca a los grupos económicos en la difícil tarea de negociar la deuda con los acreedores externos. Porque son estos mismos grupos que, junto al FMI, fundamentan los cambios estructurales en reformas laborales y previsionales, y la pérdida de soberanía.
Este 9 de Julio, los medios de comunicación dominantes, intentaron transmitir a la sociedad que estas son las únicas dos opciones, eliminando la opinión de la mayoría de las y los trabajadores, ausentes en el acto del gobierno y ocultados por estos mismos medios a pesar de las movilizaciones que se realizaron en Avellaneda, Reconquista y Rosario, que concentraron a varios sectores en apoyo a los trabajadores de Vicentin y a la intervención y expropiación de esta empresa, como así también las ollas populares que se gestaron en todo el país.
Sabemos que existen en nuestro pueblo otras alternativas, como lo demostró la convocatoria del Manifiesto por la Soberanía, el Trabajo y la Producción que se expresó el 1º de Mayo y que firmaron en conjunto la CTA Autónoma, organizaciones sociales, Pymes y sindicatos de la CGT no expresados en su actual conducción; de la misma manera que los sectores de la iglesia que responden a los lineamientos del Papa Francisco encuadrados en la Mesa de Encuentro por el Trabajo y la Vida Digna, que apuestan a la perspectiva de cambios estructurales para concretar un salario universal, un impuesto a la grandes fortunas, la suspensión del pago de deuda externa y una profundización de la democracia.
Dos espacios en movimiento que el Presidente aún no ha convocado al diálogo y que debería hacerlo.
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El ser humano por
encima de la renta
La mencionada Mesa de Encuentro por el Trabajo y la Vida Digna elaboró un documento en el que se propone, entre otros conceptos:
–Subordinar la economía a la política: implica poner como destinatario de las políticas públicas al soberano de la democracia que es el pueblo. Sin demagogia y sin medidas que lleven a la población a tener que luchar por su supervivencia meramente biológica. –Defender la Industria Nacional: generar medidas que eviten la masificación del despido como solución a la crisis. Proponemos administrar en forma consensuada con cada sector productivo las importaciones, de modo de no deteriorar nuestro aparato productivo, y preservar los puestos de trabajo integrando a todos los sectores, protegiendo razonablemente la producción y el trabajo de nuestro país en el marco de una competencia internacional que impone reglas injustas.
–De la misma importancia es el esfuerzo que se requiere para sostener el mercado interno, sobre la base de paritarias libres y sin condicionamientos.
–Propugnamos, también, la eliminación del impuesto a las ganancias para los/as trabajadores/as alcanzados/as por el mismo, y que están bajo convenio. Asimismo resulta justo y lógicamente coherente, mantener las exenciones a dicho impuesto para las organizaciones sin fines de lucro. Observamos con preocupación que el sistema tributario en su conjunto atenta contra la producción, exime a la especulación y genera que tributen proporcionalmente más aquellos/as que menos tienen.
— Es menester priorizar a las economías regionales bajo el criterio de seguridad alimentaria, mitigando la intermediación y la abismal desigualdad de oportunidades productivas y comerciales devenidas de los estructuralmente desmedidos poderes económicos y financieros.
–Urge poner en el centro a la persona humana, desplazando a la renta como omnipotente ordenadora de la lógica productiva, económica y social. Además del Estado, es indispensable la determinación y compromiso patriótico de las organizaciones libres de la sociedad, dentro de las cuales las entidades cooperativas –particularmente las agroalimentarias- deben asumir un rol protagonista, recuperando sus sentidos fundacionales basados en la equidad, la igualdad, la propiedad conjunta, la gestión democrática y la solidaridad.
–Los gobiernos tendrán que comprender que las cooperativas, mutuales y demás entidades de la economía social y solidaria, son actores insoslayables para toda posibilidad de desarrollo sustentable.