Por José Maldonado
Foto: Leo Vaca
“Quinientos pesos”. Hugo “Cachorro” Godoy acaba de salir de una reunión de más de 4 horas del Consejo del Salario, donde la CTA-A participa junto a otras centrales sindicales, empresarios y el gobierno. Y todavía le cuesta creer la discusión que acaba de presenciar, casi al cierre del encuentro. Una discusión por quinientos pesos. “Se acordó subir el Salario Mínimo Vital y Móvil en cuatro tramos y se llegó a una cifra que sería en marzo de 69.500 pesos -relata-. Algunos dirigentes pidieron que se subiera la cifra a 70 mil, para hacer ese un número redondo. Pero los empresarios más ricos de la Argentina, como Daniel Funes de Rioja, dijeron que no, porque el planteo no correspondía. Por quinientos pesos… Una mezquindad difícil de creer”, se queja.
Cachorro recibe a Malas Palabras en la sede de la CTA-A, cuya secretaría general volvió a ocupar hace cuatro meses, después de ser electo en los comicios en los que votaron más de 400 mil afiliados en todo el país. Hace algunos minutos, se negó a firmar el acuerdo en el Consejo del Salario, único rechazo en soledad.
“Este año estamos terminando muy mal”, resume su sensación. “Cerramos con 100% de inflación y un 86% del salario mínimo vital y móvil, que ya estaba por debajo. En el promedio queda empatado pero la realidad es otra. Hay algunos sectores de economía de punta que le empataron y muchos otros que quedaron atrás. Más de la mitad de la población económicamente activa, que está precarizada, pierde”.
Más allá de la mirada negativa sobre el año que termina en cuanto a la puja salarial, Cachorro tiene una visión política clara sobre el tiempo que viene. La unidad popular tiene que modificar las relaciones de fuerza dentro del Frente de Todos y construir un frente que “permita animarse a más” .
Algo de eso quedó expresado en la foto del 17 de octubre, cuando en la Plaza de Mayo la CTA-A participó de una gran marcha junto a sectores de la Corriente Federal, el PJ Bonaerense, La Cámpora, la CTA-T y otros espacios, con un documento en el que pidió “unidad nacional por la soberanía con justicia social”, en la que se condenó el acuerdo con el FMI y se pidió restaurar el rol del Estado en la planificación de la economía. Pero hay que ir por más, dice.
– ¿Cuál es tu visión sobre el cierre del año y qué se puede esperar para 2023?
-Se está acumulando la deuda externa y vamos derecho a un crack si no hay medidas más claras de parte del gobierno. Este año estamos terminando mal. Los sectores de menores ingresos han tenido un retroceso enorme, que este gobierno sigue sin resolver. Es necesario un shock de ingresos para los sectores populares y posteriormente a eso un plan de congelamiento de precios no ortodoxo. Un shock de ingreso sería un aumento de emergencia, salario universal y aumento del salario mínimo vital y móvil en un nivel superior al que se ha planteado.
– Las tres cosas parecen lejos de la agenda del gobierno y del ministro Sergio Massa, sobre todo. ¿Ves que pueda haber un cambio?
–El planteo del gobierno es que no se puede aumentar el salario mínimo porque está atado el salario social complementario. Hay algunos que dicen que hay que desengancharlos y lo que nosotros decimos es que no hay que enganchar el salario mínimo a la política de ajuste. Este es el escenario este año: vamos a terminarlo con un retroceso de ingreso de los sectores populares si no hay nuevas medidas del gobierno.
– Los proyectos que impulsó el gobierno que apuntan a la redistribución de la riqueza, como el de la renta extraordinaria, no lograron avanzar ni un paso. ¿Qué falta para que esa agenda se active?
-No hay decisión, no hay músculo porque no se convoca a la gente y no hay posibilidad de cambiar las relaciones de fuerza desde adentro mismo del Congreso, donde domina la alianza que convalidó el acuerdo con el FMI.
– ¿Cómo se rompe esa imposibilidad de avanzar en esa agenda, en un gobierno que venía a hacer eso pero que ahora porta una saga de anuncios que nunca terminan de cumplirse?
–Los sectores hegemónicos del Frente de Todos no se animan a transitar determinados límites, nadie discute la agenda del poder. Por lo tanto se debe generar una fuerza nueva dentro de FDT que pueda articular con el sector del kirchnerismo que es el que está más decidido a ir hasta ahí. Ni Alberto (Fernández) ni Massa quieren ir más allá de dónde estamos y Cristina (Fernández) pareciera que siguiera muy pendiente de que le vaya bien a Massa. Otro tema es la conflictividad social en tanto y en cuanto aparezca el pueblo como expresión. Algo que irrumpa una fuerza que obligue a los sectores, que los empujen y que se animen; y a quienes empujamos eso que nos habiliten con más fuerza a dar esas discusiones.
– ¿A nivel regional han habido cambios que permiten pensar eso con una mejor perspectiva?
-El acceso de Lula al gobierno puede facilitar la posibilidad de una ayuda para que el gobierno pueda respaldarse más en ella a nivel regional, y eso implica también la posibilidad de acuerdos económicos que permitan no depender tanto del FMI. Pero en Argentina, las condiciones estructurales que posibilitaron el golpe financiero que dieron en junio y julio siguen estando iguales.
– Se habla mucho de la irrupción de los discursos de derecha en el escenario electoral del año próximo. ¿Cuál es la responsabilidad del campo popular ante ese movimiento?
–La crisis de representatividad subsiste en la sociedad argentina. Hubo 5 millones de personas que votaron al FDT y no lo votaron el año pasado. Hubo un millón de votos que se fueron para Milei ¿En qué medida eso lo podrá contener o tomar Cristina si se asume como candidata? ¿Podrá recuperar esos votos y sumar a otros? ¿Cambiemos podrá sostener esta pelea entre los bolsonaristas de Macri, Miliei y Bullrich?. En el campo popular, primero, hay que hacerse cargo de las demandas sociales, sino también a nosotros nos afecta la crisis de representatividad. Lo segundo es tener capacidad de expresar eso en términos electorales para modificar las relaciones de fuerza dentro de un frente de unidad popular que modifique las condiciones de discusión dentro de FDT y permita animarse a más. La tercera es la posibilidad de fortalecer los lazos a nivel regional. Esos son tres factores fundamentales para modificar las relaciones de poder que nos han llevado a este retroceso en el que estamos.