Tras el acuerdo con el FMI, el gobierno bajó, al menos en la estadística oficial, el índice inflacionario. ¿Cuáles son las inconsistencias de una variable económica donde el gobierno busca anudar credibilidad del mercado y rédito electoral? Opina el consultor Martín Kalos y la economista Nadia Schuffer
Por Luciana Glezer
Periodista especializada en la agenda económica, trabajó y trabaja en varios medios, como el portal La Política on line
Un informe de la consultora Tres Puntos, a cargo de Shila Vilker, mostró que tres de cada cuatro personas consultadas mostró su conformidad con una frase a todas luces contradictoria “Los precios suben más que la inflación”. En el párrafo final del estudio se concluye lo siguiente: “La inflación dejó de ser un monotema porque la plata no alcanza”.
Es evidente que el plan antiinflacionario del gobierno plantea tensiones profundas en términos de inclusión, soberanía y sustentabilidad de largo plazo.
“La inflación dejó de ser un monotema porque la plata no alcanza”, concluye un estudio de la consultora Tres Punto Zero. Es evidente que el plan antiinflacionario del gobierno plantea tensiones profundas en términos de inclusión, soberanía y sustentabilidad de largo plazo.
Kilometro Cero
El fogonazo fue inmediato. A solo horas de asumir la presidencia, Javier Milei concretó una de las decisiones macroeconómicas más contundentes de su gobierno: una fuerte devaluación del peso que hizo saltar 118% el precio del dólar.
El tipo de cambio oficial pasó de 365 a 800 pesos por dólar en un solo movimiento. Con este movimiento la inflación se desató como un resorte comprimido. El dato de diciembre de 2023, el primero de su gestión, marcó un 25,5% mensual según el INDEC, la cifra más alta desde la hiperinflación de 1990.
El plan antiinflacionario del gobierno pasó por distintos momentos. Inicialmente, la fuerte baja de la inflación estuvo motorizada por la recesión post devaluación, lo que provocó una pérdida de ingresos y un consiguiente golpe al consumo. Entonces, durante los primeros meses de la era Milei, la fuerte recesión funcionó como ancla inflacionaria, tal como lo explicó a Malas Palabras la economista de Fundar Nadia Schuffer.
Por primera vez desde mediados de 2022, el índice de precios al consumidor mostraba una trayectoria descendente. El gobierno celebró la cifra con entusiasmo, reforzando el relato de un “orden macroeconómico” en marcha. Milei habló de un “milagro económico”, aunque para muchos economistas se trató más bien de un disciplinamiento brutal del gasto y la demanda.
El economista y director de Epyca consultores, Martín Kalos, pone la lupa en la cuestión fiscal: “El plan antiinflacionario del gobierno fue y es el mismo desde el inicio: generar un equilibrio fiscal. Entonces, justamente, la cantidad de dinero en la economía se vio sumamente reducida en términos reales. Con esto el gobierno plantea que el trabajo ya está hecho”.
“El plan antiinflacionario del gobierno fue y es el mismo desde el inicio: generar un equilibrio fiscal. Entonces, justamente, la cantidad de dinero en la economía se vio sumamente reducida en términos reales. Con esto el gobierno plantea que el trabajo ya está hecho”.
Martín Kalos, economista y director de Epyca consultores.
Desde el inicio, el gobierno abrazó con fervor la visión monetarista de la inflación. “La inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”, suele sostener Milei en entrevistas, citando a Milton Friedman. Bajo esa premisa, la estrategia oficial fue clara: ajuste fiscal, emisión cero, y esterilización de pesos en circulación. A través del llamado “ancla fiscal”, la paralización total de la obra pública, el Banco Central prácticamente congeló la base monetaria. El programa implicó una caída abrupta de la actividad económica.

“Lo que plantean es que ya hay un equilibrio en el mercado de pesos y que, a partir de ahora, la demanda de pesos adicional que habrá tiene que ser solventada. Bajo la mirada del gobierno, aumentará la demanda de pesos gracias a la remonetización que vendría con los dólares del colchón” (ver recuadro).
Ancla cambiaria
Tras la devaluación inicial, el gobierno instauró un esquema de crawling peg a razón del 2% mensual, muy por debajo de la inflación, lo que en los hechos implica un dólar atrasado. El precio del dólar ordena el resto de los precios de la economía doméstica. De hecho, cuando recrudecieron las presiones devaluatorias ante la escasez de reservas en el primer trimestre del año, la inflación tuvo un rebrote del 3,7%. Pero, el desembolso del FMI calmó las aguas.
Precisamente, el término “ancla cambiaria” se refiere a un mecanismo utilizado por un país para estabilizar su tipo de cambio y controlar la inflación. Básicamente, consiste en fijar la moneda local a una moneda extranjera fuerte mediante una tasa de cambio fija o una banda de fluctuación, como el esquema entre bandas.
Según Nadia Schuffer el ancla cambiaria emerge a partir del sostenimiento de un tipo de cambio apreciado: “Esto tiene un efecto positivo que es el ancla inflacionaria dada la sensibilidad de la inflación a movimientos del dólar pero, también, uno muy negativo que es el abaratamiento de las importaciones de bienes y de servicios, como los viajes al exterior. Esto es letal para la industria nacional que debe competir con productos importados baratos mientras que producir se encareció, a la vez que el consumo disminuyó”.
“Esto tiene un efecto positivo que es el ancla inflacionaria dada la sensibilidad de la inflación a movimientos del dólar pero, también, uno muy negativo que es el abaratamiento de las importaciones de bienes y de servicios, como los viajes al exterior. Esto es letal para la industria nacional que debe competir con productos importados baratos mientras que producir se encareció, a la vez que el consumo disminuyó”.
Nadia Schuffer, economista.
El objetivo del ancla cambiaria es proporcionar estabilidad macroeconómica, reducir la volatilidad del tipo de cambio y generar confianza en la economía. Sin embargo, también puede limitar la autonomía de la política monetaria y requerir reservas internacionales suficientes para mantener la paridad. Un perro que se muerde la cola.

Lo concreto es que, tras el acuerdo con el FMI y el giro en la política cambiaria, el tipo de cambio oficial se mantuvo estable en términos nominales, mientras los dólares financieros (MEP y CCL) acompañaron con oscilaciones leves. El denominado dólar blue, que había tocado un pico de $1300 en enero, retrocedió y se estabilizó entre los $1100 y los $1200 en mayo. Esta calma cambiaria ayudó a anclar expectativas, aunque también alimentó dudas sobre la sostenibilidad del esquema.
La idea de que, con el equilibrio fiscal, “el trabajo ya está hecho” evidencia serias fragilidades. La estrecha relación con el precio del dólar da cuenta de que la inflación no responde solo a lo monetario. Actualmente la inflación se desacelera, pero ante la pregunta de fondo el panorama se oscurece: “¿Es sostenible esta estrategia?”.
Tercer Tiempo
En esta nueva etapa, el plan antiinflacionario está vinculado a contener todos los precios de la economía a través del ancla salarial, define Schuffer. El gobierno busca que la pauta salarial se ubique por debajo de la evolución de la inflación, que no aumente el consumo y llegar con una inflación muy baja a las elecciones. “Un ejemplo muy claro es la reciente intervención en las paritarias de Comercio, donde el gobierno definió no homologar el acuerdo”, graficó la economista.
“La baja de la inflación es una fortaleza por el lado de la estabilidad, la previsibilidad, y el acomodamiento de los precios relativos. La debilidad es que el daño a la industria y el empleo de calidad, la destrucción del entramado productivo, sobre todo en las pymes es enorme”, concluyó Schuffer.
Plan colchón sin resortes
No es una novedad para la economía argentina pero, en esta oportunidad, la palabra colchón llegó a los diarios de Wall Street. Los argentinos tienen más de USD 300.000 millones no declarados, fuera del sistema financiero formal .
Se esperaba mucho más de lo que se anunció. El gobierno, que necesita dólares con urgencia, anunció que se venía un blanqueo total. Pero, claro, se chocó de frente con la arquitectura financiera internacional, que contiene reglas muy estrictas contra el lavado de activos.
Pero, el gobierno también colisionó contra la legislación local. Tuvo que aceptar que con un decreto no alcanzaba. El apuro llevó al ministro de Economía a prometer una ley que todavía no está escrita. Para desactivar las penas que dispone la ley, es necesario una nueva norma.
Lo concreto es que eliminó el mecanismo de control e información, y aumentó los umbrales máximos permitidos para distintas operaciones comerciales. Lo que entusiasma al gobierno es, al menos, descomprimir la presión importadora. Apunta a que el empresario saque los dólares de la caja de seguridad, los deposita en su banco y este a su vez lo gira a la cuenta del proveedor. Pero, a su vez, quedan serias dudas sobre la información que puedan requerir los bancos extranjeros.