(Foto de Guillermo Gonzalez)
Un gran trabajo de Juan Manuel Mannarino, nos permite acercarnos a la sensación de justicia que, una vez mas, un juzgado federal de La Plata generó en un juicio de lesa humanidad
El tribunal condenó a Miguel Etchecolatz por la desaparición de Daniel Favero y María Paula Álvarez, militantes de la Juventud Universitaria Peronista. Le dio 25 años pero asignó una pena única a reclusión perpetua por las cuatro sentencias que pesan sobre él. También fueron condenados a 25 años Fernando Svedas, Raúl Machuca y Julio César Argüello, de la Brigada de Investigaciones.
-¡Daniel Favero, presente, ahora y siempre!
-¡María Paula Álvarez, presente, ahora y siempre!
El grito se expandió entre abrazos y puños apretados en el aire. Era la voz del coro anónimo y colectivo que irrumpe después de una sentencia por crímenes de la dictadura. Ayer en la ciudad de La Plata se dictó la primera por delitos de lesa humanidad desde el cambio de gobierno. A las tres y media de la tarde, el Tribunal Oral Federal N° 1 condenó a los responsables de la desaparición de los jóvenes Daniel Favero y Paula Álvarez. Entre ellos, al ex director de Investigaciones de la policía de la provincia de Buenos Aires, Miguel Etchecolatz. Como pasa cada vez que la Justicia da su veredicto, los nombres de los desaparecidos se pronunciaron con una fuerza visceral. La sala estaba repleta: estudiantes, docentes, políticos, militantes, sindicalistas y referentes de Derechos Humanos como Rosa Bru, que nunca dejaron de acompañar a los familiares en las casi diez audiencias de un proceso abreviado e intenso.
Ayer los jueces César Álvarez, Germán Castelli y Roberto Lemos Arias ratificaron el rol de Etchecolatz como planificador y ejecutor de genocidio. Por unanimidad, lo situaron como autor mediato de la desaparición forzada de Daniel Favero y María Paula Álvarez, militantes de la Juventud Universitaria Peronista (JUP). También se condenó a 25 años de prisión a los integrantes de la Brigada de Investigaciones: Fernando Svedas, Raúl Machuca y Julio César Argüello. El ex jefe de la Policía recibió los mismos años aunque el Tribunal le fijó una pena única de prisión perpetua por las sentencias anteriores en su contra. Etchecolatz, mano derecha del general Ramón Camps, recibió su primera condena en 1986. Con la reapertura de los juicios, también recibió condenas en 2004, 2006 y 2014.
Desde la mitad de la sala, María Laura Bretal, sobreviviente del centro clandestino La Cacha, gritó “¡Jorge Julio López, presente!” y levantó el pañuelo con el semblante del testigo desaparecido en otro juicio contra Etchecolatz, en 2006.
El veredicto situó la desaparición de la pareja en “dos hechos que concurren materialmente entre sí” constitutivos del delito internacional de genocidio. Al escucharlo, Claudia Favero, hermana de Daniel, se abrazó con amigos y familiares. Y hubo silbidos cuando los jueces no rechazaron el pedido de prisión domiciliaria solicitada por la defensa de Etchecolatz. El mismo seguirá a la espera de una decisión. Etchecolatz no asistió a la audiencia pero la vio por teleconferencia desde el hospital del Penal de Marcos Paz, enojado porque el Tribunal no leyó una carta suya a modo de últimas palabras.
Después de la audiencia, la mayor parte de los presentes se encaminaron hacia el centro de La Plata. Llevaban pancartas y banderas de distintas organizaciones políticas y de derechos humanos. Fueron parte de la multitudinaria marcha a Plaza San Martín. Los protagonistas de la vigilia por los 40 años del Golpe.
“Salieron con vida del departamento”
La tarde del 24 de junio de 1977 cuatro personas entraron al edificio de la calle 57 entre 12 y 13 número 880 en La Plata. Fueron hacia el departamento G del segundo piso. Los visitantes, en realidad, eran policías. Tras un trabajo de inteligencia, habían preparado una emboscada. En el departamento contiguo, el E, vivían María Paula Álvarez y Daniel Omar Favero.
Cerca de la medianoche, la pareja salió del departamento. Los hombres los detuvieron y los jóvenes se resistieron. Julio César Argüello, uno de los policías, resultó herido en la pierna derecha por un disparo. Minutos después, Álvarez y Favero fueron apresados. Los trasladaron en un auto sin identificación a un lugar aún no determinado. Permanecen desaparecidos.
Alejandra López Comendador era vecina de Paula y fue testigo clave del secuestro de ambos. En el juicio declaró que vio desde una ventana cómo los bajaron a patadas: “igual que una bolsa de papas”. Además, pidió que se investigue la desaparición de su hermano, que cree fue secuestrado por el mismo grupo, en un caso aún no investigado. “Los chicos salieron con vida, yo los vi. Me parece que el asalto a esa casa se estuvo preparando previamente. No hubo ningún enfrentamiento, los sacaron por la fuerza”, agregó.
-A Paula la llevaron alzada. Clamaba por su madre.
Con el testimonio de la vecina, tras reunir varias pruebas y una nueva inspección ocular al edificio, la fiscalía concluyó que el secuestro de la pareja ocurrió “en el marco del plan sistemático de desaparición forzada de personas, secuestro, torturas y eliminación instaurado por la última dictadura cívico-militar”. El caso de Favero y Álvarez fue otro ejemplo de cómo se persiguió y aniquiló a la militancia política.
El fiscal Hernán Shapiro agregó que la Brigada de Investigaciones de La Plata, bajo órdenes de Etchecolatz y en la que actuaban también los otros imputados, funcionó durante el terrorismo de Estado “como centro clandestino de detención, sitio de ingreso y distribución de víctimas de la represión ilegal”.
Quiénes eran María Paula Álvarez y Daniel Favero
María Paula Álvarez tenía 22 años, estudiaba Bellas Artes. Daniel Favero 19, y estudiaba Letras en la Facultad de Humanidades de la Universidad de La Plata. Además era escritor y músico. Su obra, guardada secretamente por su padre, se mantuvo inédita hasta que, en 1992, la editorial Libros de Tierra Firme sacó a la luz una parte de ella con el título “Los últimos poemas”. En 2007 publicó una nueva colección poética del autor: Nosotros, ellos y un grito. Su apellido se convirtió en un ícono de la lucha popular en la ciudad de La Plata. En su memoria, en 2001 se abrió el Centro Cultural Daniel Omar Favero, en calle 117 al 400, en el barrio Hipódromo. Allí funciona la Radio Estación Sur, emblema de la comunicación popular.
Sobre unos pocos pasos que atraviesan distancias
ridículas, regreso, sin querer, todos los días
buscando explicaciones y me quedo cargado
de abismos. Y mi nombre se me olvida en la calle.
(Los últimos poemas, Daniel Favero)
Catorce años de expedientes
El expediente se había creado con una denuncia del fiscal Félix Crous en 2002, a raíz de la prueba testimonial y documental de los Juicios por la Verdad. Siete años después, se dictó la prisión preventiva de Miguel Osvaldo Etchecolatz –imputado como director general de Investigaciones de la Policía de la Provincia de Buenos Aires-, Rubén Oscar Páez –jefe de la Brigada de Investigaciones de la Plata-, Raúl Rolando Machuca y Julio César Argüello, como integrantes del grupo operativo. Páez falleció impune en 2012.
La persecusión a la familia
La espera no fue el único obstáculo para que los familiares obtuvieran justicia. La persecución a la pareja empezó en los meses previos de la desaparición de Paula y Daniel. Sus familiares sufrieron allanamientos ilegales y secuestros. Como el caso de Claudia Favero, secuestrada en febrero de 1977. La pusieron en una cama elástica y le aplicaron picana preguntándole por su hermano. A su hermano Luis también lo detuvieron. Le ataron las manos y vendaron los ojos, y lo llevaron a “La Casita”, como llamaban a la Brigada de Investigaciones. Ya en libertad, supieron que a su madre los parientes la habían internado en una clínica psiquiátrica.
Semanas antes de la desaparición de Daniel Favero y Paula Álvarez, los verdugos regresaron a la casa. A esa altura la madre tenía el alta y volvió a descompensarse. Claudia le rogó a un policía (Machuca) que le permitiera buscar un medicamento a la cocina.
Ahora, a 39 años de los acontecimientos que le cambiaron la vida, Claudia siente alivio.
-Tengo una enorme sensación en el cuerpo de que se hizo justicia. Lo que quiero es el cuerpo de Daniel para poder cerrar esto- dijo después de la sentencia.
“Los juicios están instalados”
Tras el veredicto, algunos preguntaban cuándo sería el próximo proceso por crímenes de la dictadura en la ciudad. Entre otros, se espera el juicio oral por los crímenes contra 192 víctimas en el centro clandestino de detención que funcionó en los cuerpos de Infantería y Caballería de la Policía bonaerense.
Marta Vedio, de la APDH La Plata, dijo a Cosecha Roja que “los juicios de lesa humanidad están definitivamente instalados” en la sociedad. La alta concurrencia de público reflejó “un estado de movilización ante algunos intentos del actual de gobierno por vaciar las políticas de derechos humanos, de una renovada inquietud en participar y apoyar los procesos de memoria, verdad y justicia”.
A la salida, mientras la gente seguía conversando al rayo del sol y organizaba los detalles para marchar a Capital Federal por los 40 años del Golpe, los condenados caminaban custodiados. Subieron cabizbajos a las camionetas de la Policía. Nadie fue a despedirlos.