Argentina fue sede de una cumbre mundial anti progresista. ¿Por qué la nueva derecha hace tanto hincapié en la batalla cultural? Opinan: Carlos De Angelis, sociólogo, analista político y consultor; y Oriana Cherini, licenciada en Relaciones Internacionales.
Por Redacción Malas Palabras
Ilustración: Juan Soto
Como fenómeno propio del siglo XXI, el movimiento de la nueva derecha 2.0 tiene su propia tropa entre presidentes, políticos antisistema, intelectuales de los bordes, agitadores, influencers y trolls de redes sociales. Una suerte de “Liga de Justicia” que recorre el mundo para plantar la bandera de la patria internacional “anti woke”, como ellos mismos llaman a las políticas progresistas que identifican directamente con el comunismo.
Pero, sus miembros, lejos de encarnar el ideal de héroes que salvan a los países del caos, parecen atrapados en su propio juego de símbolos y retórica: en lugar de unir fuerzas para resolver los desafíos estructurales, su narrativa se basa en polarizar y buscar enemigos externos.
Así lo dejaron expuesto, una vez más, en la cumbre de la Conferencia de Acción Política Conservadora (CPAC) que se celebró este mes en el Hotel Hilton. Se trata de un evento global organizado desde 1974 por la Asociación Conservadora Estadounidense (ACU) que busca expandir su influencia como una franquicia global. Apalancados en el liderazgo exótico de Javier Milei, esta vez el encuentro se llevó a cabo en Argentina y no faltaron discursos altisonantes, controversias, personajes marginales y un claro enfoque en la “batalla cultural”. La derecha libertaria sabe que no basta solo con los números.
Apalancados en el liderazgo exótico de Javier Milei, esta vez el encuentro se llevó a cabo en Argentina y no faltaron discursos altisonantes, controversias, personajes marginales y un claro enfoque en la “batalla cultural”. La derecha libertaria sabe que no basta solo con los números.
Además de Milei y el ministro de Economía, Luis Caputo, se destacaron asistentes del plano internacional como Santiago Abascal, líder del partido español VOX; Ben Shapiro, periodista conservador estadounidense; Lara Trump, nuera del presidente electo Donald Trump, y Eduardo Bolsonaro, hijo del ex presidente de Brasil Jair Bolsonaro.
Entre las figuras vernáculas asistieron Agustín Laje, intelectual de la nueva derecha y presidente de la flamante Fundación Faro; el influencer libertario Daniel Parisini, alias “Gordo Dan”, líder de la tropa digital libertaria, y los periodistas Javier Negre, de La derecha Diario; Mariano Pérez, del canal Break Point, y hasta el vocero presidencial Manuel Adorni.
Simbolismo y poder ideológico
En la CPAC, el discurso del “Gordo Dan” dejó en claro que el liberalismo argentino ha encontrado en las redes sociales su terreno de combate ideal, donde el celular es la «herramienta de instrucción masiva” que libra una guerra constante por la batalla cultural.
«En los últimos años, mientras los medios de comunicación repetían su perorata poco creíble, mientras los más jóvenes desviaron su mirada hacia las pantallas de los celulares. Una arena pública donde todos somos iguales, todos podemos opinar y una fuente de información inagotable», proclamó, ante un auditorio expectante, el nuevo influencer.
Según el sociólogo y analista Carlos De Angelis, este fenómeno representa una reconfiguración profunda de los “intérpretes simbólicos” de la sociedad, que desplazan a figuras tradicionales como profesores, periodistas y analistas en favor de una generación emergente que opera desde redes sociales y plataformas digitales. “Influencers y streamers, como ‘El Gordo Dan’, se están convirtiendo en los profetas del nuevo orden”, señala De Angelis a Malas Palabras.
Según el sociólogo y analista Carlos De Angelis, este fenómeno representa una reconfiguración profunda de los “intérpretes simbólicos” de la sociedad, que desplazan a figuras tradicionales como profesores, periodistas y analistas en favor de una generación emergente que opera desde redes sociales y plataformas digitales.
En «La Liga de la Justicia Libertaria» cada integrante asume un rol estratégico: algunos operan como intelectuales disruptivos, otros como agitadores digitales y no faltan quienes se posicionan como voceros de una narrativa que desafía al establishment tradicional. “Estos jóvenes han capturado la narrativa libertaria en un contexto mediático donde la vieja guardia de comunicadores, como Luis Majul o Victor Hugo Morales, perdió protagonismo. Agustín Laje, por ejemplo, actúa como el ‘Gramsci’ de esta extrema derecha, dotando de contenido teórico a una propuesta que antes era más simbólica que estructurada, mientras Santiago Caputo es el articulador del movimiento», explica De Angelis.
Puestas en escena como la de la CPAC cristalizan ese intento. “Milei encontró una estrategia de legitimación política y de posicionamiento internacional como un líder del conservadurismo de derecha. Hay un resurgimiento y una nueva ola de derecha en el mundo, con Trump, Bolsonaro y (Giorgia) Meloni, una suerte de ‘contraola’ a lo que había sido en su momento el avance progresista y de valores de sociedades abiertas, inclusivas y de derechos ampliados”, evaluó ante Malas Palabras Oriana Cherini, licenciada en Relaciones Internacionales de la UCA y becaria doctoral del Conicet.
“Milei encontró una estrategia de legitimación política y de posicionamiento internacional como un líder del conservadurismo de derecha. Hay un resurgimiento y una nueva ola de derecha en el mundo, con Trump, Bolsonaro y (Giorgia) Meloni, una suerte de ‘contraola’”
Oriana Cherini, licenciada en Relaciones Internacionales.
Cherini advierte que, como parte de este fenómeno, Milei se beneficia al posicionarse como “líder políticamente incorrecto por su políticas, sus medidas y sus políticas de crueldad, aún a costa de las consecuencias socioeconómicas de Argentina”.
“En muchos lugares del mundo se siguen defendiendo las ideas más inclusivas, democráticas y con un modelo de desarrollo basado en la estructura productiva de los países y la distribución del ingreso”, aclara esta analista del ámbito internacional, que sostiene que este surfeo sonriente de la nueva ola de derecha “va a servirle a Milei y a su sector en términos de construcción internacional y de cooperación, pero no será positivo para el país sino sólo en lo asociado a su liderazgo y a su partido”.
Límites
Más allá de cumbres como la CPAC y encuentros en la estancia de Trump en Mar-a-Lago, ¿puede beneficiarse Argentina de esta nueva etapa de relaciones carnales con los Estados Unidos de Trump y de Elon Musk, junto a quien el presidente argentino inunda las redes sociales con fotos? Cherini no duda: “Argentina sigue siendo un país del sur global para Estados Unidos y que actualmente atraviesa una serie de problemas macroeconómicos pero también sociopolíticos, y que hacen que no esté a la altura de formar una relación de poder simétrica con Estados Unidos como para hacer un vértice”.
En el mundo real, donde los desenlaces no siempre son épicos, el mayor desafío de esta “Liga de la Justicia” no será vencer a sus enemigos simbólicos sino lograr beneficios económicos y que sus ideas conecten con una sociedad cansada de discursos incendiarios. Para trascender la inmediatez del show, deberán ofrecer respuestas concretas a problemas reales. ¿Podrán superar esos límites y convertir su narrativa en una fuerza transformadora? ¿O, como en muchas historias de héroes, serán víctimas de sus propias batallas? El resto de la película está por verse.
Quién es quién
Lara Trump: De profesión, presentadora televisiva. Es una de las nuevas exponentes del “trumpismo” recargado. Es nuera de Donald Trump desde hace más de una década, cuando se casó con Eric Trump, el heredero a cargo de la corporación familiar. Durante la primera campaña de Trump, Lara fue vocera de una extravagancia tal como el “empoderamiento femenino” en las filas del candidato republicano. Luego pasó a recaudar fondos para el líder republicano. Se casó con Eric Trump en Mar-a-Lago, en Florida, donde el electo presidente suele organizar sus convenciones de la CPAC.
Eduardo Bolsonaro: Abogado, 40 años, actual diputado por el Partido Liberal y el más estrecho colaborador de su padre entre los hijos del ex presidente Jair Bolsonaro. Es el que más vínculos tiene con Argentina (el año pasado, en plena campaña electoral, mostraba en sus redes sociales los fajos de billetes que debía usar para pagar una cena en Puerto Madero) y mantiene un fuerte lazo con Fernando Cerimedo, dueño de La Derecha Diario, gurú de la campaña mileísta y acusado actualmente por la Justicia brasilera por el intento de golpe de Estado en 2022. De hecho, Eduardo Bolsonaro patrocina a los acusados que se fugaron de Brasil por ese ataque contra Lula Da Silva, y puede hacerlo porque no está implicado en esa causa. Como legislador promovió un proyecto de ley para criminalizar toda apología del comunismo y es fan declarado del presidente de El Salvador, Nayib Bukele, sobre quien pesan serias acusaciones por violaciones a los derechos humanos en las cárceles de ese país.
Santiago Abascal: Presidente de VOX, el partido de ultraderecha español. Como líder de esa fuerza alentó medidas en varias alcaldías del país contra las políticas de género, en favor de la educación religiosa y de persecución contra la comunidad LGBT. Fue aliado del Partido Popular hasta 2013, cuando rompió por diferencias irreconciliables. Abascal fue de los primeros referentes de la nueva camada de ultraderecha con VOX, que se fundó en el mismo año de la ruptura con el PP. Es un habitué de Mar-a-Lago y asistió a la asunción de Milei en Buenos Aires “a título personal”.
Agustín Laje: El intelectual de la nueva derecha argentina que, hoy, representa el principal sostén teórico del mileísmo (de hecho, algunos dicen que el Presidente lo habría elegido como sucesor para una eventual candidatura presidencial). Oriundo de Córdoba, hoy tiene una vida dividida entre España y Argentina y recientemente asumió su lugar entre los libertarios locales al ser ungido presidente de la Fundación Faro, el nuevo think tank del gobierno para dar la batalla cultural en todos los frentes. Precursor de la “rebeldía” de ultraderecha, es autor de obras como “El libro negro de la nueva izquierda: Ideología de género o subversión cultural” (2016), donde cuestiona al feminismo y a lo que llaman la “ideología de género”.
“Gordo Dan”: Daniel Parisini, el líder de la tropa digital de Milei, era un tuitero enfurecido contra los “kukas” y las políticas de aislamiento y prevención de la pandemia dispuestas por el gobierno de Alberto Fernández. De ahí al estrellato político pasarían unos cuantos años, pero hoy el “Gordo” Dan es el faro de los jóvenes convencidos de que el único futuro posible está en la libertad que ofrece el movimiento libertario. Con recorridas por la Casa Rosada y acusaciones de anticipar la salida de funcionarios, Parisini conduce “La Misa”, el programa nocturno de un canal de streaming llamado “Carajo” y que pretende erigirse como el más “cancelable” de Argentina.
Javier Negre: Periodista español socio de La Derecha Diario (le compró la mitad de ese medio a Cerimedo) y quien parece haberse metido en el microclima de los periodistas acreditados en Casa de Gobierno sin otro objetivo que “empiojar” la convivencia. Amplificador de las posturas de VOX en su país y de cuanto planteo de extrema derecha haya en el mundo, Negre ataca a sus colegas argentinos y le da el pie a Adorni en las conferencias matutinas para que el Gobierno se despache sobre los temas de su interés. Dice que viene para “desenmascarar” a los políticos y por eso es común verlo perseguir, micrófono en mano, a dirigentes de la oposición como el gobernador bonaerense, Axel Kicillof. Un instrumento del mileísmo para la batalla cultural, que ya se sabe que al Presidente le importa tanto como la gestión.
Mariano Pérez: Con 23 años y un canal de You Tube (“Break Point”) que tiene más de un millón de suscriptores, este joven influencer que hace las veces de periodistas se metió en el mundo de Milei e hizo notar su presencia en marchas contra el Gobierno como las que llevó a cabo la comunidad universitaria. Igual que Negre, y aún sin tener un medio de comunicación que lo respalde, Pérez fue acreditado en la Casa de Gobierno y desde allí pone su semilla para la batalla cultural. Empezó en Internet para oponerse a la cuarentena y hoy, desde su canal, apoya iniciativas tales como “matar” al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro. Claro que, al alzarse en su mismo idioma las voces críticas, este joven referente no pudo ni puede evitar ser carne de memes. Aún cuando haya sido invitado a la mesa de periodistas de la CPAC.