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Nota publicada el 14 / 09 / 2020

La opinión pública bonaerense y su contraste con la cultura política

Por Walter González (Director del IPyPP Buenos Aires)

Qué piensan los y las bonaerenses sobre Estado o mundo privado? Y sobre la democracia tal cual aquí se la practica? Y sobre la última dictadura? Partidos políticos, lo estatal o lo privado, un brillante trabajo de encuesta masiva del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas del partido Unidad Popular, nos permite saber que pensamos y que deseamos los habitantes de este castigado territorio.

Atendiendo a la intensidad del debate político que propone la agenda de la “opinión pública”, el presente trabajo aborda tópicos tales como: dictadura; FFAA; autoritarismo; democracia; el rol de la política y los partidos políticos; el rol del sector privado y la propiedad privada; los modelos de gestión de la economía; la propiedad de la tierra; la represión y las empresas de medios de comunicación.
Los mismos fueron seleccionados dentro de la batería de variables de análisis que comprenden el estudio general de Cultura Política, realizado en la Provincia de Buenos Aires1, llevado a cabo por el Instituto de Participación y Políticas Públicas de la provincia de Buenos Aires (IPYPP BsAs). Tiene como finalidad analizar las dimensiones mencionadas, no desde los discursos e interpretaciones circulantes – realizadas por agentes intervinientes en la comunicación política – sino desde la evidencia empírica, relevada de la propia ciudadanía. Veamos…

FFAA y Dictadura Militar
Una vía de aproximación para comprender la configuración política-social acerca de cómo se hayan distribuidos los pareceres y posicionamientos respecto a la última dictadura militar, el estudio de cultura política se propuso indagar sobre las condiciones políticas de su habilitación. Con ese fin, se le ha consultado a la ciudadanía bonaerense sobre si cree que fue necesaria la última dictadura militar.
Por lo que pudo observarse existe un amplio consenso entre las y los bonaerenses (cerca del 86%) acerca de la ilegitimidad de aquella experiencia ocurrida en nuestro país. En el que se constata que el 58,7% considera que bajo ninguna circunstancia se justifica una dictadura militar. Este segmento va acompañado por el 27,2% que, si bien considera que era una opción, considera que se pudo haber evitado.
Sólo un marginal 9% envistió de legitimidad aquel proceso, afirmando que era imprescindible.

Ciudadanía y democracia
Como parte de la construcción analítica de este trabajo, en esta sección se explora las dimensiones que configuran la percepción subjetiva sobre la democracia y la relación entre individuo y sociedad.
Una de las premisas elementales del liberalismo, es la insistencia sobre la idea de que la sociedad es una sumatoria de individualidades, menoscabando toda una serie de estructuras sociales que le dan forma y ordenamiento.
Con el objetivo de contrastar empíricamente dicho discurso se abordaron las respectivas valoraciones acerca de la relación entre los destinos del país y la propia persona. Los datos de la encuesta arrojaron los siguientes resultados:
¿Cómo valora usted la relación entre lo que le pasa al país y lo que le pasa a Ud. a nivel personal?
Sólo el 12,3% suscribe a esa concepción liberal, que entiende que su suerte no depende más que de sí mismos. Por el contrario, se evidencia como tendencia general que el 85,6% comprende que los asuntos personales no están disociados del contexto general del país, de los cuales el 35% lo considera íntimamente ligado y el 50% de manera parcial.
Ahora bien, si a los datos arrojados por la encuesta se le solicita que exprese la distribución de las respuestas en función de grupos etarios (segmentados por rangos de edad que van de 16 a 24 años; 25 a 34; 35 a 49; 50 a 64 y mayores de 65), encontramos que en promedio el 40% de los mayores de 25 años adscriben a la idea de que encuentran íntimamente ligados los destinos del país y el personal, mientras que para el conjunto de 16 a 24, esa porción desciende al 16%.
Para este último grupo – de jóvenes- la visión predominante con el 60% de sus respuestas, es la de encontrar algunos aspectos ligados entre lo que sucede a nivel país y lo personal. Este conjunto demuestra una asociación más laxa respecto del resto del universo.

Apreciación del sistema democrático vigente

Otra de las aristas fundamentales para dimensionar las representaciones del orden social que portan las personas, es tratar de comprender de qué modo se referencian con las estructuras vigentes, como ser el sistema democrático.
La primera tendencia que se evidencia, es que existe un desfasaje entre la percepción del desempeño de las formas de democracia vigente y las referencias “ideales” que portan los/las ciudadanos/nas de la misma. Es decir, la no coincidencia entre el ideal de la democracia y la percibida en la realidad, tiene un peso relativo del 65,3% entre la población.
Por el contrario, el 29,6% encuentra niveles de afinidad entre su representación acerca de lo que debería ser la democracia y la democracia actual.
Ahora bien, pese a esta tendencia de no coincidencias de expectativas sobre lo que es y lo que debería ser la democracia, cuando la misma ciudadanía fue consultada acerca del rol que cada uno/a debería desempeñar para garantizar buenos gobiernos, la primera tendencia (52,4%) fue que “es suficiente con ir a votar, aunque los gobernantes deberían consultar y rendir cuentas de lo que hacen”. Por su parte el 30,5% manifiesta que el acto de votar en las elecciones solamente no garantiza un buen gobierno, sino que la ciudadanía debería participar de manera más activa en las decisiones de gobierno.
Mientras que un 15,6% manifiesta que el deber del ciudadano es votar y el de los gobernantes decidir y gobernar.

Cada cierto tiempo hay elecciones en el país que legitiman lo que hará después el gobierno elegido ¿Considera Ud. que es suficiente para un buen gobierno que el ciudadano participe en las elecciones?
El desempeño de estas dos variables pone de manifiesto tensiones sociales que no siempre se evidencian a primera vista, si no que por el contrario requieren de instancias de indagaciones más profundas y sistemáticas para su reflexión, como las que se intentan ensayar aquí. Dicho cuadro de situación expone por un lado la tendencia existente en la sociedad sobre el desajuste de expectativas del orden democrático a la vez que plantea una la tendencia de un rol más bien pasivo de parte de la ciudadanía en materia de protagonismo, en la toma de las decisiones que delinean los destinos del país.

Política y Partidos Políticos
En consonancia con la tensión anteriormente descrita, analizar las consideraciones respecto de la relevamcia de la participación personal en los asuntos del país, abona a comprender dicha configuración. Puesto que el 44% de la ciudadanía considera que su participación tiene “alguna” importancia, mientras que el 29% que considera que no la tiene. Sólo un 23% de la ciudadanía manifiesta una proyección tanto más protagónica, respecto de su rol en los asuntos públicos.
Los datos demuestran que solo el 14,5% de la población electoralmente activa de la provincia de Buenos Aires, participa o ha participado en alguna organización política, gremial o social. Esto último, no es un dato menor, puesto expresa un cuadro de situación que ofrece parámetros para reflexionar acerca de los encuadres subjetivos e intersubjetivos de la ciudadanía, a la vez que advierte sobre el carácter político de tendencias de extrañamiento y distancia de los asuntos públicos y las lógicas del desempeño del campo político.

Con el objetivo de avanzar en la tarea de trazar ejes de coordenadas para aprender la politicidad de la ciudadanía, se dirigieron preguntas con el fin de capturar interpretaciones acerca de la confianza en los partidos políticos para resolver los problemas de la sociedad.
En una escala de 1 a 5 donde la peor valoración es 1 y la mejor es 5, diga cuál es su criterio acerca de la capacidad de los partidos políticos para enfrentar y resolver los problemas de la sociedad
La distribución de las valoraciones acerca de la confianza por parte de la ciudadanía hacia los partidos políticos, para resolver los problemas sociales, muestran la tan mentada crisis de representación política. Sólo el 8% opta por asignar los parámetros más altos de confianza en los partidos (4 y 5), mientras que el 60,4% de las opiniones seleccionaron los parámetros más bajos de confianza (1 y 2). Esto quiere decir que la mayoría de la ciudadanía no proyecta confianza en los partidos políticos para resolver los problemas de la sociedad, aunque cabe destacar que el 28,1% le asigna una valoración moderada intermedia.

Resolución de conflictos y represión
El análisis de los resultados recién mencionados, abre la pregunta acerca los posicionamientos de los distintos sectores de la ciudadanía, en referencia a la resolución de los conflictos sociales.
La primera tendencia (57,2%) concibe el dialogo, el consenso y la educación, pero sin invalidar la represión para la resolución de conflictos, en caso de ser necesario. A esa porción de la ciudadanía hay que sumarle otro (casi) 14% que considera que “solo con mano dura se pueden resolver los conflictos”. Por otro lado, casi el 28% de la ciudadanía considera inadmisible los métodos represivos para la resolución de los problemas del país.

La política como niveladora social
A pesar de cierto estado de relativa anomia, que se expresa en la tendencia a la crisis de representación de los partidos políticos y la consideración de la represión como herramienta de intervención en la resolución de conflictos, la ciudadanía expresa un fuerte consenso al momento de otorgarle a “la política” la misión de alcanzar la igualdad social.
En su criterio, ¿la política debería servir para alcanzar la igualdad social?
Una amplia mayoría (casi el 58%) considera que alcanzar la igualdad social debería ser el principal objetivo de la política. A esa tendencia se la debe considerar junto con un sector que alcanza el 30%, que también coincide con esa misión asignada a la política, aunque de modo no exclusivo. Por otro lado, una facción minoritaria, del 10,5%, se circunscribe a una visión individualista, considerando que lo que logre cada uno, es un asunto privado y no de la política.

Resulta interesante interrelacionar las visiones respecto a qué modelo de Estado pondera la ciudadanía en materia de manejo de la economía.
El 74,8% de las/los encuestados entiende que, para proteger los intereses de la sociedad, el Estado debe tener un rol marcadamente activo en la regulación del funcionamiento de la economía. Donde se destaca que el 44,1% se inclina por que el Estado regule el funcionamiento de toda la economía, y el 30,7%, que regule la actividad económica principal, dejando libre las demás.
Por su parte, quienes opinan que el libre funcionamiento del mercado/mayor libertad de mercado, es el mejor modelo económico para proteger los intereses de la sociedad, alcanzan un 19,6%.

Medios de comunicación
El punto anterior invita a reflexionar acerca de la correspondencia entre la intensidad con la que las empresas de medios de comunicación abordan el desempeño del sector privado, las valoraciones de las políticas de Estado en materia de intervención y regulación de la economía, y la valoración que porta la ciudadanía, respecto a la recepción de tales interpretaciones.
Tan solo el 2,6% de la ciudadanía considera que las empresas de medios de comunicación (en general) dicen la verdad, mientras que el 38,3% considera que (en general) la ocultan.
Respecto a las categorías intermedias, “la mayoría dice la verdad” (13,7%) y “una minoría dice la verdad” (42,8%), puede interpretarse bajo el concepto de “exposición selectiva”.

Consideraciones finales
Por ultimo quisimos saber cuales son las expectativas de cara al futuro de la “situación social”.
El futuro próspero sólo para una minoría como tendencia, (con un peso relativo de 66,3% de las opiniones) sintetiza en gran parte la configuración de los
aspectos estructurales analizados.
¿Por qué dicha afirmación? Porque una parte importante de la ciudadanía visualiza que las instituciones y los actores que regulan y administran el orden y la reproducción social, no proyectan capacidades y resultados promisorios. Esto se advierte con la fuerte crisis de representación política, que no se encuentra en consonancia con la “misión de la política” (perseguir la igualdad social); el desfasaje entre el ideal de democracia y la que practicamos; la percepción de distancia entre el nivel de las tomas de daciones y la valoración la de intervención personal (protagonismo); la consideración de elementos disciplinadores ante el cuadro de anomia social; la evaluación del sector privado, que antepone sus intereses particulares por sobre el colectivo; el descredito de la información promovida por las empresas de medios.

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